Problemas que siguen sin solución
POR TOMÁS EJEA MENDOZA
I
Desde mi punto de vista, la constitución del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) en marzo de 1989 y del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) tres meses antes, apenas iniciado el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se inscribe en una misma medida de gobierno: una decisión política para recuperar la legitimidad perdida en la elección presidencial de 1988, calificada por muchos como fraudulenta. Considero que su fundación responde a la necesidad de crear una nueva relación con los principales actores sociales de la cultura, especialmente con los líderes de cada campo artístico[1] y en muchos aspectos, no atiende a una verdadera intención de reforma y modernización administrativa de la política cultural de nuestra época.
Efectivamente, más que generar una instancia administrativa que fuera capaz de enfrentar y solucionar los problemas de la política cultural, lo que en realidad se buscaba era darle una apariencia de democratización, tal como lo dice el presidente fundador del Conaculta, Víctor Flores Olea: “Carlos Salinas de Gortari le quería dar a la cultura una cara de izquierda, para equilibrar todo lo que en el plano económico iba a hacer por la derecha”, según dijo en una entrevista del 20 de febrero de 2009 con el autor de este artículo.
El Fonca, constituido como el eje de la política gubernamental federal hacia la promoción, fomento y estímulo a la creación artística —así lo dicen explícitamente los programas de las distintas administraciones: la de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto—, está estructurado institucionalmente para lograr dos objetivos: por un lado, que pueda generar un estímulo a la creación artística, pero, por el otro, que mantenga a los principales intelectuales y artistas líderes en su campo, conformes con el sistema de becas y prebendas de que dispone, lo que los lleva a mostrar una pasividad poco crítica hacia el gobierno. En este sentido le ha resultado útil y funcional a este. Por ello, en el sector cultural se registra una continuidad institucional desde 1988 hasta nuestros días. A pesar de la alternancia en el poder, los gobiernos priistas y panistas han tenido básicamente la misma política cultural en lo referente a las instituciones, a sus objetivos, e incluso en lo que respecta a los funcionarios que las dirigen.
Por eso, a 25 años de la creación del Fonca y del Conaculta y después de doce años en que el poder ejecutivo estuvo en manos del PAN, con respecto a la política cultural federal, no se puede hablar en realidad de un regreso del PRI pues la administración priista no acabó de irse en términos absolutos.
En primer lugar, las estructuras de gobierno, el Conaculta y el Fonca, son los mismos desde su fundación. En segundo lugar, continúan los mismos métodos: negociaciones de presupuesto de última hora, objetivos y metas sin claridad, utilización opaca de los recursos. En tercer lugar, las personas que se han encargado de la administración de las instancias de gobierno, como bien es sabido, son prácticamente las mismas.
II
El Fonca está diseñado con dos mecanismos de toma de decisiones de naturaleza distinta, pero que coexisten de manera integral. Un primer mecanismo, que se aboca a la selección de los beneficiarios de los programas, se realiza de manera horizontal, colegiada y participativa, puesto que en su mayoría son elegidos por comisiones conformadas por pares; en este sentido, se puede afirmar que el proceso de selección de los beneficiarios posee rasgos democráticos.
Sin embargo, el segundo mecanismo, que atañe a la forma en que los seleccionadores de esos beneficiarios son a su vez seleccionados, se realiza de una manera vertical, unipersonal y en gran medida discrecional. Esto es así debido a que las múltiples comisiones de selección de beneficiarios son elegidas fundamentalmente por un solo funcionario: el secretario ejecutivo del Fonca, que, valga decir, es elegido de manera vertical y directa por el presidente del Conaculta.
Así, el secretario ejecutivo es el fiel de la balanza en el ámbito artístico, en una lógica de decisiones verticales que tiene como eslabones anteriores al presidente del Conaculta y al presidente del país. La modalidad del ejercicio del poder en este segundo mecanismo se da como un poder en privado y se encuentra muy lejos de poder ser considerado como democrático.
En el discurso gubernamental sobre del Fonca se plantea que los creadores beneficiados son escogidos por otros creadores. Sin embargo, el espíritu democratizante tiene límites muy claros, pues son los grandes funcionarios —secretario ejecutivo del Fonca y presidente del Conaculta— quienes escogen a los seleccionadores de los beneficiados, lo cual les permite intervenir también de manera indirecta en todos los procesos de selección.
La existencia de este doble mecanismo ha producido que el Fonca esté en el centro de múltiples polémicas sobre sus bondades y deficiencias. Por un lado, están aquellos que afirman que los métodos de selección de los beneficiados y la distribución de los recursos son tramposos y amañados, al premiarse siempre a los mismos; y, por el otro, quienes afirman, haciendo énfasis en los métodos colegiados de asignación de recursos a través de pares, que entre las distintas posibilidades de ejercicio de recursos representa la mejor opción.
III
Este doble mecanismo en la toma de decisiones tiene consecuencias importantes en la distribución de los recursos económicos. En este sentido, resulta interesante analizar brevemente las características de la población que ha recibido apoyos del Fonca con lo cual se pueden localizar algunos grupos en los que su concentración es significativa.[2]
1. Distribución regional. Hasta 2006, el mayor número de solicitudes —según la información consignada en el libro Fonca: 18 años de inversión en el patrimonio vivo de México, editado por Conaculta en 2006—, 28,691, procede de las entidades federativas, mientras que las del DF suman 26,467. Sin embargo, el número de estímulos otorgados a proyectos provenientes de aquéllas resulta mucho menor (3,709) en comparación con los del DF (6,335). Esto es, mientras las solicitudes del DF representan 47% del total y las de las entidades federativas 53%, los estímulos otorgados al primero crecen hasta 64% en tanto que a las segundas descienden a 36%.
Es decir, mientras los creadores de los estados participan con objeto de acceder a los canales de desarrollo, tal como lo reflejan las 28,691 solicitudes, el Fonca, empeñado en centralizar, los rechaza a través de sus mecanismos de selección en beneficio de las solicitudes provenientes de la capital.
2. Distribución por edad. A partir de la información disponible en el libro citado en el inciso anterior, es posible concluir que el Fonca ha otorgado mayor número de estímulos a jóvenes creadores de entre 26 y 35 años (54% de los estímulos) mientras, por el contrario, a quienes menos estímulos ha otorgado es a aquellos mayores de 60 (4% de los estímulos).
Sin embargo, esta tendencia cambia drásticamente al comparar el monto de los recursos económicos otorgados. Los 230 beneficiarios del grupo de edad mayor a 61 años reciben más recursos económicos (199 millones de pesos) que el total de los 2,858 de los grupos de entre 26 y 35 años (194 millones de pesos).
Lo anterior significa que, al respecto, el Fonca ha promovido una doble directriz en la distribución de sus recursos: por un lado, un gran grupo de población joven recibe un monto relativamente pequeño de beneficios y, por el otro, un pequeño grupo de población de mayor edad concentra buena parte de los mismos.
3. Distribución individual o colectiva. Los programas del Fonca de convocatoria abierta son de tres tipos: los destinados en exclusiva a individuos, los que benefician en particular a colectivos y aquellos dirigidos tanto a unos como a otros. De manera significativa se destinan más recursos a los individuos (63%) que al resto (37%). Con esto se contradice claramente la idea de promover el trabajo grupal que ha pregonado el discurso gubernamental.
En resumen, se puede sostener que el Fonca lleva a cabo una política de concentración de recursos en tres rubros: uno, centraliza en el DF; dos, el monto económico beneficia mucho más a los creadores de mayor edad, y; tres, concentra los recursos financieros en proyectos individuales.
Estos tres tipos de concentración revelan que el Fonca promueve que los actores sociales determinantes en el campo de la creación artística sean individuos, del Distrito Federal y de mayor edad, lo cual corresponde a la figura del líder consolidado y con fuerte ascendencia en su disciplina. Con esto se puede ver que la figura del maestro respetado y poderoso en el campo artístico existe no sólo por la lógica que le imprime el propio campo artístico y la sociedad en su conjunto, sino que se ve apuntalada también, como aquí se muestra, por la manera en que opera la institucionalidad cultural, especialmente en la forma en que se dirigen los recursos económicos de las instancias gubernamentales, en este caso, el Fonca.
La tendencia se vuelve de relevancia especial, pues este grupo de creadores, además de concentrar los beneficios económicos, tienen un rol central en la selección del resto de los beneficiarios de todos los programas del Fonca. Con ello puede decirse que se produce y reproduce un grupo de notables que, al tiempo que obtienen parte sustancial de los patrocinios, también se ocupan de gran parte de las decisiones sobre el resto de los seleccionados.
IV
En este sentido, desde el punto de vista del discurso gubernamental, la creación del Conaculta y del Fonca buscaba dar solución a algunas de las principales problemáticas del subsector cultural:
1. Introducir homogeneidad en todo el subsector cultural con la posibilidad de hacer políticas y programas que permitieran una mejor planeación y organización y que tuvieran la posibilidad de trascender la coyuntura sexenal.
2. Dar una relativa autonomía al subsector, que le permitiera no depender directamente de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y que, como un órgano desconcentrado del gobierno, tuviera un presupuesto y una función autónoma.
3. Sentar las bases de funcionamiento, en las que más allá de los estilos y gustos personales, hubiera una lógica de programación estable que se alejara de los vaivenes políticos de estilos y personalidades.
4. Abrir un camino para dar mayor eficiencia y claridad a la utilización de los recursos, así como generar un mecanismo de transparencia frente a la comunidad artística en particular y frente a la población en general.
5. Establecer la posibilidad de que el financiamiento a la creación artística pasara de ser ejercido de manera discrecional, a una manera de ejercicio sustentada en un fondo financiero creado ex profeso para que la toma de decisiones la realizaran órganos colegiados en los que la comunidad cultural tuviera una presencia importante.
Así pues, a pesar de logros parciales, prevalecen todavía hoy las principales problemáticas que había en el sector cultural antes de su fundación: falta de autonomía en el ejercicio de sus recursos, pues su presupuesto es definido y administrado por la Secretaría de Hacienda y por la de Educación Pública; falta de corresponsabilidad en las principales toma de decisiones, pues, como afirma Eduardo Nivón en Políticas culturales en el tránsito de dos siglos (UAM-I, 2006), “el Conaculta es un Consejo sin consejeros”; los funcionarios son designados de manera vertical; carece de un estatuto jurídico que le dé legitimidad; sus diferentes instancias de acción, sobre todo el INAH y el INBA, se siguen desempeñando de manera aislada; hay una falta de transparencia en el ejercicio de sus recursos; y el problema nodal del sector cultural ha sido y sigue siendo la insuficiencia de fondos, pues los que se le asignan son muy inferiores a lo que recomienda la UNESCO para llegar a la meta de invertir 1% del PIB en el sector.
Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. Correo electrónico: [email protected]
[1] Un grupo de artistas que tuvo mucha influencia fue el constituido en torno a la figura de Octavio Paz y de la revista Vuelta. El mismo Octavio Paz, en la ceremonia de instalación del Conaculta —en la que fue el orador principal—, declaró a la prensa: “En gran parte lo aquí planteado [la creación del Conaculta] sí responde a mis expectativas” (La Jornada, 8 de diciembre de 1988).
[2] Toda esta información ha sido desarrollada con más detalle y profundidad en mi libro Poder y creación artística. Un análisis del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México, 2011.
*Fotografía: El 3 de marzo de 1989, la sección cultural de “El Universal” consignó la creación del Fonca/Hemeroteca El Universal.