Anthony Caro: Escultor revolucionario
POR ANTONIO ESPINOZA
En materia de escultura, el siglo XX inició marcado por Auguste Rodin, el maestro francés que recogió en su obra la tradición escultórica que va de Fidias a Miguel Ángel. Muy pronto, sin embargo, la escultura, que durante siglos fue identificada con el antropomorfismo y, a través de él, con la representación naturalista (es el arte que mejor encarna la idea del clasicismo humanista), entró en crisis. En un contexto vanguardista que buscaba la creación de un arte nuevo, radicalmente distinto del arte del pasado, la escultura antropomórfica resultaba obsoleta. La búsqueda de nuevas formas se convirtió en tarea primordial de los escultores. El objetivo era la refundación de la escultura desde los presupuestos vanguardistas, alejándola definitivamente de los principios y procedimientos de la escultura tradicional. El iniciador de esta revolución fue el italiano Umberto Boccioni, quien realizó en 1912 una obra cubista en relieve: Sviluppo di una bottiglia nello spazio.
Si bien numerosos escultores de aquella época se mantuvieron fieles al modelo antropomórfico, el proceso de deshumanización iniciado por Boccioni ya no podía detenerse. Picasso con una pieza tridimensional en forma de guitarra (1912), Duchamp con la invención del ready-made y Man Ray con sus objetos dadaístas, caminaron en ese sentido. Por su parte, autores como Jean Arp, Constantin Brancusi, Kurt Schwitters y los constructivistas rusos, iniciaron los primeros pasos hacia una escultura abstracta, sin referencias naturalistas; una escultura que renegara de la mimesis para aceptar nuevas ideas y conceptos; una escultura que incorporara nuevos materiales y nuevas técnicas. Fue un proceso de depuración que con el tiempo terminó en la abstracción.
Abstracción escultórica
A la mitad del siglo, brilla con luz propia la estrella del artista británico Henry Moore (1908-1986), autor de una escultura orgánica, figurativa, de una estilización exquisita, que con el tiempo culminará en la abstracción. Entre 1951 y 1953, trabajó con el maestro un joven artista llamado Anthony Caro, nacido en New Malden (Reino Unido) el 8 de marzo de 1924. Egresado de la Royal Academy of Arts de Londres, Caro realizó su primera producción escultórica, plenamente figurativa, bajo el magisterio de Moore. Su destino, sin embargo, era revolucionar la escultura y esta revolución no la iba a realizar de la mano de su maestro. Una exposición muy importante le señaló el camino: Modern Art in the United States (Tate Gallery, Londres, 1956). Esta muestra presentó el trabajo de los artistas norteamericanos representantes de la abstracción pospictórica (post-painterly abstraction). La renovación de la escultura británica no tardó mucho y Caro la encabezó.
En los años sesenta, Anthony Caro realizó varios viajes a Estados Unidos. En Nueva York se relacionó con el influyente crítico Clement Greenberg, con los pintores Kenneth Noland y Jules Olitsky y con el escultor David Smith (1906-1965). En la Urbe de Hierro se sumó a la sensibilidad post-painterly. De Smith aprendió el nuevo concepto: convertir a la escultura en una caligrafía volumétrica en acero soldado y pintado. Caro, que ya trabajaba con materiales industriales, comenzó entonces a construir esculturas calificadas como “escrituras espaciales”, obras tridimensionales de acero que requieren del suelo y no del pedestal para imponer su presencia. Se trata de una escultura planimétrica, basada en una geometría simple que contrapone horizontales y verticales con estructuras totalmente dispares, y cuyo carácter cromático, abierto y lineal remite evidentemente a la abstracción pospictórica de Noland y Olitsky.
La primera exposición individual de Anthony Caro (Whitechapel Art Gallery, Londres, 1963) fue todo un acontecimiento. Surgió así el artista que encabezó en los años sesenta el nuevo rumbo de la escultura, que se dio en llamar Constructed Sculpture. Tras esta muestra, el movimiento conocido como New Generation, integrado por artistas británicos, en su mayoría colaboradores o discípulos de Caro en la St. Martin’s School of Art de Londres, inició sus actividades. El grupo presentó su trabajo por primera vez en la exposición: The Peter Stuyvesant Foundation: The New Generation 1965, realizada en la Whitechapel Art Gallery entre marzo y abril de ese año. Participaron en la muestra nueve artistas: David Annesley, Michael Bolus, Philip King, Roland Piché, Christopher Sanderson, Tim Scott, William Tucker, Isaac Witkin y Derrick Woodham. Deudores de los procedimientos industriales y de la abstracción pospictórica norteamericana, estos escultores confirmaron definitivamente el fin de la “fidelidad” a los materiales y al pedestal.
Anthony Caro participó en la que puede considerarse la exposición inaugural del minimalismo: Primary Structures: Younger American and British Sculptors (Jewish Museum, Nueva York, 1966). Construidas con rigor matemático y caracterizadas por una estética fría, las obras minimalistas exhibidas eran auténticas estructuras primarias, con formas simplificadas al máximo y con un objetivo más intelectual que emocional. Caro participó con Titan, una pieza de acero pintada de azul y dispuesta en el suelo. Para entonces ya se hablaba de una Escuela Escultórica Británica (dos exposiciones celebradas en la Tate Gallery así lo constataban), cuyo líder indiscutible era Caro. El maestro continuó produciendo durante las siguientes décadas, siendo fiel a sus principios, experimentando con nuevos materiales y a menudo haciendo maniera de sí mismo. Sir Anthony Caro murió el 23 de octubre pasado a los 89 años de edad.
*Fotografía: “Month of May” (1963), de Anthony Caro.
« La vigencia de un hombre necesario La Bohème de Giacomo Puccini: Una “nueva época” sin rumbo ni dirección »