Alfonso Cárcamo en la escena contemporánea

Ene 25 • Escenarios, Miradas • 4148 Views • No hay comentarios en Alfonso Cárcamo en la escena contemporánea

POR JUAN HERNÁNDEZ

La puesta en escena Los colibríes, de Garret Groenveld, se inscribe en la búsqueda de una nueva forma de producción del teatro que implica al espectador en el hecho escénico y se desarrolla en un espacio no convencional. La propuesta es de Alfonso Cárcamo (ciudad de México, 1974), director, actor y dramaturgo, quien desde los inicios de su quehacer artístico ha expresado un interés particular por renovar el lenguaje de la escena contemporánea.

 

Cárcamo busca generar una relación íntima con el espectador; esa es quizá su principal preocupación: compartir con el público una historia común, tocar fibras sensibles a partir de aquello que se discute en escena, en un espacio privado, produciendo complicidad a partir de la reflexión crítica sobre lo que ocurre en el mundo.

 

Los colibríes se inscribe en este modelo de creación artística. Se trata de una obra de gran sobriedad que expresa el carácter devastador de un sistema de explotación salvaje sobre lo esencialmente humano. El pensamiento de Groenveld exhibe impúdicamente a un mundo en donde los individuos son despojados de identidad, voluntad y deseo, para ser controlados por un aparato de Estado represivo.

 

El sistema del terror es echado a andar en contra del individuo, atado, por otro lado, a tareas que le son asignadas sin tomar en cuenta sus habilidades, formación o deseo. Una visión pesimista sobre el destino de la humanidad es la que en conjunto Groenveld y Cárcamo ofrecen en esta obra de sabor agrio y de contundencia discursiva.

 

La puesta en escena se realiza en el interior de un departamento, ubicado en el Centro Histórico de la ciudad de México, en donde sólo hay cupo para 17 personas, quienes son colocadas en sillas frente a una ventana que comunica a dos habitaciones.  Las actrices Diana Lein y Guadalupe Damián —becarias del programa de Creadores Escénicos del Fonca— ofrecen vida a las dos agentes que trabajan en una oficina de asignación de empleos.

 

Con vestimenta negra, las agentes trasmiten, a través del lenguaje corporal, una tensión, un estado de violencia, que se manifiesta en la interminable acción, casi militar, de sellar documentos y adjudicar empleos diversos a individuos cuya identidad se diluye en las estadísticas y los números.

 

El espectador observa la acción a través de la ventana que se convierte en un mirador de lo que ocurre en el mundo contemporáneo, haciendo énfasis en la explotación del humano por el capitalismo salvaje, el férreo control del Estado de vocación totalitarista, la guerra y el terrorismo azuzando la paranoia en la convivencia social cotidiana.

 

La seguridad del espectador en la penumbra se interrumpe con la ruptura de la “cuarta pared”, en el momento en que las actrices entran en la habitación ocupada por el público y ponen en tela de juicio la existencia de la línea divisoria entre la ficción y la realidad. El espectador es expuesto e incluido en la acción escénica.

 

Resalta la complejidad de la reflexión sobre la condición humana, discurriendo en una aparente sencillez de la puesta en escena, que es esencial en su construcción al renunciar al gran aparato del teatro tradicional. En el montaje se utilizan pocos elementos de utilería: una mesa, dos sillas, papeles, lápices, y esa ventana de significación sustancial, a través de la cual se aprecia la acción de las actrices y en donde se proyectan números, estadísticas y gráficas.

 

Los colibríes es el resultado de un trabajo de experimentación y riesgo en el campo del lenguaje escénico contemporáneo. Alfonso Cárcamo, autor de obras como Acto de fuga (2002), Sara y el silencio (2004), Suicidios mínimos(2007), Descomposición (2008); y junto con Luis Ayhllón creador del programa Salas de urgencia,  se coloca en la insurgencia de un teatro que busca incidir de manera inmediata en un público específico, a partir de la discusión urgente de los temas que le atañen a la humanidad en el mundo contemporáneo.

 

*Los colibríes, de Garret Groenveld, traducida por Beatriz Cabur, y dirigida por Alfonso Cárcamo, con las actuaciones de Diana Lein y Guadalupe Damián, se escenifica en Isabel la Católica 13, interior 505, Centro Histórico, jueves, viernes, sábados y lunes a las 19 horas, y domingos a las 18 horas. Las reservaciones se hacen a través de la dirección electrónica: [email protected]

 

*Fotografía: Diana Lein y Guadalupe Damián dan vida a dos agentes que trabajan en una oficina de asignación de empleos/Arturo López/CONACULTA.

 

 

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