Arte y radiación

Ago 29 • destacamos, principales, Reflexiones • 6801 Views • No hay comentarios en Arte y radiación

POR ILIANA OLMEDO MUÑOZ

@ilianaolmedom

 

En la prodigiosa historia del átomo que llega hasta el bosón, hay varios sucesos que nublan su grandeza. El primero sucedió en Hiroshima y Nagasaki y el siguiente fue la explosión del reactor cuatro de la planta nuclear cerca de la ciudad de Chernobyl la noche del 26 de abril de 1986, cuando se realizaba una prueba de seguridad. Tras el accidente, el gobierno emprendió varias medidas de emergencia, aunque quizá sin la presteza que la situación requería, como la aletargada evacuación de la ciudad de Pripyat, donde habitaban la mayoría de los trabajadores de la planta. Para contener los efectos del accidente, se trajo a la zona del siniestro a miles de soldados, bomberos, obreros y voluntarios, los conocidos liquidadores. Con precarios uniformes e insuficientes medidas de seguridad, estos hombres lograron apagar el incendio, limpiar en lo posible el área y construir un sarcófago de hormigón y metal. Al mismo tiempo llegó al lugar de los hechos el cineasta Vladimir Shevchenko para filmar los desastres del episodio. Las secuelas de estas medidas fueron que la mayoría de los liquidadores murieron en los días, semanas, meses o años siguientes, dependiendo del grado de exposición que tuvieron a la radiación. Del mismo modo, a Shevchenko sólo le bastó un año para morir a causa de las altas dosis a las que estuvo expuesto mientras filmaba Chernobyl, una crónica de las semanas difíciles, una película que sería su última producción.

 

Tanto los liquidadores como el cineasta arriesgaron su vida (y la perdieron) a raíz del accidente. Aunque sus misiones eran ligeramente distintas, ambas eran inexcusables. La de los liquidadores era práctica: consistía en detener la secuencia del incendio y la de Shevchenko se movía en otro plano: realizar un testimonio del accidente. Aquí surge la pregunta acerca del valor que se asigna a nuestras acciones y, sobre todo, acerca del papel del arte. Muchos de los liquidadores ignoraban los efectos de la radiación sobre el cuerpo, algo que no temían ni podían ver como amenazante debido a su calidad intangible. Su importancia es evidente, puesto que detuvieron la cadena que podía haber acabado con la mitad del viejo continente. ¿Cuál es la importancia de Shevchenko? Este es un claro ejemplo de los dilemas que plantean las humanidades y las artes en las sociedades contemporáneas. Cuando se pretenden eliminar las clases de filosofía del programa escolar algo se pierde sin duda en nuestra formación, tenemos menos herramientas para comprender nuestro lugar en el mundo. Menos capacidad para evaluarlo.

 

La vida y la muerte, que la ciencia previene o evita, son cuestiones humanas. Viene a cuento en este sentido citar uno de los chistes que proliferaban en la antigua Unión Soviética después del accidente de Chernobyl: “Mandan un robot americano al tejado [del reactor cuatro], trabaja cinco minutos y se para. El robot japonés también trabaja nueve minutos y se para también. En cambio, el robot ruso se pone a trabajar y está dos horas. Y en eso se oye por la radio: ‘¡Soldado Ivanov, puede bajar para un descanso!’”. (Del libro que reúne distintos testimonios, Voces de Chernobil, de Svetlana Alexievich, 2006).

 

Los japoneses emplearon un dron para medir la radiación en las cercanías de la planta de Fukushima, de cuyo accidente todavía no se conocen (o no se difunden) por completo las consecuencias.

 

Por la humanidad del robot ruso resultan igualmente heroicos y necesarios los artistas en nuestra época. Ya se ha dicho, la historia es un pesadilla que no queremos repetir. Testimonios como el de Shevchenko nos recuerdan la fragilidad de los seres humanos, quienes a pesar de ser capaces de llegar a comprender el átomo, son incapaces de crear las herramientas políticas para que esta capacidad científica y tecnológica no los destruya. Así, Lilia Mijáilovna Kuzmenkova, testigo y sobreviviente de Chernobyl, declara: “El arte es memoria. Es el recuerdo de aquello que fuimos”. Por eso, acaso, cuando le preguntaron a Shevchenko si lamentaba haber ido a Chernobyl y afirmó que lo único que lamentaba era no haber filmado más.

 

 

*FOTO: Tras las primeras horas de la explosión, el fotógrafo Anatoliy Rasskazov captó esta imagen del corazón del reactor destrozado, exponiéndose a muy altos niveles de radiación. Murió en 2010 a causa de cáncer/Anatoliy Rasskazov/AP.

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