Adiós a la pax narca
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Los asesinatos de dos activistas huicholes y del hijo del director de un semanario reflejan la nueva lógica del crimen organizado en Jalisco
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POR FRANCISCO VÁZQUEZ Y ALBERTO SPILLER
Guadalajara. En Jalisco la violencia, como los temblores, parece volver cada cien años. La Comala rulfiana podría muy bien ser San Gabriel, pueblo donde se cree que nació el escritor y donde, debido al cultivo de mariguana y amapola que florece en esa zona del Sur del estado, desapariciones y ejecuciones son el pan de cada día.
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El periodista Diego Petersen considera que hay regiones en donde los grupos criminales le quitan al estado dos grandes monopolios que le dan sentido: el de la violencia y el cobro de impuestos. “Si tú tienes un grupo que ejerce más violencia que las instituciones del estado y además son capaces de cobrarte el derecho de piso, es cuando se empieza a hablar del estado fallido”, dice.
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Esta semana se cumplieron 24 años del homicidio del cardenal de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo, un hecho que dejó una marca en Jalisco y que visto en retrospectiva, muestra que fue una señal de que el modelo de distintos cárteles vinculados o tratando de ser administrados por diferentes agencias del estado, no estaba funcionando. Que había un choque entre ellos, que no iban a convivir pacíficamente.
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Desde entonces hasta ahora el caso Posadas huele a prehistoria ante el alud de acciones, hechos y sucesos. De la descomposición de los cárteles y la creación ahora de grupos territoriales con una lógica distinta; se calcula que hay 270 grupos del crimen organizado con una lógica territorial. “Hoy hay menos certeza de dónde estamos parados y hay menos claridad de a quién nos estamos enfrentando”, comenta Petersen.
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Del norte al sur
En Jalisco en los últimos días se presentaron dos hechos de sangre en regiones distintas que tuvieron impacto a nivel nacional y que reflejan, en cierto sentido, esta nueva lógica territorial del crimen organizado. El wixárika (huichol) Miguel Vázquez Torres y su hermano Agustín fueron asesinados el 20 de mayo, en la comunidad de Tuxpan de Bolaños. El caso cobró relevancia porque Vázquez fue presidente del Comisariado de Bienes Comunales de San Sebastián Teponahuaxtlán, cargo que dejó apenas en marzo pasado. La comunidad wixárika de Tuxpan y San Sebastián han logrado la restitución de tierras en manos de mestizos nayaritas, y Miguel jugó un papel importante como autoridad tradicional indígena. El otro tema en la Sierra Madre jalisciense es la presencia de grupos territoriales. Las autoridades tradicionales le exigieron apoyo al Fiscal General para recuperar el control en su territorio.
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Y el 15 de mayo, en Autlán, fue asesinado el joven Jonathán Rodríguez, hijo de Héctor Rodríguez, director del semanario El Costeño. En el atentado resultó herida la madre de Jonathán y esposa de Héctor. Autlán se encuentra en la costa sur del estado, zona de influencia del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Alberto García Ruvalcaba, columnista del diario Mural de Guadalajara reparaba, a propósito del centenario del natalicio de Juan Rulfo, en que Pedro Páramo es el relato fiel de una comunidad sin estado de derecho. “Es la biografía de un cacique, pero sobre todo es la historia común de una sociedad sin autoridad, el retrato de la violencia propia de la anarquía”. Ahora los Pedro Páramo de Jalisco son otros.
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“Somos el CJNG”
Cuando vieron las dos camionetas rebasándolos “echas la madre”, los tres tripulantes del coche pensaron: “Manejan como judiciales”. Eran las 9 y media de la mañana del primero de mayo del 2015. Había tráfico. Esto no impidió que alcanzaran a la Cherokee y la Tundra en una curva, donde obstruían ambos carriles. Las camionetas bajaron la velocidad. “¿No que tanta prisa?”, dijeron. Luego se detuvieron.
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De éstas descendieron dos comandos de hombres encapuchados y con armas largas. Un sujeto bajó al chofer del coche, lo encañonó y le ordenó que se tirara al piso. Mientras se agachaba despacio, intentando no hacer movimientos bruscos, escuchó que otros gritaban: “¡Lárguese, corriendo, a la verga!”. Estaba boca abajo en la cuneta de la carretera. “¡Quémelo!, ¡quémelo!”, gritó otro. Cuando pudo levantar la vista, a pocos metros de él, vio a su coche en llamas. Se arrastró, se fue incorporando poco a poco y vio que las camionetas se habían ido. Que además del suyo había otros tres coches incendiados. A un señor le dio una crisis nerviosa cuando lo vio salir de entre las llamaradas y el humo. “Pensaban que estaría muerto”.
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Esta acción del kilometro 37 de la carretera Guadalajara-Colima, fue uno de los 27 narcobloqueos realizados ese día en Jalisco por sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación. Y también fue el día en que la organización criminal liderada por Nemesio Oceguera El Mencho demostró su poderío frente a las autoridades y la opinión pública, en respuesta a la Operación Jalisco, una estrategia coordinada entre el Ejército y los gobiernos federal y estatal para atacar, principalmente, a ese cártel.
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Según la DEA, en la actualidad el CJNG es el cártel más poderoso. Tiene presencia en varios estados, tanto en el sur como el norte del país, pero es en el Occidente de México y principalmente en Jalisco, donde está asentado y donde se conformó en la última década. Dante Haro Reyes, investigador de la Universidad de Guadalajara y experto en temas de seguridad, sitúa su origen en un suceso clave para la historia reciente del narco en Jalisco: el abatimiento por parte del Ejército de Ignacio Coronel, lugarteniente del cártel de Sinaloa en Jalisco, en un operativo realizado en Zapopan el 29 de julio de 2010.
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A raíz de esto, y de la caída de los hermanos Valencia, líderes del aliado Cartel del Milenio, terminó en el estado lo que Haro Reyes define como pax narca, dando inicio a una atomización de cárteles. En ese contexto, hay una escisión al interior del cártel, en particular entre el grupo fiel a Coronel, que se denominaba La Resistencia, y los de la nueva generación. Estos últimos fueron adquiriendo poder, sobre todo administrando el gran negocio que había dejado Coronel, el “Rey del Ice”: la producción de metanfetaminas, en la que Jalisco es el número uno a nivel nacional.
Aspecto de un laboratorio clandestino sintéticas en el que se elaboraban drogas sintéticas en el municipio de Concepción de Buenos Aires, Jalisco., asegurado en septiembre de 2015 por la Procuraduría General de la República./Cuartoscuro.