Los múltiples cuerpos de la Chellet

Abr 18 • Miradas, Visiones • 3948 Views • No hay comentarios en Los múltiples cuerpos de la Chellet

 

POR ANTONIO ESPINOZA

 

 

 

El arte en general y el performance en particular
han sido en mi vida la mano salvadora que me ha
permitido ser y estar en el tiempo y en el espacio.
A través de explorar el arte-objeto, la fotografía,
la electrografía, el collage, la instalación, el video,
el arte-acción y el performance, me percato que lo
más importante para existir es el CUERPO.
Mi cuerpo lo muestro en proceso continuo,
documentado, divinizado, mutilado, reemplazado
y reinventado.

 

María Eugenia Chellet

 

¿La Duquesa de Alba o Pepita Tudó? Todavía hoy se discute quién fue la mujer que sirvió de modelo a Francisco de Goya para dos de sus cuadros más celebrados: La maja desnuda y La maja vestida (1798-1805). A María Eugenia Chellet (Ciudad de México, 1948) le tiene sin cuidado la identidad de la mujer inmortalizada en los lienzos de Goya. En su video-performance: Las dos majas (2015), no se pregunta sobre la identidad de la mujer española sino sobre su propia identidad, la identidad del yo. En un acto performático bien pensado, pleno de audacia y lucidez, Chellet se traslada en el tiempo y deja de ser Chellet: le “presta” su cuerpo a la maja famosa y lo convierte en objeto artístico. Viéndolo bien, construye una suerte de “autorretrato viviente” a partir de una imagen artística consagrada. En su afán por cuestionar los modelos de identidad femenina, se transforma en la modelo goyesca, usurpa el lugar de la española y subvierte con elegancia y maestría un icono del arte universal.

 

El acto de mirar bien puede ser malicioso. En una de sus obras clásicas (Dados: 1º La Cascada, 2º El Gas de Alumbrado…1946-1966), Marcel Duchamp nos invita a ejercer el placer del voyeur. Los dos agujeros en la puerta, a la altura de los ojos, nos permiten ver el interior: un paisaje con una cascada y una mujer desnuda con una lámpara en la mano izquierda. En su video-performance, producido por Fabián Castro, María Eugenia Chellet le guiña un ojo a Duchamp. Aparece primero como la maja desnuda, para luego retirarse, vestirse y convertirse en la maja vestida. A través de una cerradura, podemos ver el momento en que se viste con ropa de la época para interpretar al segundo personaje. Primero la maja desnuda y después la maja vestida. Podría ser al revés: que primero apareciera la maja vestida y luego la desnuda. Pero la Chellet cambia la jugada, da una vuelta de tuerca y maliciosamente convierte el acto performático-voyeurista en un acto de vestimiento y no de desvestimiento.

 

Además del video-performance, en la actual exposición de María Eugenia Chellet (Cuerpos habitados, Museo de la Ciudad de México, bajo la curaduría de Viviana Martínez), se presentan ocho fotomontajes. Se trata de autorretratos provenientes de anteriores performances de la autora, en los que ha encarnado distintos personajes femeninos del arte, el cine y la publicidad. En cada uno de los fotomontajes, “habita” el cuerpo de la artista multidisciplinaria. Con una mirada lúdica e irónica, Chellet se convierte en la Mona Lisa del gran Leonardo, pero en una Mona Lisa sui generis (¡emplumada!). En otra obra se convierte en La virgen del lobo, satirizando las imágenes religiosas tradicionales. Con la misma postura irreverente, vestida de hábito, se transforma en una monja que deambula por el célebre cuadro La tempestad de Giorgione.

 

Maestra del performance ritual, María Eugenia Chellet asume también el papel de diva. Se introduce como tal en una obra fotográfica performática: Night Sea Crossing, en la que aparecen Marina Abramovic y Ulay. Elegante y sexy, la Chellet aparece sentada en medio de la mesa, mientras que la célebre pareja performancera la mira: Marina desde un extremo y Ulay desde el otro extremo de la mesa rectangular. Pero la Chellet también se introduce en una de las obras emblemáticas del Land Art: Spiral Jetty (1970) de Robert Smithson. Como sacerdotisa o hechicera, impone su presencia poderosa sobre ese famoso camino en espiral construido con rocas, de 500 metros de largo, que sale de una de las orillas del Great Salt Lake de Utah. Y despojada de sus atuendos mágicos, se pone otros y se transforma ahora en La Venus del Graffiti. Con una pared graffiteada como fondo, la Venus está parada sobre una patineta y vestida con ropa cachonda. Porta además una gorra de baño, lentes y está maquillada como payaso. Con dos pistolas de juguete en las manos, más que amenazar a alguien, posa para una foto bastante kitsch.

 

Un video-performance y ocho fotomontajes. En todos ellos aparece el rostro y el cuerpo de María Eugenia Chellet. Desechemos de inmediato el narcisismo propio del artista para explicar el porqué de estas obras. Estamos, sin duda, ante una autora que cuestiona la idea de la identidad como algo único y eterno. Su idea de identidad es más bien plural: un yo múltiple y mutante. De ahí que desde hace tiempo haya convertido su cuerpo en un objeto artístico, un espacio de experimentación y resistencia contra los mitos en torno a lo femenino. Hago mías las palabras de Josefina Alcázar, historiadora y estudiosa del performance: “Eugenia Chellet trabaja tenazmente en la producción de sí misma, como Mona Lisa, como mujer fatal o como diva, pero siempre en el paradójico y problemático conflicto entre la mujer como objeto y la mujer como artista. Ironiza el proceso de fetichización de la mujer, la mujer como objeto de deseo. Cuestiona los estereotipos representacionales y los modelos de identidad femenina construidos culturalmente” (Performance. Un arte del yo. Autobiografía, cuerpo e identidad, México, Siglo XXI Editores, 2014).

 

En efecto, María Eugenia Chellet “trabaja tenazmente en la producción de sí misma”. Lo hace en cada uno de sus performances y en las otras disciplinas que practica. En su concepción del cuerpo como un yo en permanente construcción, que puede viajar a través del tiempo y asumir las más diversas identidades, para reflexionar desde el presente sobre la condición femenina, la Chellet se convirtió hace tiempo en una de las artistas mexicanas más innovadoras, irreverentes y transgresoras.

 

 

*María Eugenia Chellet trabaja en la producción de su cuerpo en cada uno de sus performances y en las otras disciplinas que practica / Foto: Stephanie Zedli

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