Adiós a la pax narca

May 27 • Conexiones • 3114 Views • No hay comentarios en Adiós a la pax narca

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Los asesinatos de dos activistas huicholes y del hijo del director de un semanario reflejan la nueva lógica del crimen organizado en Jalisco

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POR FRANCISCO VÁZQUEZ Y ALBERTO SPILLER

Guadalajara. En Jalisco la violencia, como los temblores, parece volver cada cien años. La Comala rulfiana podría muy bien ser San Gabriel, pueblo donde se cree que nació el escritor y donde, debido al cultivo de mariguana y amapola que florece en esa zona del Sur del estado, desapariciones y ejecuciones son el pan de cada día.

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El periodista Diego Petersen considera que hay regiones en donde los grupos criminales le quitan al estado dos grandes monopolios que le dan sentido: el de la violencia y el cobro de impuestos. “Si tú tienes un grupo que ejerce más violencia que las instituciones del estado y además son capaces de cobrarte el derecho de piso, es cuando se empieza a hablar del estado fallido”, dice.

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Esta semana se cumplieron 24 años del homicidio del cardenal de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo, un hecho que dejó una marca en Jalisco y que visto en retrospectiva, muestra que fue una señal de que el modelo de distintos cárteles vinculados o tratando de ser administrados por diferentes agencias del estado, no estaba funcionando. Que había un choque entre ellos, que no iban a convivir pacíficamente.

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Desde entonces hasta ahora el caso Posadas huele a prehistoria ante el alud de acciones, hechos y sucesos. De la descomposición de los cárteles y la creación ahora de grupos territoriales con una lógica distinta; se calcula que hay 270 grupos del crimen organizado con una lógica territorial. “Hoy hay menos certeza de dónde estamos parados y hay menos claridad de a quién nos estamos enfrentando”, comenta Petersen.

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Del norte al sur

En Jalisco en los últimos días se presentaron dos hechos de sangre en regiones distintas que tuvieron impacto a nivel nacional y que reflejan, en cierto sentido, esta nueva lógica territorial del crimen organizado. El wixárika (huichol) Miguel Vázquez Torres y su hermano Agustín fueron asesinados el 20 de mayo, en la comunidad de Tuxpan de Bolaños. El caso cobró relevancia porque Vázquez fue presidente del Comisariado de Bienes Comunales de San Sebastián Teponahuaxtlán, cargo que dejó apenas en marzo pasado. La comunidad wixárika de Tuxpan y San Sebastián han logrado la restitución de tierras en manos de mestizos nayaritas, y Miguel jugó un papel importante como autoridad tradicional indígena. El otro tema en la Sierra Madre jalisciense es la presencia de grupos territoriales. Las autoridades tradicionales le exigieron apoyo al Fiscal General para recuperar el control en su territorio.

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Y el 15 de mayo, en Autlán, fue asesinado el joven Jonathán Rodríguez, hijo de Héctor Rodríguez, director del semanario El Costeño. En el atentado resultó herida la madre de Jonathán y esposa de Héctor. Autlán se encuentra en la costa sur del estado, zona de influencia del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Alberto García Ruvalcaba, columnista del diario Mural de Guadalajara reparaba, a propósito del centenario del natalicio de Juan Rulfo, en que Pedro Páramo es el relato fiel de una comunidad sin estado de derecho. “Es la biografía de un cacique, pero sobre todo es la historia común de una sociedad sin autoridad, el retrato de la violencia propia de la anarquía”. Ahora los Pedro Páramo de Jalisco son otros.

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Somos el CJNG”

Cuando vieron las dos camionetas rebasándolos “echas la madre”, los tres tripulantes del coche pensaron: “Manejan como judiciales”. Eran las 9 y media de la mañana del primero de mayo del 2015. Había tráfico. Esto no impidió que alcanzaran a la Cherokee y la Tundra en una curva, donde obstruían ambos carriles. Las camionetas bajaron la velocidad. “¿No que tanta prisa?”, dijeron. Luego se detuvieron.

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De éstas descendieron dos comandos de hombres encapuchados y con armas largas. Un sujeto bajó al chofer del coche, lo encañonó y le ordenó que se tirara al piso. Mientras se agachaba despacio, intentando no hacer movimientos bruscos, escuchó que otros gritaban: “¡Lárguese, corriendo, a la verga!”. Estaba boca abajo en la cuneta de la carretera. “¡Quémelo!, ¡quémelo!”, gritó otro. Cuando pudo levantar la vista, a pocos metros de él, vio a su coche en llamas. Se arrastró, se fue incorporando poco a poco y vio que las camionetas se habían ido. Que además del suyo había otros tres coches incendiados. A un señor le dio una crisis nerviosa cuando lo vio salir de entre las llamaradas y el humo. “Pensaban que estaría muerto”.

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Esta acción del kilometro 37 de la carretera Guadalajara-Colima, fue uno de los 27 narcobloqueos realizados ese día en Jalisco por sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación. Y también fue el día en que la organización criminal liderada por Nemesio Oceguera El Mencho demostró su poderío frente a las autoridades y la opinión pública, en respuesta a la Operación Jalisco, una estrategia coordinada entre el Ejército y los gobiernos federal y estatal para atacar, principalmente, a ese cártel.

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Según la DEA, en la actualidad el CJNG es el cártel más poderoso. Tiene presencia en varios estados, tanto en el sur como el norte del país, pero es en el Occidente de México y principalmente en Jalisco, donde está asentado y donde se conformó en la última década. Dante Haro Reyes, investigador de la Universidad de Guadalajara y experto en temas de seguridad, sitúa su origen en un suceso clave para la historia reciente del narco en Jalisco: el abatimiento por parte del Ejército de Ignacio Coronel, lugarteniente del cártel de Sinaloa en Jalisco, en un operativo realizado en Zapopan el 29 de julio de 2010.

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A raíz de esto, y de la caída de los hermanos Valencia, líderes del aliado Cartel del Milenio, terminó en el estado lo que Haro Reyes define como pax narca, dando inicio a una atomización de cárteles. En ese contexto, hay una escisión al interior del cártel, en particular entre el grupo fiel a Coronel, que se denominaba La Resistencia, y los de la nueva generación. Estos últimos fueron adquiriendo poder, sobre todo administrando el gran negocio que había dejado Coronel, el “Rey del Ice”: la producción de metanfetaminas, en la que Jalisco es el número uno a nivel nacional.

Aspecto de un laboratorio clandestino sintéticas en el que se elaboraban drogas sintéticas en el municipio de Concepción de Buenos Aires, Jalisco., asegurado en septiembre de 2015 por la Procuraduría General de la República./Cuartoscuro.


Aspecto de un laboratorio clandestino sintéticas en el que se elaboraban drogas sintéticas en el municipio de Concepción de Buenos Aires, Jalisco., asegurado en septiembre de 2015 por la Procuraduría General de la República./Cuartoscuro.

Aspecto de un laboratorio clandestino sintéticas en el que se elaboraban drogas sintéticas en el municipio de Concepción de Buenos Aires, Jalisco., asegurado en septiembre de 2015 por la Procuraduría General de la República./Cuartoscuro.

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La tragedia de los desaparecidos

Esperanza Chávez forma parte de “Por amor a ellxs”, asociación de personas que comparte el tener familiares desaparecidos y el calvario de buscarlos: “Si no lo hacemos nosotros, nadie los busca. Ni la Fiscalía ni el Ministerio Público”. El hermano de Esperanza desapareció hace tres años cuando iba en su vehículo por una de las avenidas más transitadas de Guadalajara, la López Mateos.

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El asombro parece no tener fin. El lunes pasado, Esperanza acudió al Servicio Médico Forense de Guadalajara, junto con otras nueve personas que, en representación de 400 familiares de desaparecidos, fueron citadas para reconocer cuerpos. “Nos enseñaron, en la computadora, las fichas de más de mil cadáveres no identificados de 2013 a la fecha. ¡Más de mil! Y nada de mujeres o cuerpos no reconocibles, puros hombres. Esto nos tiene impactadas. Hasta tienen un cementerio para tenerlos allí a todos”. De las 400 fichas que ellas tenían, no encontraron a ninguno de sus desaparecidos.

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Según Darwin Franco, académico y periodista especialista en el tema, Jalisco se ubica de manera constante entre los primeros cinco sitios por delitos de alto impacto. La organización Semáforo Delictivo reveló que en los primeros meses de 2017 Jalisco está entre los nueve estados del país que concentran el 60 por ciento de los homicidios perpetrados en el país, con un aumento con respecto al mismo periodo del año pasado. Y donde aumentan los crímenes, aumentan también las desapariciones.

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Éstas empezaron a crecer en 2011. Desde entonces y hasta marzo de este año, a través de multitud de solicitudes de transparencia, Franco ha contabilizado 4 mil 427 personas desaparecidas en Jalisco. Por su parte, la Fiscalía sólo reporta poco más de 2 mil 600, porque ellos “no contabilizan todos los casos que tienen en su base de datos”.

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“Desaparecen a personas para involucrarlas en sus actividades delictivas. Y se pueden considerar desapariciones forzadas porque ocurren con la complicidad de las autoridades”, comenta. Las desapariciones varían por zonas, dependiendo de las actividades delictivas del cartel: extracción de minerales o precursores químicos, producción de drogas sintéticas, sicariato, cultivo de mota o amapola. Es un problema que afecta a todo Jalisco: datos de la Fiscalía General muestran que de los 125 municipios de Jalisco, en 116 hay denuncias por desapariciones.

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“Es, en definitiva, una forma de trabajo forzado”, concluye Franco.

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Hablemos de reconciliación

Ante el estado criminal que prevalece y a la debilidad de las instituciones, se vuelve complejo hacer comunidad y co-producir seguridad. Este es un tema que ocupa a la académica de la Universidad de Guadalajara, María Eugenia Suárez.

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La violencia mantiene a la ciudadanía cada vez más ensimismada, la hace sentir más vulnerable y la hace refugiarse en vínculos no muy sólidos. “De las cosas que más preocupan es que hemos perdido y estamos negándonos de manera radical, a hablar de reconciliación. A hablar en clave de paz y refundación institucional”, dice Suárez, coordinadora del libro Violencia, seguridad y sociedad en México.

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En Jalisco la Fiscalía General del Estado y la policía de Guadalajara, más que coordinación, han mostrado sus diferencias públicamente. Y la Agencia Metropolitana de Seguridad, conformada el año pasado por el gobierno del estado y los nueve municipios conurbados de la zona metropolitana, tiene la apariencia de un elefante blanco.

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“Hay que impulsar consensos en la diferencia; trabajar para coincidir en lo posible y en la paz. No debemos permitir que la muerte siga siendo el pan nuestro de cada día”, concluye la académica.

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FOTO: Autobús de pasajeros incendiado en el periférico de Guadalajara durante el primer narcobloqueo registrado en esta ciudad, en agosto de 2012./Ignacio Reyes/EFE

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