Arquitectura: de nuevo y con la misma piedra
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El Archivo Histórico de Oaxaca, el Centro Cultural de Teopanzolco, Morelos y el Parque La Mexicana en la Ciudad de México figuran entre lo más destacado de un trágico año, marcado por vergonzosos episodios en la obra pública, que confirmó una vez más que la mala arquitectura mata
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POR PABLO GOLDIN MARCOVICH
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Comencemos por lo malo
Hacer un recuento de lo acontecido en el campo de la arquitectura en un país donde los edificios se caen, nos obliga a juzgar el valor de las obras realizadas de manera distinta. Lo atestiguado exige casos ejemplares de los cuales sacar lecciones a futuro.
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La trifulca mediática estallaba a principios de año con la publicación del proyecto del nuevo hangar presidencial diseñado por Bunker Arquitectura junto con SGS como una continuación de los escándalos relacionados con el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México. Era una obra que debería generar confianza en una población que tiene estigmatizados a los aeropuertos desde hace tres sexenios. Sin embargo, el diseño era genérico; la adjudicación fue turbia; la construcción, según relataban distintos medios, caótica; y los costos se incrementaron por encima de lo estipulado. En consecuencia, la misión de reconciliación falló, la suerte sigue echada y las expectativas hacia el NAICM continúan estrellándose antes de levantar vuelo.
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Meses más tarde, el Paso Express de Cuernavaca exhibió otro episodio vergonzoso, el lado más miserable de la obra pública. Un socavón causó la muerte de Juan Mena Ruiz y su hijo Juan Mena Romo, concluyendo así una serie de percances desafortunados que complicaron una obra aparentemente sencilla. Se trataba de una carretera de 14.5 km. La construcción tardó un año más de lo previsto, costó aproximadamente el doble de dinero y cobró la vida de 23 personas en accidentes antes de ser terminada según declaró el gobernador de Morelos: Graco Ramírez. Nuevamente la incapacidad de realizar en tiempo y forma lo ordinario dificulta imaginar lo extraordinario.
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En un escenario distinto ubico en esta sección al Parque Lineal Ferrocarril de Cuernavaca diseñado por Gaeta-Springall Arquitectos, inaugurado en septiembre. La falla de origen es la misma que los proyectos antes mencionados: los resultados frente a los recursos y esfuerzos invertidos son insuficientes. Por tratarse de una obra ganadora en un concurso con más de 400 propuestas, el proyecto debería superar a la obra pública convencional y mostrar el valor de los arquitectos en la construcción del espacio público. La idea de un bosque –que planteaba la propuesta originalmente – podía parecer débil en relación a la convocatoria, pero la ausencia de árboles en la actualidad reduce el resultado a una experiencia débil definida por una franja roja en el pavimento que se transforma en banca acompañada de equipamientos bruscamente ejecutados. Los concursos son una modalidad de asignación de proyectos que permite enfoques distintos, programas inesperados y diseños más audaces. En este caso, lamentablemente, las expectativas no han sido alcanzadas. Queda esperar que con las siguientes etapas y el uso podrán argumentar en el futuro lo contrario.
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En paralelo y de manera constante, el conjunto de edificios de vivienda y centros comerciales que proliferan por la República generan una cantidad de reclamos y demandas que debe ser atendida como un solo problema. Se trata de un conflicto inmobiliario grave y también de una manera de hacer arquitectura que ha inflado los precios del suelo, reducido la calidad del producto final y descuidado la integración del tejido urbano desde hace varios años sin una respuesta integral que controle este fenómeno.
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Los daños causados por los temblores que sacudieron al país en septiembre no son ajenos a los problemas mencionados atrás. Fueron eventos inesperados pero previsibles que confirmaron nuevamente que la mala arquitectura mata. Los sismos dejaron al descubierto que no tenemos la capacidad financiera ni operativa para solucionar los problemas de fondo y por lo tanto estamos condenados a trabajar con lo que podamos. Cerraremos el año con cientos de damnificados en casas de campaña, edificios dañados en espera de reparaciones o siendo habitados a pesar del peligro y la conciencia de que la respuesta oficial parece dejar a todos a su propia merced en un país centralizado que se jacta de tener instituciones incuestionables. Lo malo será aún peor mientras no dejemos de repetirlo.
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Sin embargo, refugiémonos en lo bueno.
Aplaudo el Archivo Histórico del Estado de Oaxaca, obra de Mendaro Arquitectos, por su integración al contexto y la solidez conceptual y constructiva de su obra. Celebro el Centro Cultural de Teopanzolco en Cuernavaca, Morelos, de Productora, por ser un excelente ejemplo de obra concursada y construida. El Parque La Mexicana de Mario Schjetnan y Victor Márquez, que fue causa de conflictos durante cinco años, resultó un espacio público excepcional. Mención especial a la gran cantidad de arquitectura social de pequeña escala, realizada por universidades, colectivos y organizaciones no gubernamentales en toda la República. Estas dinámicas pueden lentamente hacen un cambio significativo en nuestra práctica y territorio.
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Quiero detenerme en dos obras en particular que causaron controversias y fúricas discusiones entre arquitectos, autoridades y civiles mientras eran concebidas, que son superiores a los juicios emitidos en su contra. El Ecoducto de Circuito Interior diseñado por Elías Cattan y la Agencia de Gestión Urbana, por un lado, y el conjunto compuesto por la Torre Manacar diseñado por Teodoro González de León, la Glorieta de Mixcoac y el Parque lineal contiguo diseñados por Ken Construcciones, por el otro. Ambas merecen un sitio destacado entre lo bueno de este año porque son obras que a distintas escalas ofrecen experiencias emocionantes e inesperadas que me hacen pensar que futuras ciudades más complejas y valientes son posibles.
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Lo feo.
Que los años pasen sin tener una dinámica funcional entre la sociedad, arquitectos, instituciones y el sector privado para que nuestros errores no parezcan perpetuos. Si no cambiamos los problemas de fondo, seguiremos desperdiciando oportunidades y recursos en tragedias que mantendrán en la opacidad a los éxitos.
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FOTO: En noviembre de este año se inauguró el Parque La Mexicana, en la zona de Santa Fe, en la Ciudad de México / Valente Rosas/ EL UNIVERSAL
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