La fe en tiempos convulsos

Jun 30 • Reflexiones • 3548 Views • No hay comentarios en La fe en tiempos convulsos

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La intolerancia religiosa que se vivió en Tabasco durante la década de 1930 da pie a la novela El pacto de la hoguera, de Alfredo Núñez Lanz, donde sus protagonistas descubren cómo su amistad siempre renace del fuego aun en momentos de prohibiciones

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POR RODRIGO MENDOZA

Narrada a dos voces en tiempos y espacios diferentes, la primera novela de Alfredo Núñez Lanz, también cuentista y editor, reconstruye una época turbia de principios del siglo XX en México en la que el socialismo y el catolicismo no podían convivir en el mismo lugar. Emplazada entre Tabasco y la Ciudad de México, El pacto de la hoguera es la historia de una amistad tan fracturada como la sociedad que la enmarca. Para Núñez Lanz, el conflicto religioso que relata adquiere otro matiz cuando se involucran no sólo ideologías distintas sino también personalidades y escenarios diferentes. Esta novela nos acerca a un tiempo -terriblemente semejante, todavía, al nuestro- en el que la fe no era suficiente para afrontar la sanguinaria realidad. La violencia y la intolerancia no tenían límites geográficos -igual que ahora- y se extendía desde la lejana provincia hasta la, por entonces medianamente, urbanizada capital del país.

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Dos jóvenes, otrora amigos de toda la vida, ven desmoronarse su relación por factores ideológicos en los que la tolerancia y el respeto no tienen cabida. El extremismo que se cierne sobre las páginas de esta obra, si bien no resulta totalmente abrumador en su concepción literaria, sí da suficientes pinceladas como para acercar al lector a un punto de la historia nacional que pocas veces ha encontrado el tiempo de ser analizado a profundidad. Núñez Lanz no sólo halla una buena historia con interesantes personajes, también configura toda una cadena de acontecimientos que poco a poco levantan el vuelo de una obra que, conforme avanza, alcanza altos niveles de tensión dramática y homoerótica.

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La historia nos lleva por las caídas y golpes que rodean la vida de José y Amador: el primero, un comerciante radicado en la Ciudad de México con toda la intención de comenzar una nueva vida; el segundo, un muchacho lleno de resentimiento, de amor no correspondido y de confusión ante su incipiente homosexualidad. Así, la religión, la corrupción, el salvajismo y la ferocidad rodean a estos dos hombres cuya vida no deja de transformarse. Procedentes de un Tabasco conflictivo y lleno de prohibiciones en el que se quemaban templos e ídolos religiosos, ambos llegan a una ciudad que no admite forasteros, que no perdona los pecados y no acepta el arrepentimiento.

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El pacto de la hoguera se las arregla para abordar lo trágico sin alcanzar niveles lacrimógenos ni caer en la victimización. Ese es un logro encomiable, aunque es entendible que haya lectores que esperen derramar lágrimas y soltar gritos de indignación en medio de la lectura de este tipo de historias que involucran persecuciones religiosas que históricamente han hecho surgir mártires de entre las sombras. Núñez Lanz, en lugar de eso, se encarga de dimensionar, lo mejor posible, a sus personajes para que la tragedia pase a un segundo plano en pos del retrato de un distanciamiento entre la amistad y la tolerancia, entre la reprobable relación de la violencia con la libertad de culto que el llamado “progreso” trajo consigo. Pero, por encima de todo, el mayor mérito de este joven escritor es construir personajes que dentro de sí mismos encierran más defectos que virtudes. Núñez Lanz entiende que la religión y la amistad no escapan a la codicia, la corrupción, la locura y a la degradación. Así, en estas páginas vemos atrocidades cometidas impunemente bajo la influencia del poder que otorga la violencia y la falsa superioridad.

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Muy lejos de ser un canto defensivo a la libertad de culto o a la perseverancia de la fe en medio de la desgracia, El pacto de la hoguera se transforma en un compendio de perspectivas individuales golpeadas por la violencia y la intolerancia y se acerca a la manera en la que las consecuencias de estos sucesos han forjado parte de la identidad nacional. Quizás se podría reprochar al escritor un poco su falta de indagación histórica en los hechos que relata, puesto que la contextualización que ofrece, aunque suficiente, no resulta exhaustiva. La matanza en la iglesia de San Juan Bautista en Coyoacán, acaecida en 1934 y que era uno de los acontecimientos principales que rodeaban históricamente a esta narración, por ejemplo, es vista sólo de refilón. Pero a fin de cuentas, esta novela se vale de sus logrados personajes y en su prosa para sostenerse y la ausencia de discurso histórico, si bien la habrían podido llevado a la plenitud, tampoco le resta muchos puntos.

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El pacto de la hoguera remite a una complicidad entre dos hombres nacida del fuego, de la oscuridad, del arrebato. La novela resulta una lectura sobria que acorta la distancia entre las letras mexicanas contemporáneas y obras temáticamente similares que ya se habían escrito antes por plumas consagradas, como Oficio de tinieblas de Rosario Castellanos y Los recuerdos del porvenir de Elena Garro. Por su lado, Núñez Lanz aborda un tema espinoso, literariamente rico, y sale avante de la prueba precisamente porque no pretende reinterpretar la historia ni darle voz a personajes reales. En lugar de eso, justo como Garro y Castellanos, el escritor se vale de su pericia narrativa para tomar como pretexto hechos escabrosos que le sirven para echar un vistazo a las complejas emociones humanas que anidan en los corazones.

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FOTO: El pacto de la hoguera, Alfredo Núñez Lanz, México, Editorial Era, 2017, 135 pp. / Especial

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