Exploradora de adentro y de afuera al mismo tiempo

Dic 20 • Miradas, Visiones • 4820 Views • No hay comentarios en Exploradora de adentro y de afuera al mismo tiempo

 

POR ALBERTO RUY SÁNCHEZ

 

 

1.

Algunas veces mirar, mirar a fondo, es llevar un mar en la frente. Tatiana Parcero no frunce el ceño cuando mira, al contrario, deja que crezca en ella la marea. Y nos lleva a navegar, entre sus ojos, al puerto circular donde comienza el viaje sin regreso a lo más hondo. Sus pupilas, montañas de carbón y pozos infinitos. Sus venas de los ojos, manantiales de donde brotan dos ríos sagrados y sangrantes que como un Ganges de antifaz, es agua y es diosa que recorre el mundo. Beberla es sanar hasta la locura de la santidad o estar ya en la corriente de los muertos.

 

De sus pezones, tocándole la palma de la mano, brotan otro lago y otra montaña, el mapa de las huellas de los sueños que le caminan por la garganta. Cruzan su boca, los párpados, la frente y al cerrar los ojos para mirar adentro, se escapa entre sus labios la insinuación de una sonrisa que nos hace ir también en peregrinación con ella, hacia ella, en ella.

 

3.

La mano es manantial de rutas. El mapa del pasar sin peso hacia otras vidas. Las casas de rezar por esos rumbos. No hay nada más volátil que sus manos, parvada delicada de todo lo que ella hace surgir del aire. Las manos ven y nos muestran qué ver y lo que nunca veremos. Las manos danzan y al hacerlo les surge una piel de líneas que son flores, células, galaxias. Amibas sin control en la estratósfera, planetas atrapados en la orilla frágil de una célula. Todo en sus manos cambia y se multiplica. Entre las puntas de los dedos sostiene invisible una forma transparente del universo.

 

4.

La boca de Tatiana, atrapada en el grito de salvarnos y salvarse, es órgano vital que canta en llamas, en venas, en sangre detenida, y canta a todo lo que llevamos dentro y ya no vemos. Llamada de atención palpitante. La fragilidad de la existencia se aloja luego en su boca cerrada donde los labios, como sus párpados, son tenue insinuación de la sensualidad del mundo. Las más finas insinuaciones con las que meticulosos artistas han hecho croquis de las cosas de la vida han encontrado su vocación más delicada dejando correr sus líneas por los labios de Tatiana, con los que mira y nos hace ver lo que ella sabe ser y en ella lo somos un poco todos.

 

5.

La espalda es la flor del misterio. Así como hay flores que en realidad son hojas coloridas, su talle es tallo, voluptuoso y firme, vertical y sin embargo extensible. Lo mismo le crecen alas que orquídeas, raíces aéreas que medusas. Es flor que se levanta y organismo submarino que se hunde. Por su columna iluminada sabemos de la intensidad con la que se afirma la vida erigiéndose hacia el cielo. No sólo desde la tierra seca, desde el fondo del agua, desde el fondo de cada cuerpo.

 

En su garganta un árbol canta al viento, como la acacia solitaria en la estepa llana que es fuente inesperada de sombra, de anhelo pronunciado hacia el cielo, nube baja y arraigada, voz de trueno tensamente detenido antes del estruendo.

 

7.

Por la planta de los pies entran y salen las más bellas e insospechadas especies. Por esas plantas, “arraigadas mas danzantes”, se sabe que camina elevada hasta cuando está quieta y un mundo radicalmente insospechado guía sus pasos. Hacia fuera y hacia adentro, camina, corre, baila. Y en su danza, como la diosa caminante de la leyenda India, nos engendra.

 

8.

Cuando cierra los ojos en la piel suave de sus párpados saltan como venas finas los tentáculos inquietantes de seres diminutos que explican la minucia con la que mira lo que piensa y hace que pensemos minuciosamente en lo que ella ve. Y de su frente brota, brillante y clara, la idea de un universo de composición perfecta, frágil sin cesar, constante y siempre sin embargo sorpresivo.

 

9.

Lo que Tatiana Parcero mira del paisaje y borra en círculos de estruendo, lo que ya no está y sin embargo vemos brotar de sus manos, lo que respira y la envuelve y ella ondula dando al aire la forma sensual de su torso desnudo, vestida de luz delineada, en sí misma recogida. Todo eso conmociona, anticipa y cuenta, es crónica de un tiempo detenido, llamada de atención, revelación de formas bellas y a la vez profecía.

 

 

*Fotografía: Obra de Tatiana Parcero / ESPECIAL.

 

 

 

 

 

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