Apostillas a una polémica

Jul 16 • destacamos, principales, Reflexiones • 6130 Views • No hay comentarios en Apostillas a una polémica

POR MARÍA RIVERA 

@mariarri_

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De poeta a poeta

La semana pasada, en esta mismas páginas, dediqué un artículo a contestar algunos de los argumentos vertidos en la polémica sobre México 20… El sábado 8 de julio, en el suplemento El cultural del periódico La Razón, aparecieron tres artículos que me aluden o me citan directamente, de las que me ocupo en este texto. El escritor Francisco Hinojosa, quien ya le había dedicado una columna al tema (“¿Puedo antologar tu antología?”) vuelve a ocuparse de él en “Una no-discusión con una sí-poeta”. En mi respuesta previa desmenucé los argumentos vertidos por Hinojosa en su primer artículo, en el que no me cita sino me alude. Celebro que finalmente haya decidido referirse a mí directamente y agradezco la generosa mención que hace de mi libro de poesía Hay batallas. Sin embargo, lamento que le dedique su columna a un tuit que ironizaba (y continúa ironizando) en torno a la renuencia que mostró para discutir, en su primer artículo, las razones expuestas en mi reseña. Evidentemente es esta una discusión pública, que atañe no sólo al gremio poético, como ha podido comprobarse, y que excede el tema literario; se trata de un debate que tiene que ver con asuntos de política cultural, con el funcionamiento de las instituciones, con la discrecionalidad en la asignación de recursos públicos y los modos de operar de algunos funcionarios culturales. La polémica no es, obviamente, sobre mí, ni acerca de mi desempeño en la promoción de la poesía mexicana, a la que he atendido en su pluralidad durante los últimos veinte años. Me ocupo pues, de lo sustantivo.

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El epílogo de un epílogo

Tras varias semanas de polémica, la poeta Tedi López Mills –antologadora de México 20. La nouevelle poésie mexicaine, junto con Jorge Esquinca y Myriam Moscona- se decidió a responder, por fin, en una nota titulada “Epílogo”, a los señalamientos que se han vertido en torno al procedimiento aplicado en la confección de la antología. Lo primero que llama la atención es el tono en el que está escrito. Para eludir su responsabilidad, López Mills decidió desviar las críticas echando mano de las soflamas y el melodrama exaltado. Inflamada hasta el paroxismo, se presenta a sí misma como la víctima de una fantasiosa conjura y no como una editora profesional contratada por la Secretaría de Cultura para llevar a cabo un trabajo que debió cumplirse con imparcialidad y pulcritud. La poeta prefiere presentarse asediada por “la maquinaria del odio, del desprecio, de las delaciones” y no, como ha ocurrido en realidad, cuestionada por la crítica. Se sitúa no en el terreno del debate sino en el espacio de “la trifulca”, en el centro de un ambiente al que califica de “infecto” y “viciado”. Se retrata a sí misma como el sujeto indefenso de una injusta persecución: “estoy en la mira, me están cazando, me traen entre ojos”. La ensayista que dilucidó La noche en blanco de Mallarmé confunde la crítica con una “cacería”, los argumentos con “quejas virulentas” y a los críticos con “furibundos activistas” que  la “han linchado en ausencia” y “lo harán en presencia con todavía más placer”. Un maniqueísmo ad hoc.

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Esta puesta en escena podría mover a risa, si no fuera una estratagema para eludir el esclarecimiento de cuestiones de fondo, como los criterios literarios que Moscona, Esquinca y ella aplicaron para la selección de autores, o como la reflexión crítica que (no) llevaron a cabo sobre la poesía mexicana, su pluralidad estética, la elucidación de los temas de la representatividad y lo que debe entenderse como “nacional”. La artimaña de López Mills evita, asimismo, una explicación razonada sobre la ausencia de escritores en lenguas indígenas, un tema que requería ser explicado con la mayor seriedad, y una verdadera valoración de las obras que conforman la antología. Al erigirse en víctima, López Mills deja sin respuesta un cuestionamiento central: ¿por qué vende como antología lo que no es sino un compendio de poetas seleccionados arbitrariamente?

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A pesar de la deliberada afectación en que incurre, López Mills dice algunas cosas serias que no deben obviarse y que resultan graves, si se toma en cuenta que esta no es  una polémica sobre protagonismos histriónicos sino sobre asuntos de carácter público. Dice, por ejemplo: “Debo aclarar que, por lo pronto, la institución ha decidido no pronunciarse…”. Cabe  preguntarle a la Secretaría de Cultura: ¿Tedi López Mills es su vocera? Y cabe también preguntarle a la poeta: ¿quién es la “institución” que ha decidido “no pronunciarse”? ¿Qué funcionario, específicamente, le comunicó su determinación de “no pronunciarse”: Marina Núñez, encargada de la Dirección General de Publicaciones, o el secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa? ¿Fue alguno de estos funcionarios quién le hizo saber tan grave advertencia, producto seguramente de actividades de inteligencia: “…Incluso se me ha recomendado especialmente a mí que actúe con la mayor cautela pues estoy en la mira”?

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No contenta con estas reveladoras declaraciones, López Mills continúa “No debo decir nada, no debo reaccionar; ya se irán calmando, se irán consumiendo, se irán cansando…”, para después deslizar con resignación el perfil de sus supuestos perseguidores, con la muy gastada descalificación ideológica: “A fin de cuentas no sólo son poetas, sino furibundos activistas; las causas justas son lo suyo y saben blandirlas.” Resulta evidente que la poeta primero se inventa la amenaza, para después apuntar la desautorización de quienes la cuestionan. Aparentemente,  en acatamiento a las instrucciones de la “institución”, López Mills se quedó callada todas estas semanas (“Llevo ya varias semanas callada…”), reiterando su argumento sacrificial con un acento dramático: “…peor aun, asustada”  ¡Vaya! Con tanto susto no dejó, sin embargo, de seguir atenta al encendido debate en la prensa, pero sobre todo en las redes. Metódica y selectiva recuperó de la discusión lo que llama “acusaciones”, para sostener el tono victimista y dibujar un autorretrato lamentoso que llega sorprendentemente al plano sacrificial cuando se consuela:

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“Quizás, aunque parezca oportunista, me conviene pensar en términos teológicos; quizá lo que me está ocurriendo me lo merezco.” Sencillamente conmovedor. No me detengo más en otros párrafos para no aburrir al lector. Sólo termino diciendo que es sólo en su muy elocuente fantasía, donde López Mills libra una feroz batalla ideológica, bastante rancia por cierto, cuando frasea “antologías revolucionarias”, “poesía auténtica”. Crítica retro, oldies but godies de su educación estetico-sentimental, la poeta se quedó aparcada en los años setenta del siglo pasado.

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Vale la pena terminar diciendo que López Mills añade algunos datos nuevos sobre la elaboración de México 20. La nouevelle poésie mexicaine, que colindan con la tragicomedia. Así, nos revela que la Dirección General de Publicaciones llevó a cabo, como parte del procedimiento, una convocatoria abierta a diversas editoriales para que éstas aportaran los nombres de los poetas incluidos en sus catálogos. Estos hechos los hizo públicos la propia directora, Marina Núñez, en una entrevista publicada por este mismo diario el 27 de junio. En ella afirma que “la lista fue resultado de una convocatoria a editoriales”. Esto, según lo revela la propia López Mills, es falso, ya que en cuanto “entramos en escena nosotros con nuestras reconocidas trayectorias (…) añadimos con la anuencia de la institución a otros autores.” Cabe cuestionar entonces el sentido de dicha convocatoria abierta, puesto que los seleccionadores tenían ya preestablecida su lista. Otro nuevo dato, aportado por Mills y sorprendente del todo, es que fueron ellos, los propios antologadores, quienes sugirieron a la institución “que se les pidiera a los poetas que realizaran su propia antología”. Como si no pudiera ser peor, Mills termina reconociendo que ella, Moscona y Esquinca, ignoraban el contenido final la antología antes de su publicación, es decir, que ni siquiera leyeron (¿ya lo habrán hecho?) los poemas que la conforman: “…no intervenimos en este proceso (de selección de Julio Trujillo) y no vimos nunca la última versión de la antología.”. Ante estos hechos, resulta francamente irrelevante la inverosímil justificación de que por un error de traducción, el prólogo de la antología no establece la supuesta verdad de los hechos, es decir, que fueron los autores firmantes quienes llevaron a cabo la selección de los poemas; hace tiempo que el barco hizo agua.

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Quizá sólo valga precisar aquí, como apunte final, que aunque López Mills, una y otra vez, llame “Nota” al prólogo, ese texto es en realidad, como su título lo consigna en español y en francés, un prólogo de una cuartilla sembrado de generalidades y lugares comunes, no una nota informativa. Insistir en ello es nuevamente una forma tramposa de intentar eludir su responsabilidad.

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El ogro

Poco o nada puede agregarse ya sobre México 20. La nouevelle poésie mexicaine. Restaría sólo referirse a la responsabilidad de quienes llevaron a cabo este trabajo desde la Dirección General de Publicaciones y que no se han pronunciado y llamar la atención sobre los posibles conflictos de interés de funcionarios culturales que son además creadores. Hacer la crítica de las maneras en que se conducen no es, por supuesto, una forma de deslealtad gremial. Tal vez no esté de más decir aquí que ningún funcionario cultural debería atacar a los creadores a quienes tendría que servir. La nueva Secretaría de Cultura está obligada a transparentar las decisiones que se toman desde sus oficinas; los criterios que ocupan en la toma de decisiones y la manera en que designan recursos. Asimismo, es necesario que quienes sean llamados para participar en comités estatales no pertenezcan a un grupo en particular, ni sean los mismos, sino que se aproveche la riqueza del sistema de validación cultural que el propio Estado ha instrumentado a lo largo y ancho del país. Hacer la crítica de las instituciones no debería ser visto como objeto de polémica sino como una obligación ciudadana.

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FOTO: La antología México 20. La nouvelle poésie mexicaine, publicada por Le Castor Astral, fue presentada en París en julio de este año. /Especial

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