“Animales 2081”: danza experimental
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POR JUAN HERNÁNDEZ
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La búsqueda de formas nuevas de expresión en la escena es uno los objetivo más relevantes en el quehacer de los creadores jóvenes. Ese es el caso de Jennifer Moreno —egresada de la carrera en Literatura Dramática y Teatro de la UNAM— y Viko Hernández, quienes realizan el espectáculo Animales 2081, que se presenta en el Teatro Benito Juárez.
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La obra, creada y dirigida por Moreno, expresa la manera de pensar el mundo a través del arte del movimiento, el cual es potenciado, como artefacto escénico, por el uso de la voz, la música y, sobre todo, de una atmósfera nostálgica y oscura.
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Tanto Moreno como Hernández —quien es autor del diseño de movimiento— expresan gran claridad respecto a las motivaciones que les hace estar en escena, con base en una escalofriante visión sobre el futuro de la especie humana; perspectiva determinada por el pesimismo, que es característico de la generación a la cual pertenecen.
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Es por eso que su obra, aunque corta y sin grandes despliegues de parafernalia escénica, resulta conmovedora. La agudeza de su mensaje llega sin filtros, por medio del tejido fino de recursos del teatro, la danza y la música. Elementos que sirven para construir el mundo hipotético, en el cual el hombre ha sido despojado de su “humanidad” y el control de la especie está a cargo de un poder incorpóreo pero omnipresente, expresado por la voz en off que da instrucciones sobre las conductas permitidas a los individuos supervivientes del apocalipsis.
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El piso del escenario ha sido dividido en dos áreas: una oscura y la otra blanca y luminosa. En el costado izquierdo hay una “jaula” con barrotes lumínicos, en donde el cuerpo de un individuo (“el animal”) se mueve lento e impaciente, como un felino en el espacio que le ha sido asignado a su existencia fuera de la naturaleza.
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“El animal”, interpretado por Viko Hernández, pone al hombre en el aparador de zoológico; no sólo despojado de su libertad sino de su condición humana. La reflexión sobre lo que significa el libre albedrío, la voluntad, la capacidad para pensar y sentir, subyace en el discurso de esta puesta en escena de corte futurista. El panorama ofrecido por Animales 2081 es implacable y devastador.
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Hernández, como intérprete, ha elaborado un código de movimiento condicionado por su origen orgánico y el simbolismo que emana de él va más allá de la imitación de un felino en cautiverio, toda vez que, en este caso, se trata de un hombre el que ha sido despojado de su humanidad y libertad, la cual ha sido reducida a los movimientos posibles en las dimensiones de una jaula.
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La transfiguración corpórea de Viko Hernández es impactante. Movimientos rutinarios en cuatro “patas” recuerdan al felino de zoológico que ha sido privado de la vida silvestre. El cuerpo del bailarín trasmuta entonces en otra forma del ser y se expresa con una suavidad que exige una concentración profunda al intérprete, quien debe encontrar en el “espacio interior” los impulsos animales primigenios, que también forman parte de su naturaleza, no obstante haber nacido en un mundo “civilizado”.
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Viko Hernández consigue una interpretación limpia y conmovedora. Por momentos es un felino, en otras un primate y, en algunos instantes, humano. Esa es la visión del futuro de la especie que los creadores escénicos tienen y así la expresa, sin cortapisas.
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El elenco lo completa Jennifer Moreno, quien es la visitante a quien, en ese mundo hipotético del futuro, se le permite relacionarse con el “animal”, para buscar un acoplamiento sexual y, sobre todo, afectivo. La intérprete hace uso de la voz: dice un texto, el cual se suma al vocabulario escénico que expresa el discurso sobre la deshumanización del mundo.
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La consecución del movimiento es extenuante, no en el sentido físico, pues hay una contención de cualquier expresión de virtuosismo en ese sentido; pero sí en la expresión de la lucha interna que libran los personajes para comprenderse y vincularse a través de una empatía afectiva y amorosa, a pesar de no hablar el mismo lenguaje.
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La propuesta escénica cuenta con el eficiente diseño de iluminación de Sara Ramos, que abona a la creación de una atmósfera de enfrentamiento, de acción y reacción, de intimidad y, al fin, de la aspiración máxima de libertad. No menos importante resulta el silencio que permite escuchar la respiración y el roce de los cuerpos de esos seres que son diferentes y semejantes al mismo tiempo.
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Animales 2081 deja un sabor de boca amargo y mucho en qué pensar sobre el destino de la humanidad. Se trata de un ejercicio que invita a la reflexión crítica, toda vez que renuncia a la expresión dancística convencional y a las fórmulas gastadas del arte coreográfico, para crear un vocabulario que habla sobre la deshumanización del mundo, con un dejo de nostalgia y de pesimismo sobre la manera en que nos relacionamos con la naturaleza.
*FOTO: Animales 2081, con la Compañía La paradoja del Gato, creación y dirección de Jennifer Moreno, con la interpretación de ella misma y Viko Hernández —beneficiario del Programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes 2015-2016—, se presenta en el Teatro Benito Juárez (Villalongín 15, Cuauhtémoc), martes y miércoles a las 20 horas, hasta el 4 de mayo. /Tania Victoria/Secretaría de Cultura de la Ciudad de México
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