Buenos Aires

Mar 23 • destacamos, Escenarios, Miradas • 744 Views • No hay comentarios en Buenos Aires

 

Ubicada en el extremo sur del triángulo hispanohablante, entre sus calles se desbordan los asados, el tango, el fútbol; ciudad que forjó a Borges y sus letras

 

POR LEANDRO ARELLANO
No fue ensueño ni espejismo lo que contemplamos durante aquellas horas infinitas. Fastuosa metrópoli, inmensa y elegante, más que bella, la París del hemisferio americano ante nosotros. Desde las alturas refleja un resplandor de luz alegre y blanca. Multitudes de hombres y mujeres entusiastas y bien constituidas marchan en las aceras, conversando en voz alta.

 

El cuerno de la abundancia la abasteció con generosidad. Limpio y ordenado el rumbo, pulidas las calles y avenidas. La congestión del tránsito de automóviles, natural en aquella ciudad acaudalada. Al caer la noche la iluminación artificial no parece exagerada.

 

La celebración tenía algún motivo —mi tránsito por la ciudad posiblemente— con antiguas amistades. El restaurant, en una avenida rumbosa del centro, impecable. Sin otras pretensiones, relucía la urbanidad, entreverado cosmopolitismo y algún atisbo romano. El vino local confirmó su papel como el más antiguo y confiable inductor entre los humanos.

 

La actualidad de la migración en ese país y la aclaración de algunas notas de la geografía sudamericana, debatimos en la mesa. Que los porteños carecen de sensibilidad sobre esos asuntos, es falsa estimación. Nos hallamos en las mismas coordenadas que forjaron la entraña de Borges: “Hacia el Oeste, el Norte, y el Sur se han desplegado —y son también la patria…”.

 

El gaucho le teme a la ciudad, se lee en un episodio narrativo. Su ángel de la guarda la observa arrebatado.

 

La referencia enfiló una cadena de temas. El clima, la pampa, la milonga, el arrabal, sus vastas letras, el vino, el gaucho, sus asados, hasta el fútbol… Buenos Aires es hondo, y nunca, en la desilusión o el penar, me abandoné a sus calles sin recibir inesperado consuelo, escribió el joven Borges.

 

Suntuosa, espléndida, opulenta Buenos Aires: extremo sur del triángulo hispanohablante.

 

Nos levantamos al irrumpir la madrugada. Un taxi me desalienta a asomarme al antiguo barrio de Palermo y regreso a pie al hotel. La efervescencia en las calles no se agota. Perderse en una ciudad como quien se pierde en un bosque, requiere de aprendizaje. Cae un tango a todo volumen de un balcón equivocado y el bandoneón se afana en acunar la trémula voz del cantante.

 

La temperatura bonaerense me sostiene a flote, sólido, sobre la acera. Nada me acompaña como no sea el placer de la existencia. Al lado mío, el tiempo pasa. Lo hace siempre.

 

 

 

FOTO: Vista aérea de la capital argentina durante una protesta social el pasado 8 de marzo. Crédito de imagen: Luis Robayo /AFP

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