Las verdades de Háry János

Mar 1 • Miradas, Música • 4060 Views • No hay comentarios en Las verdades de Háry János

 

LUIS PÉREZ SANTOJA

 

Un estornudo musical: un envolvente glissando de cuerdas y alientos que sube en repentino crescendo y que cuando alcanza su clímax acaba bruscamente. Sí. O digamos que es, más bien, el intento de representar con música un estornudo. Es que Háry János ha estornudado. En Hungría, existe una tradición popular que establece que si una persona estornuda cuando está platicando, lo que dice es cierto. Nuestro héroe musical lo ha hecho; a partir de aquí, lo que nos cuente Háry János es verdad y podemos creerle. Ya puede comenzar el cuento.

 

Después de este sorprendente inicio prosigue la suite orquestal Háry János: y así ”escuchamos” a Háry, un noble y soñador campesino húngaro observando arrobado uno de los relojes musicales de Viena antes de contarnos su amor por Örzse, la chica buena más bella de la aldea; después conoceremos, con efectos sonoros singulares, las asombrosas hazañas de Háry como soldado del Imperio Austrohúngaro, cuando llega incluso a derrotar a Napoleón en una nada cruenta batalla (no hay que decirle la verdad a Háry: las balas de cañón eran de hule), después de la cual Napoleón pide piedad de rodillas y se aleja tristemente tocando un lánguido saxofón. Por supuesto, nuestro héroe es recibido en el palacio imperial y observa la entrada solemne del emperador y su corte, es condecorado y, faltaba más, la pareja imperial le ofrece la mano de su hija, que Háry rechaza al preferir regresar a su pueblo y a su novia Örzse. Todo un cuento de hadas, si no fuera por su sentido real detrás de la anécdota operística.

 

Claro, esta mágica y espectacular suite orquestal es parte de una obra escénica completa, que podríamos ubicar como un Singspiel, ese género germano muy cercano a la operetta por la combinación de diálogos de los personajes y números musicales varios, arias, duetos, coros y algunas piezas orquestales (en tiempos modernos alguien diría que es como la “comedia musical” de Broadway).

 

Es su más reciente concierto, la Orquesta Sinfónica Nacional interpretó brillantemente esta obra, que no es tan común escuchar con nuestras orquestas. Esta vez tuvo al frente un espléndido director húngaro, Gilbert Varga, descendiente de una ilustre estirpe musical como el legendario violonchelista Laszlo Varga y su propio padre, el violinista del mismo nombre, Gilbert. Y Varga extrajo de la Sinfónica toda la “enjundia” de que fue capaz, buscando además el sabor húngaro de la obra. Vale destacar que la OSN se dio el lujo de traer un cimbalón (esa especie de antigua dulcemera húngara que siempre llamamos por su nombre nacional), instrumento sin el cual la obra de Zoltán Kódaly no hubiera “sonado” igual, pues aporta la auténtica sonoridad pastoral que el compositor integró a la orquesta en dos momentos claves.

 

El intérprete fue Laurence Kaptain, toda una autoridad en este maravilloso instrumento. En el concierto también participó la pianista ucraniana Anna Fedorova, quien tocó con prestancia el Concierto para piano de Robert Schumann, aunque algunas pequeñas equivocaciones en el concierto del viernes, sin duda, accidentales, hacen pensar en alguna distracción, tal vez motivada por la crisis política que vive su país a la que hizo referencia al dirigir unas palabras de agradecimiento al público.

 

Háry János fue estrenada en Budapest en 1926, y desde entonces es representada con frecuencia en Hungría. La suite se estrenó al siguiente año en Barcelona y desde entonces el mundo musical se conforma con escuchar la versión orquestal.

 

Zoltán Kodály (1882-1967), además de ser un músico de absoluta formación académica —tocaba piano, violín y violonchelo y, como sabemos, fue sobre todo compositor—, tuvo un gran contacto con la música folclórica de su país por la que se sintió atraído desde su juventud. Como su compatriota y amigo Béla Bartók, asumió el interés por rescatar y preservar esa música y la de los países vecinos a Hungría; son parte notable de la biografía de ambos músicos sus viajes por los campos húngaros, rumanos y otros para escuchar a los campesinos, presenciar sus fiestas y bodas y transcribir a partituras toda la música posible (previo a un posterior trabajo de armonización, su conversión en canciones para la interpretación con acompañamiento y, en casos frecuentes, su uso en obras orquestales, piano y música de cámara). Kodály se convirtió así en una figura de gran influencia en el ámbito musical y docente.

 

Por ello, no debe extrañar que buena parte de los números musicales de Háry János sean arreglos de Kodály a canciones folclóricas húngaras, que habían sido recopiladas por el propio Kodály. Por ejemplo, los números que no cantan los personajes campesinos fueron compuestas por Kodály y se acercan más a la música occidental europea.

 

Curiosamente, para quienes tenemos costumbre de escuchar esta música en la suite sinfónica, sorprende descubrir que en la obra escénica alguna de las piezas, como la sensual y melancólica Canción, es un romántico dueto de amor, y que el orden de las piezas es muy diferente, ya que Kodály las ordenó con un criterio adecuado para concierto.

 

En cuanto a nuestro héroe, Háry János es un típico pícaro, mentiroso de espíritu poético, que, en palabras del propio Kódaly, mezcla en sus cuentos lo ingenuo, lo humorístico, lo patético y… hasta lo real, la realidad húngara de su tiempo que ameritaba una fuerte sacudida como la que progresivamente había causado la caída del Imperio Austrohúngaro y la Primera Guerra Mundial. Háry János, quien también tiene grandes valores, es valiente, fiel y benévolo; es también un símbolo de Hungría, de los sueños de grandeza y libertad de su pueblo y de los golpes en el suelo al despertar a la realidad. Háry es rico porque es feliz en su pobreza; es el rey en ese reino de sueños que él mismo ha inventado.

 

+Fotografía: El director húngaro Gilbert Varga dirigió a la Orquesta Sinfónica Nacional durante la interpretación de  “Háry János”, de Zoltán Kodály/Especial.

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