Artemio de Valle-Arizpe

Feb 13 • Reflexiones • 3126 Views • No hay comentarios en Artemio de Valle-Arizpe

POR XAVIER VILLAURRUTIA

 

La muy noble y leal Ciudad de México. Editorial Cultura. México, 1924.— No se concibe un espíritu moderno desdeñoso y vuelto de espaldas a la emoción histórica. Ella forma parte de nuestra vida actual y se muestra de mil maneras viva a nuestros ojos. Artemio de Valle-Arizpe, en su nuevo libro, ofrece un panorama histórico lleno de carácter, de valiosos conjuntos más que de pequeñas recordaciones. Edificando, definiendo, nos hace partícipes del espíritu que dio aliento a la ciudad de México desde su fundación. Esta faena, si un solo hombre quisiera intentarla, egoísta y vanidoso al querer abarcar el sentir de cada momento, resultaría imperfecta, doblaría las espaldas más robustas. Valle-Arizpe, consciente de la importancia de su labor, prefiere presentar en primer término el trabajo de quienes vivieron personalmente el asunto, el instante que él necesita para ensamblarlo luego en la totalidad de la obra; prefiere también el trabajo de aquellos que han hecho de la investigación histórica una pasión y una creación, y que saben entregarla rediviva. El, mientras tanto, director discreto, arquitecto de su obra, calcula, coloca los materiales para su primorosa y exacta antología de la ciudad.

 

EL PLAN DE LA OBRA.—Se desarrolla en el orden cronológico del desenvolvimiento de la ciudad: fundación, construcción de templos, de edificios civiles, sin tener en cuenta la época en que vivieron o viven los cronistas. Dos grandes planos separan la obra: la ciudad antigua, el uno; la ciudad moderna el otro.

 

La ordenación es lenta y cuidadosa. Se ha escogido lo substancial, lo substantivo. Se han dejado a un lado las descripciones en verso —las de Arias Villalobos, Juan Ruiz de Alarcón y Saavedra Guzmán—, tanto porque lo que incluyen está tratando al mismo tiempo en prosa, como porque con ella se logra una más firme confianza y exactitud en la visión requerida, mayor que por medio del verso, amigo de la hipérbole y de la línea graciosa aunque insegura.

 

LOS RETRATOS.— Fruto de sus investigaciones minuciosas y de su imaginación e ingenio, antes de cada relación, inserta Valle-Arizpe un retrato, real o soñado, del cronista de ayer y de ahora. Los hay sobrios, con cuidadas noticias biográficas; o de poderosa sugestión como el del “solemne y llano y escueto y austero” Bernal Díaz del Castillo, como el de Fray Juan de Torquemada, “Tito Livio de la Nueva España”; los hay de una encantadora gracia dinámica, como el del “contradiciente y censurador” Dr. Marroqui-Curioso Parlante de nuestras letras, que tardó veinte años en contemplar su obra sobre Las Calles de México. También, justos y amables como los de don Luis González Obregón, Romero de Terreros y Manuel Toussaint; o acentuados y algo sangrientos, perfectos sin embargo, como el de Genaro Estrada.

 

EL ESTILO.— En todos los libros de Valle Arizpe la preocupación del estilo corre paralela a su conseguido intento de hallar el espíritu, el carácter, el movimiento y el ambiente de aquello que trata. Así, en el prólogo y en los retratos de este nuevo libro suyo, encontramos una entonación propia y arcaica, conscientemente cultivada, personal también. El vocablo olvidado, la transposición desusada, tienen en su prosa un primer lugar. Los párrafos son largos, retardados: manjar para nuestro ecléctico gusto moderno, verdadera prueba para nuestros pulmones estrechos.

 

FINAL.—Obra de paciencia y aliento, perdurará entre las mejores de su especie. Rica, amable, sólida, hará las delicias del viajero de cualquier lugar, de cualquier época futura, que podrá recorrer, inmóvil, en tiempo y en espacio, nuestra maravillosa ciudad de México.

 

[“Libros y revistas que nos llegan”, El Universal Ilustrado, 27 de marzo de 1924, p. 3.]

 

*FOTO: Imagen de la vieja calle de Ciprés en Santa María la Ribera, tomada durante los años veinte. Hoy la calle lleva el nombre de Jaime Torres Bodet/Colección Villasana

 

 

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