Arte, mercado y glamour
POR ANTONIO ESPINOZA
Corría el año 2004 y las esperanzas depositadas en el gobierno de Vicente Fox (la principal: dar un cauce definitivo a la transición democrática) se esfumaban. Las fricciones entre el presidente y el entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, eran constantes. El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes era dirigido —es un decir— por Doña Sarita (Sari Bermúdez), quien cuando no metía una pata metía la otra. Encabezado por la culta dama, el Conaculta seguía siendo una superestructura burocrática, un organismo sin respaldo legal, sin estatutos y sin límites para ejercer su autoridad (a la fecha sigue igual). Las políticas culturales se mantenían dentro de los moldes del viejo autoritarismo (a la fecha siguen igual). Se decía, con justa razón, que detrás de muchas de las decisiones de Sari se encontraba el entonces director del Museo de Arte Moderno, Luis-Martín Lozano. Se decía, con la misma razón, que el mencionado historiador del arte (quien se dice “autoridad” en Diego Rivera y Frida Kahlo) era el poder tras el trono.
Corría el año 2004 y el clima político se enrarecía poco a poco y presagiaba la polarización que afectaría al país en 2006, como consecuencia de la elección presidencial. El medio artístico, por su parte, se globalizaba a pasos agigantados. Las corrientes posconceptualistas, que desde mediados de los años noventa mostraban su fortaleza, seguían ganando terreno, ante la mirada azorada de los artistas tradicionales (sobre todo los pintores) que no sabían si tirar a la basura los pinceles o pegarse un tiro. En este contexto se realizó, del 12 al 16 de mayo de 2004, un evento que llamó poderosamente la atención: Maco: México Arte Contemporáneo, en Expo Reforma Canaco, en la Ciudad de México. Se trataba sin más de una feria de arte contemporáneo que aspiraba a convertirse en referente indispensable del mundo globalizado de nuestro tiempo.
La feria Maco: México Arte Contemporáneo fue creada por Zélika García, en sociedad con el promotor Enrique Rubio Dosamantes, hermano de la Chica Dorada. En 2008, la feria (que para entonces se llamaba Femaco) vivió una grave crisis interna cuando García y Rubio terminaron su relación de pareja y entraron en un litigio por la organización del evento. Después de un proceso judicial que le dio la razón y los derechos sobre la feria a Zélika, Rubio quedó fuera de la jugada. La regiomontana quedó al frente del proyecto, ahora con la colaboración de Pablo del Val como director artístico. Ya han pasado casi diez años desde que se realizó la feria por primera vez y, se mire por donde se mire, la hoy llamada Zona Maco es un éxito rotundo. En cuanto a números, el crecimiento ha sido constante. En la primera edición participaron 43 galerías; en la edición número once, que hoy concluye en el Centro Banamex, participan 142 galerías, alrededor de las cuales se han realizado numerosas actividades culturales. La verdad es que nada, ni la crisis económica de 2008-2009, pudo detener el ascenso de la que hoy es la feria de arte contemporáneo más importante de América Latina.
Arte y mercado
En su ensayo sobre coleccionismo, Carlos Monsiváis señala que este es, entre otras cosas, “la aventura que comienza de modo tímido y se amplía al rango de pasión devoradora, de urgencia inacabable de propiedades exclusivas” y “una estrategia especulativa a mediano y largo plazo” (Los rituales del caos, Era, México, 1995, p. 232). Se puede agregar que el coleccionismo de arte, afición exclusiva de las clases privilegiadas, es también una forma de legitimación social de los poderosos, empeñados en afirmar a un tiempo su “superioridad” sobre los débiles y su “generosidad” ilimitada. (Al lector remito a un libro fundamental: Ana Garduño, El poder del coleccionismo de arte: Alvar Carrillo Gil, UNAM, México, 2009). El coleccionismo, sin embargo, es necesario en la medida en que avala el objeto artístico como algo meritorio y digno de preservación y estimula al artista a seguir produciendo.
En el catálogo de Maco: México Arte Contemporáneo (2004), la directora Zélika García afirma: “Nuestro principal objetivo es la difusión del coleccionismo en nuestro país”. Un objetivo, sin duda, plausible, pues entonces eran pocas las personas y las instituciones interesadas en comprar arte contemporáneo. Era imperdonable que un país que se había insertado en la aldea global del arte en la década anterior tuviera un coleccionismo tan débil. Sólo dos de nuestros artistas, Gabriel Orozco y Francis Alÿs, tenían mercado en el exterior. Hoy las cosas han cambiado y con Zona Maco como la gran plataforma del mercado del arte, “México está en el nivel de cualquier país europeo en coleccionismo”, a decir de la directora de la feria (“Zélika y Maco: 10 años en pie de guerra”, en Quién, 12 de abril de 2013, pp. 174-177).
Lo que resulta cuestionable es la postura “populista” de Zélika García y Pablo del Val, quienes no pierden oportunidad para afirmar que cualquier persona puede ser coleccionista. En una entrevista que aparece en la guía oficial de Zona Maco, editada por la revista Chilango, ambos rechazan que el coleccionismo sea solo para algunos privilegiados. Del Val señala: “El coleccionar se ha mitificado, se cree que es una cosa para ricos y poderosos, y yo creo que es una cuestión de pasión: hay gente de bajos ingresos que se va a Alemania a la final de la Copa del Mundo de futbol o que tiene un modelo de refrigerador que hace 500 tipos de hielo…, pero también gente muy joven que ha empezado con presupuestos mínimos. Cuando algo te apasiona, priorizas”. Si esto fuera cierto, le aconsejaría a mi vecino albañil que venda su súper refrigerador y, en lugar de viajar a Brasil para ver el Mundial, vaya a Zona Maco a comprar una obra de Gabriel Orozco.
Con todo, el éxito de Zona Maco está a la vista. Hoy la feria artística mexicana compite abiertamente en el mercado global. Incluso, se dio el lujo de desafiar a Arco Madrid al cambiar su calendario de abril a febrero, para quitarle mercado y presencia a la española. A los organizadores de Arco no les quedó más remedio que mover también su calendario y ahora realizarán su feria del 19 al 23 de febrero. A la postura agresiva de los organizadores de Zona Maco, los de Arco Madrid respondieron con un gesto de debilidad, buscando evitar la competencia directa, asustados todavía por la crisis económica en España, que en años recientes contrajo severamente el mercado local.
Si el objetivo de Zona Maco era estimular el coleccionismo y acrecentar el mercado del arte, el objetivo se ha cumplido con creces. Sí, ya tenemos coleccionismo y mercado del arte, un mercado local y global ciertamente no regulado ni controlado y que se presta fácilmente al abuso y a la especulación; en realidad, un mercado falso porque no está regido por la ley de la oferta y la demanda. Hoy más que nunca las obras de arte son mercancías: objetos comerciales que se prestan para todo tipo de intercambios. Karl Marx se volvería a morir ante la evidencia de la alianza entre el arte y la economía de mercado. La verdad es que los intereses económicos que están detrás del mercado del arte son muy poderosos. Lo más patético de esta expresión capitalista son los artistas, galeristas y coleccionistas, que hacen negocios en lo oscurito y actúan en abierta complicidad con el capital que maneja las ferias.
Arte y glamour
Visitar Zona Maco es una experiencia antropológica-sociológica-cultural. Se asiste a la feria para estar al tanto del estado actual del arte y del mercado, pero también para confirmar la estratificación social que impera en el mundo del arte. Por la feria desfilan artistas, críticos, curadores, coleccionistas, escritores, historiadores del arte, periodistas y los especimenes más raros que se pueda uno imaginar. No faltan los estudiantes de arte (de la ENAP o de La Esmeralda), que sueñan con ser famosos y estar representados en alguna de las galerías participantes. Los reporteros culturales no pierden oportunidad para entrevistar a los artistas y a los galeristas en su stand y pedirles que se dejen tomar una foto, o grabar las impresiones de algún estudioso prestigiado sobre el evento.
Afuera del área VIP, sin embargo, la democracia y la igualdad se imponen. Aquí todos somos iguales y podemos caminar libremente por la feria y conocer las cinco secciones en que está dividida: Principal, Arte Moderno, Nuevas Propuestas, Zona Maco Sur y Diseño. Son 11 mil metros cuadrados de exposición, lo que puede resultar cansado y tedioso. Afortunadamente, hay carritos que venden cerveza y otras bebidas, para hacer placentero el recorrido y, por qué no, encontrar interesante una obra infame.
La feria es comercial y hay artistas que no dejan todo en manos de sus galeristas. Me tocó ver a Betsabeé Romero, en el stand de Rodrigo Rivero Lake, explicándole su obra (una llanta intervenida) a una mujer francesa, compradora potencial. Supongo que otros artistas hacían lo mismo. La idea es vender y hay obras para todos los gustos. De las piezas que más me gustaron se encuentran las fotografías de Liu Bolin, el famoso artista chino que es conocido como El Hombre Invisible. Liu arma composiciones abigarradas de elementos citadinos y se introduce en ellas, mimetizándose y engañando al ojo del espectador. En estas obras el autor cuestiona el régimen totalitario chino por negar la individualidad en aras de exaltar la colectividad. Otro artista oriental destacado es Yasumasa Morimura, quien presenta la fotografía A Réquiem: Theater of Creativity. Selfportrait as Marcel Duchamp (2010), una parodia de la célebre foto en la que Duchamp juega ajedrez con una mujer desnuda.
El español Rogelio López Cuenca presenta una obra titulada Work of Art (2013), una pintura conceptual que cuestiona la existencia misma de la obra de arte. Más radical es Michael S., quien niega en su texto vulgar el poder político del arte. Quien siempre creyó en el poder político del arte fue León Ferrari, el artista argentino que falleció el año pasado. Varias de las piezas antirreligiosas de este autor se presentan en el stand de la Galería Ruth Benzacar. También transita por el camino del arte político Eugenio Merino, quien presenta Always Mao, una obra tridimensional que ridiculiza al viejo dictador comunista.
Suma y sigue: Kiki Smith, Liliana Porter, Keith Haring, Anish Kapoor, Yoshua Okón, Mary Waters, Michael Linares, Teresa Serrano, Jonathan Hernández, Mauricio Limón (joven y buen pintor) y Marcos Castro (ya no una promesa sino toda una realidad). Y en la sección de Arte Moderno: Pablo Picasso, Joan Miró, Salvador Dalí, Alexander Calder, Fernand Léger, Fernando Botero, Wifredo Lam, Joaquín Torres García, Antonio Berni, Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Leonora Carrington, María Izquierdo, Mathias Goeritz, José Luis Cuevas, Francisco Corzas… Dejo para el último la obra del artista colombiano Felipe Arturo. Su pieza efímera se llama: Disolución de la geometría y la construyó en el suelo con café y crema en polvo. Se invitará al público a que pise la obra y la destruya el día final de la feria. Luego cerrará sus puertas Zona Maco 2014.
*Fotografía: Obras del artista argentino León Ferrari en el stand de la Galería Ruth Benzacar/STEPHANIE ZEDLI.