Roberto Saviano, el muerto que habla

Feb 14 • Lecturas, Miradas • 4209 Views • No hay comentarios en Roberto Saviano, el muerto que habla

 

 

POR GERARDO OCHOA SANDY

 

 

Luego de la publicación en 2006 de Gomorra, a Roberto Saviano lo rechaza Nápoles. La sentencia “Escapemos de Saviano” resume la malquerencia de su ciudad natal ante el retrato de los sicarios que la gobiernan. Ello, ni las amenazas que lo obligan a llevar escolta policial, no impidió que fuese más allá. Y si esa obra, llevada a medias al cine por Matteo Garrone aunque ganó en Cannes, fue un clásico instantáneo, CeroCeroCero es el corte en canal del sistema económico y político global, el desnudamiento de las reglas de las distintas hampas, la meditación sobre la naturaleza del mal, el rechazo visceral frente la irremediable pérdida de la esperanza, el aullido ante la contemplación de la bestia de incontables denominaciones: Ice, Bianca, Snow White, Coke, Perico, Lady C., Beyaz Ten, La Veloce, Mika, Koks, Krava, Farlopa, Bernie, Bebé, Cecil: el petróleo blanco, la coca.

 

La coca llega a su destino en autobuses, contenedores, avionetas, embarcaciones, submarinos, mensajería. Lo hace en artesanías, estatuas de la Virgen, latas de espárragos o aerosoles, bebidas alcohólicas y soluciones para lentes de contacto, prótesis mamarias o de glúteos, ayudas médicas a zonas de desastre, bolsitas dentro del estómago o atadas al pene, globos multicolores y libros infantiles. En sus envoltorios o en las pastillas va el logo de banderas, superhéroes, dibujos animados, tatuajes, marcas o ideogramas, su copyright: más de dos mil variantes iconográficas. Detrás están los nombres de pila del crimen, según su origen: mafia, camorra, cárteles, mafiya, vor, guerrillas, terroristas, autodefensas, gobiernos revolucionarios, nomenklatura. La supremacía de la coca expresa una cuestión de fondo, la aspiración ontológica humana contemporánea, que no es la verdad o la felicidad, el nirvana o la iluminación, la redención o la vida eterna, sino el imperativo categórico que impone el capital: estar high.

 

CeroCeroCero registra los sucesos de lo que constituye una conquista planetaria económica, política y cultural. A la caída de Pablo Escobar se desploma el poderío de los criminales colombianos, aunque seguirán produciendo el 60% de la cocaína del mundo y blanqueando el 97.4% del dinero en Estados Unidos y Europa. En tanto de México llega el relevo, y el cambio de paradigma. Miguel Ángel Félix Gallardo convoca a una cumbre de capos, ejerce su autoridad y visionario reparte los territorios: el origen de los cárteles. Luego cae en desgracia pero sus sucesores inician lo que sabemos, en pos del mercado de Estados Unidos y la distribución regional y mundial, que se disputan legiones. Las ganancias someterán a policías, ejércitos, gobiernos y Estados. El reciclaje se realizará a través de bancos, comercios, propiedades, empresas, paraísos fiscales como las Islas Caimán y respetables muladares como la City londinense y Wall Street.

 

Sobre México, cuyo mercado de la droga alcanza de los 25 a los 50 mil millones de dólares anuales, Saviano descuida algunos aspectos. Estados Unidos es el país que más consume drogas en el mundo, recibe cuatro quintas partes de la que se produce o pasa por nuestro país, y es el proveedor principal de las armas de los narcos: el crimen perfecto. No destaca tampoco que apenas la droga cruza el río Bravo se acaba la violencia, debido a eficaces redes de distribución y venta que implican a autoridades y sociedad, poco investigadas. Ni le concede un ápice de mérito al Ejército y la Marina, aunque celebra a sus principales fuentes, el FBI, la DEA y la policía italiana, a las que solo cuestiona de soslayo, como ocurre también en Gomorra. De la legalización, por la que apostaría, se ocupa en un apurado boceto.

 

CeroCeroCero o la talla de la bestia blanca. Durante la crisis financiera de 2009, los narcos aportaron el único capital de inversión líquida con el que algunos bancos sortearon la quiebra, informó la ONU, y las ganancias anuales a nivel mundial, 352 mil millones de dólares, habrían amortiguado más de la tercera parte de las pérdidas. Los World Drug Report, sin embargo, no documentan el panorama completo. Distintas policías contabilizarían como propios decomisos hechos en operativos conjuntos, por lo que al menos un 15% que se dice se decomisó no lo fue. Tomándose los datos como ciertos, las sumas y restas causan azoro: en 2004 la ONU reportó una producción total de 937 toneladas de las cuales se consumieron 450 y se incautaron 490 en América, 300 más consumidas en Europa y otras 99 incautadas en el resto del mundo: más de 400 toneladas no registradas, casi la mitad de lo indicado.

 

Saviano ha aprendido a olvidar sus pesadillas, cuando lo despiertan simplemente se levanta y toma un vaso de agua, salvo una: aquella en la que sus gritos son inaudibles para los demás. Para entenderlo acude a la smorfia o libro de los sueños, tradición cabalística napolitana usada en las apuestas de la lotería. “Yo sé que en Nápoles el número más seguro al que apostar es el 62, el asesinado. Sé que a esos asesinados la misma ciudad a menudo los trata casi como al 48, el muerto que habla, que es lo que siento que me he convertido para ella.” Saviano es de estirpe kafkiana y sus revelaciones acerca de la lógica del mundo actual en CeroCeroCero son equiparables a las de El proceso o La metamorfosis. “Has visto de cara qué es el hombre y en todos ves semejanzas con el asco que conoces. Ves la sombra de cada cual. Me he convertido en un monstruo”. ¿Despertó Saviano convertido en un escarabajo, cruzó el punto luego del cual no hay retorno? El epígrafe de la poeta búlgara Blaga Dimitrova despeja la cuestión: “No me da ningún miedo que me pisen. Cuando se pisa, la hierba se convierte en sendero.”

 

Roberto Saviano, CeroCeroCero, traducción de Mario Costa García, Anagrama, Barcelona, 2014, 496 pp.

 

*Roberto Saviano, periodista italiano, autor de los libros Gomorra y CeroCeroCero / Foto: Yadín Xolalpa / EL UNIVERSAL

 

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