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Los moneros se agruparon. Boligán, uno de los amigos más entrañables, llevó varias fotos para elegir la que acompañará al féretro; Helguera, mientras tomaba café y dijo con cierto humor: “Todos somos Naranjitos”. Para agregar: “Todos los caricaturistas contemporáneos de alguna manera nos dedicados a esto, inspirados por su trabajo, en mayor o en menor medida, indudablemente es la aspiración de todos nosotros ser como Naranjo”. José Hernández abrazó a sus compañeros y compartió con la prensa su sentir: “Yo creo que la caricatura, al ser un género que habla sobre los defectos morales de la gente en el poder, necesariamente tiene que ser hecha con absoluta ética, y eso es algo que toda la carrera de Naranjo nos enseñó a lo largo de varias décadas: una ética intachable. En estos momentos hacer periodismo está muy escasa de ella. Los caricaturistas tenemos en Naranjo un ejemplo que debemos seguir lo más dignamente posible”. Y el ilustrador Alejandro Magallanes estaba inconsolable: “Independientemente de su trabajo, el conocerlo personalmente es un privilegio en mi vida. Siempre imborrable la clase de persona que fue Rogelio y que se queda en todos sus amigos”, dijo con dificultad.

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Llegó también el etnólogo Sergio Raúl Arroyo, quien fuera director del Centro Cultural Universitario Tlatelolco en el año en que Naranjo donó su obra a la UNAM y más caricaturistas como Rafael Barajas El Fisgón.

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Así fue el adiós a la conciencia crítica del país y al dibujante que participó activamente en el Movimiento Estudiantil de 1968, para el cual creó sus pancartas y quien con Eduardo del Río, Rius, Helioflores y Emilio Abdala dieron vida a la revista de crítica política llamada La Garrapata; a quien trabajó en EL UNIVERSAL desde 1976.

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Adiós a Rogelio Naranjo, quien trazó durante 50 años al México que lo asombró por su historia y tradiciones, y lo indignó por su corrupción y por sus gobernantes. Y en el final de los finales, en la libreta de condolencias, una pluma anónima escribió: “Se nos fue en el fin de semana con la luna más grande que hemos tenido en años”. (Con información de Abida Ventura)

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Eduardo del Río, Rius

Rogelio Naranjo y yo no sólo fuimos colegas, también fuimos amigos. Se nos adelantó un poquito. Lo conocí hace muchos años y siempre quedó de manifiesto su trazo. Fui el primero que le publicó trabajos de humor, fue en un suplemento que hacíamos en la revista Sucesos, que se llamaba “El mitote ilustrado”. Ahí debutó Rogelio en, quizá, 1963. Él fue uno de mis grandes orgullos. Después, entre Rogelio y Helio Flores fundamos La Garrapata, en donde estuvimos trabajando por mucho tiempo. Con el tiempo me tuve que ir a Cuernavaca y nos dejamos de ver, pero constantemente nos hablábamos por teléfono, a veces coincidíamos en viajes de trabajo, etcétera. Con su muerte me siento apenado… no sé, creo que con él se fue uno de los más grandes dibujantes que ha dado este país. En Europa se le llegó a considerar como uno de los 10 grandes dibujantes del mundo, así que él debe ser un orgullo para México y para EL UNIVERSAL.

Cuando éramos jóvenes no nos dábamos cuenta de lo que estaba pasando, con el tiempo nos dimos cuenta de que con nuestro trabajo y con la valentía de enfrentarnos al gobierno y al Ejército, tuvimos la intención de abrir el campo para que hubiera más libertad de prensa en México, que hubiera más periódicos y revistas que aprovecharon la libertad que garantiza la Constitución, pero que los gobernantes casi nunca apoyan.

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Helioflores

“Es una pérdida muy grande para el periodismo en general y para EL UNIVERSAL como medio. Rogelio Naranjo deja un hueco muy grande no sólo en lo que es la caricatura sino en lo que es el periodismo honesto y de crítica. Si una persona fallece es muy lamentable, pero si esa persona además es periodista, pues yo como periodista lo lamento todavía más. Y si esa persona además es el mejor caricaturista de México, pues lo lamento todavía más. Creo que no solamente deja un hueco grande en el periodismo y en la caricatura, también deja muchas lecciones de periodismo. Ojalá que jóvenes caricaturistas vean sus trabajos como algo de lo que todos podemos aprender mucho.

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Rafael Barajas, El Fisgón

Rogelio Naranjo es mucho más que un caricaturista brillante, y que lo era. Fue, entre otras cosas, vanguardia de la libertad de expresión en este país, fue un líder de opinión importantísimo y, además de todo esto, un artista extraordinario. Un maestro en el mayor sentido de la palabra. Era un artista consumado, y dejó mucha escuela; estoy convencido de que mucha de la gente que trabaja hoy en día en diarios, revistas y todo eso se inspiró en el trabajo de Rogelio para hacer el suyo. Es una pérdida grave para el país, muy, muy lamentable. Estoy muy devastado; para todos nosotros ha sido una pérdida muy fuerte. Era una gente íntegra, capaz, gente como él no hay todos los días.

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Ángel Boligán

Rogelio fue literalmente un padre, un padre artístico para mí. Un entrañable amigo. Tengo mucha admiración por su trabajo. Sé lo que ha significado para los caricaturistas de México. Ha sabido imprimir un estilo audaz, crítico, perseverante. No puede decirse que pasarán años para que sea una leyenda porque hace mucho que Rogelio Naranjo es una leyenda. Perdurarán sus dibujos que afortunadamente están en la UNAM y que vamos a poder seguir disfrutando. Para mí fue un padre y como extranjero fue mi familia, cubría el espacio de mi familia. Fue un hombre congruente con su pensamiento, con su oficio y con vida, fue una persona honesta en su trabajo. Como caricaturistas seguiremos con su legado. A mí, en lo personal, me dejó un legado artístico y personal.

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Luis Carreño

Naranjo fue congruente con su forma de ser, de pensar y de actuar en la vida. Fue un hombre con una tendencia de izquierda, respetable, que hizo respetar, que la señaló en su trabajo profesional como caricaturista y como libre pensador. No hizo necesariamente una escuela, pero consolidó un estilo personal de dibujar que a unos les gustó y a otros no. Su línea siempre fue crítica y sobre todo fue una persona dedicada a su profesión, en todo sentido. Además, me parece que tuvo un gran público seguidor de su obra. Soy hijo de un gran caricaturista como Jorge Carreño y cuando él desapareció sentí que se había perdido una mente brillante, una mente honesta. Ahora, con la muerte de Naranjo, creo que se pierde un hombre que fue honesto y fiel a su ideología.

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Bulmaro Castellanos, Magú

Naranjo fue para mí el competidor más reñido. Traté siempre de ser un dibujante como él, no sé si él haya tratado de ser un dibujante como yo, pero sí sé que no pude dibujar como él. Es increíble la escuela que nos dejó en la caricatura y el respeto que le tuvo a la profesión. La caricatura a veces se confunde con política, pensamos que hacer cartones es hacer un comentario político y que no importa que el mono sea feo o improvisado, pero Naranjo siempre optó por aplicar el arte y su talento a la caricatura, le dio voz a la sociedad a través de un fino dibujo. Él siempre nos dijo, con su trabajo, que dibujáramos bien y que tuviéramos respeto por la caricatura. Fue uno de los poquísimos moneros que en su momento tuvo la libertad de total en la prensa y hacer la crítica a los gobiernos.

 

FOTOS: Cristopher Rogel/EL UNIVERSAL

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