Una defensora del Siglo de Oro

Jun 20 • Conexiones, destacamos, principales • 3408 Views • No hay comentarios en Una defensora del Siglo de Oro

POR VICENTE ALFONSO Y GERARDO MARTÍNEZ

 

Los años invertidos en el estudio de la literatura del Siglo de Oro han dado a Margarita Peña la autoridad de señalar erratas, detalles entre ediciones de distintas cataduras e imprecisiones autorales. Su mirada es la de una constante valuadora: discrimina, compara, se remite a la fuente primaria y elige ente cientos de volúmenes. Obras de Juan Ruiz de Alarcón componen el grueso de su elección, a lo que suma novelas de Marguerite Duras y Benito Pérez Galdós, dos divertimentos ante la literatura de la Nueva España, a la que ha dedicado décadas de estudio.

 

 

Enumera sus elecciones: La cueva de Salamanca, La prueba de las promesas, descritas como comedias centradas en la práctica de la magia en el siglo XVII, Ganar amigos y Las paredes oyen, esta última comedia de corte urbano.

 

 

De visita en la librería La torre de viejo, al sur de la ciudad de México, Peña sujeta un ejemplar de Ganar amigos, de Ruiz de Alarcón. Explica que aún cuando faltaban cuatro años para que falleciera su autor (1639), un error de los descendientes de Lope de Vega originó que esta obra fuera materia de sucesión hereditaria en su familia.

 

 

“Esto fue porque al morir, su yerno Luis de Usátegui rescató algunos documentos. Ahí estaba esta obra pero con otro título. Después la ofreció a una persona de la nobleza, una mujer de la familia Hurtado de Mendoza a la que dijo que el mismo Lope se la había regalado. Por eso en el prólogo de su segundo volumen, que Juan Ruiz de Alarcón publica en 1634, dice que reúne esas comedias para que no pasen a ser plumas de otras cornejas.”

 

 

La dinámica que el yerno de Lope había exhibido con las obras del dramaturgo taxqueño fue replicada por otros autores, entre ellos Pierre Corneille, que a diferencia de los otros plagiarios restituyó en su traducción al francés la verdadera autoría de La verdad sospechosa, que se atribuía por error al autor madrileño.

 

 

“Esta traducción de Corneille yo la he considerado el pasaporte de Alarcón al resto de Europa. Como que esa confesión o esa declaración de Corneille en la segunda edición es como su pasaporte, porque cuando lo imitan ya saben que es de Alarcón. Ahí empiezan las críticas sobre Alarcón en Francia, muchas de ellas las más interesante, más ricas y más favorables a su obra”.

 

 

En el listado de obras del Siglo de Oro estudiadas por Margarita Peña abundan las historias de plagios. Sin necesidad de consultar sus apuntes, reseña de memoria las historias de los autores y su producción teatral, las resucita con las paternidades fidedignas y traza una arqueología editorial en la que no se reserva nombres y anécdotas.

 

 

Mientras se pasea por la librería que da una segunda oportunidad a libros que perdieron la estima de sus propietarios, la autora de al menos una veintena de títulos en los que expone y analiza la historia de la literatura novohispana recuerda el caso de Antonio Enríquez Gómez, alias de Fernando de Zárate Castronovo, quien publicó una novela con el título de Mudarse por mejorarse y que en un principio ella creyó se trataba de un plagio más a la obra de Alarcón.

 

 

“Zárate Castronovo tiene una biografía muy impresionante: era portugués criptojudío, un grupo que fue tratado por la inquisición de una manera bestial. Parece que anduvo toda la vida errante entre España y Ruán, Francia, un lugar de editores, de libreros, liberal para los judíos. Francia no tenía esta terrible saña con ellos como en España. Zárate era un hombre un poco loco porque siendo criptojudío lo gritaba. Tuvo una vida muy infeliz. Lo atraparon y meses después muere en las cárceles del Santo Oficio.”

 

 

Más allá de la espesura lírica de las letras novohispanas, Peña menciona a otros autores: Marguerite Duras y Benito Pérez Galdós aparecen en su listado de selecciones como verdaderos divertimentos de lectura diaria; dos exploradores de la vida en Francia y España, respectivamente a partir de las historias íntimas de sus personajes.

 

 

“Vi Hiroshima mi amor como cinco veces. Duras fue guionista de esta película, una de las grandes obras de la nueva ola. El diálogo es prácticamente en verso, y a partir de ahí tú te desplazas. Ella tiene otro libro muy interesante El amante de la China del norte, que filmaron como El amante. Pero diría que salvo Hiroshima mi amor, que en realidad es un guión cinematográfico, las adaptaciones de novelas son muy pobres. Mejor no las veo, sobre todo cuando tengo un buen recuerdo de la novela. Duras me parece una escritora con gran éxito.”

 

 

La oportunidad para hacer un contrapunto entre dos españoles surge entonces: observadores fieles de la historia de España, Benito Pérez Galdós y Arturo Pérez Reverte acuden como salvamento en la testificación narrativa de la historia de este país.

 

 

“El otro día hice un experimento. Comparé el episodio de Pérez Galdós sobre Cádiz con el trato que hace Arturo Pérez Reverte sobre el sitio de Napoleón a este mismo puerto. Vi la diferencia de enfoques y obviamente estilística en una misma época, de una misma ciudad, de un autor del XIX con un autor contemporáneo.”

 

 

“Pérez Galdós es uno de los decimonónicos más cabales. Es un gran retratista de la España del siglo XIX y épocas anteriores. En tanto que Pérez Reverte tiene dos cosas: en su libro sobre el sitio de Cádiz (El asedio), su prosa tiene mucho movimiento y trata de recuperar el lenguaje original del momento. Por eso Pérez Reverte está en la Real Academia Española, y qué bueno que está ahí. Su obra es mucho mas aventurera que la de Pérez Galdós, que tiene novelas más analíticas, de costumbres y de política. Pérez Reverte escribe novelas más dinámicas.”

 

*FOTO: Las selecciones de Margarita Peña como lectora abarcan desde la literatura del Siglo de Oro hasta autores como Marguerite Duras, Benito Pérez Galdós y Arturo Pérez Reverte/ Ramón Romero/EL UNIVERSAL

 

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