“A Felipe Ángeles aún se le escatima la gloria”
POR YANET AGUILAR SOSA
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En 1991, Ignacio Solares le puso punto final a su libro La noche de Ángeles, que pronto se convirtió en lectura de preparatorias y universidades. Hoy, a 25 años, esa novela revitaliza al personaje, el general Felipe Ángeles, y permite al autor volver a reflexionar sobre ese militar y sobre este México. “No sé si sea un exceso pero qué falta nos haría en este momento, en el poder, un Felipe Ángeles o muchos Felipes Ángeles. Qué falta nos haría en cuanto a su inteligencia, integridad, honestidad, incorrupción, e incluso en cuanto a su concepto espiritual”.
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El narrador, nacido en Ciudad Juárez, Chihuahua, en 1945, asegura que por desgracia una de las mayores pobrezas en las que vivimos es precisamente la pobreza de los valores que caracterizaron a Ángeles. “Sin embargo, pienso que este país no ha de ser tan mal país puesto que permitió que en él naciera un Felipe Ángeles”.
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Solares, quien es uno de los grandes oficiantes de la novela histórica, asegura que a casi cien años de la muerte de Ángeles –murió fusilado en Chihuahua, el 23 de noviembre de 1919–, este gran hombre y estratega militar todavía nos permite tener esperanzas de que “por ahí, quizás por alguna equivocación de la naturaleza y de la política, surja otro Felipe Ángeles que nos venga a rescatar”.
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A lo largo de los años, Ignacio Solares ha publicado otras novelas históricas que han tenido gran recepción, allí están Madero, el otro, Columbus, Ficciones de la Revolución Mexicana y Un sueño de Bernardo Reyes; sin embargo, ninguno de estos fue escrito con tal encantamiento y de manera tan febril como La noche de Ángeles.
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Es un libro muy especial para el colaborador de EL UNIVERSAL, “quizás mi libro predilecto”, apunta; y por suerte no ha parado de circular. “Me gusta pensar que yo puse un granito de arena para revaluar y configurar la imagen del general Ángeles, quien por desgracia no está en el museo de los consagrados por la voz popular. ¿Qué es lo que te lleva a estar en ese cementerio de los muy conocidos? Por ejemplo, a mí me parece muchísimo más importante Felipe Ángeles que Álvaro Obregón, sobre todo con los valores morales de Ángeles”, afirma Solares.
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El escritor que fuera becario de la Fundación Guggenheim y que en 2008 recibió el Premio Fernando Benítez por su trayectoria en el Periodismo Cultural y Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2010, asegura que Ángeles fue un hombre de fe, un hombre que muere muy valerosamente, y que realmente se entregó y sacrificó por la causa revolucionaria, y que le dio la vida a su país de una forma íntegra.
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Cuando se le pregunta si valió la pena que Ángeles diera la vida por México. Responde veloz: “Claro que valió la pena, porque finalmente cumplió un destino y yo sí creo que se reencontró con Madero. Madero era espiritista y Ángeles era muy cristiano, finalmente participaban de lo mismo, participaban del gran y mayor misterio, hay algo más que lo que estamos viendo”.
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Sin embargo, a casi un siglo de su muerte, a Ángeles aún se le escatima la gloria y todavía tan menospreciado, ni se reconoce su inteligencia, su honestidad, que haya sido un gran estratega, el gran estratega por el que Francisco Villa ganó la Batalla de Zacatecas.
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“Por eso digo que quise poner mi granito de arena, creo que ‘este mundo es de los malos, no de los buenos’ –ahí tienes una minucia–, no nos engañemos. Por eso da miedo que gane Donald Trump, porque los locos y los mentirosos y los cretinos y los egoístas siempre llegan al poder y son los que valora la historia; en cambio las figuras nobles, generosas, buenas pues no tienen chiste, por algo se lee más el Infierno de Dante que el Paraíso”, dice el autor de Delirium tremens.
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Veloz, Ignacio Solares agrega: “Ese es el problema, que Ángeles es un personaje que tiene demasiados valores buenos como para llamar la atención. En cambio tú dices: mira cómo en la historia está Napoleón; el propio Obregón era un asesino y mira el lugar que se le da, hasta monumento le pusieron y su mano la conservaron en formol. En cambio Felipe Ángeles es un hombre demócrata. Por eso digo que hay que tener fe en que algún día imperarán los Felipe Ángeles sobre los Álvaro Obregón”.
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La noche de Ángeles (Tusquets, 2016) es espiritual, melancólica, casi triste. En una noche sin estrellas de 1918 el general Felipe Ángeles cruza las aguas del Río Bravo para volver a México, harto del delirio de poder y dinero que habita el corazón de Estados Unidos; vuelve dispuesto a morir fusilado, en batalla o en una prisión fría, pero en la búsqueda de la libertad y la justicia. Ignacio Solares retrató a un hombre desencantado.
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“Era un gran tipo que se sabía un militar y no un político, y un militar con toda su capacidad de honor, honestidad e integridad, era un hombre realmente con grandes valores, por eso cuando está en Nueva York siente rechazo ante ese espejismo que es Estados Unidos en cuanto a poder, dinero y fama. Yo estoy seguro que por lo pronto Felipe Ángeles nunca hubiera invitado a Trump a México”, afirma Solares y vuelve a soltar esa carcajada que siempre lo acompaña en el rostro de cejas pobladas.
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Ignacio Solares reconoce que le gusta mucho escribir novela histórica, un género al que dice haber entrado por la puerta de atrás. “Yo no soy historiador, yo entré a la historia por la puerta trasera” y entró mediante los escritos espiritistas de Francisco I. Madero, allí en esos textos se topó con el general Felipe Ángeles.
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Actualmente está muy concentrado en las “Minucias” que publica semana a semana en EL UNIVERSAL, y aventura al vuelo una nueva minucia: “En pocas palabras, son muy exigentes”. Ríe y luego apunta: “Estoy muy clavado en las ‘Minucias’, pero también estoy escribiendo cuentos, casi todos cuentos cortos que ya saldrán el año que entra”.
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“Estoy haciendo la Revista de la Universidad de México y estoy con mis clases. No tengo ahorita en mente ningún proyecto amplio, porque además me tienen que llegar, me tengo que enamorar del personaje, me han ofrecido escribir sobre Porfirio Díaz, sobre el propio Obregón, sobre Carranza. No, no, no. Yo creo que tiene que tener algo, sobre todo algo misterioso. Si tú ves todos tienen algo espiritual, religioso. Desgraciadamente yo estudié con jesuitas, no niego la cruz de mi parroquia”, concluye.
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FOTO: Ignacio Solares, La noche de Ángeles, México, Tusquets, 2016, 208 pp.
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