The Lab Program, un modelo local de acompañamientos artísticos

Feb 8 • Conexiones, destacamos, principales • 3137 Views • No hay comentarios en The Lab Program, un modelo local de acompañamientos artísticos

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Desde 2016 este proyecto impulsa el trabajo de artistas latinoamericanos a través de talleres, un profundo ejercicio crítico y exposiciones que han cambiado la dinámica de la semana del arte en el país

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POR SANDRA SÁNCHEZ 

 

Al pensar en un artista solemos imaginarlo en la soledad de su estudio: pintando, esculpiendo o revelando una fotografía. Si bien esto sucede, su labor no se reduce a la producción de objetos. El artista también realiza exhibiciones, eventos y discursos, para ello colabora con otros profesionales como el curador, el gestor cultural y, recientemente, el acompañante artístico. El curador y el gestor cultural generalmente entran en escena cuando las obras de arte están terminadas, mientras que la novedad del acompañante artístico consiste en trabajar junto al autor durante el desarrollo de su propuesta, a partir de una escucha crítica y una conversación con resonancias relevantes para su tema de investigación y su proceso de producción.

 

Los acompañamientos artísticos suceden en distintas ciudades del mundo, la mayoría de las veces en el contexto de residencias artísticas. La movilidad y las residencias artísticas son comunes en el circuito global del arte contemporáneo, pero no tanto los acompañamientos artísticos: no se trata de ir a tomar clases a un programa de maestría o a un seminario, en los acompañamientos se cuestiona la relación de autoridad entre maestro-alumno para dar lugar a una interacción que no busca un prestigio institucional o universitario, sino un espacio en donde la teoría tiene el mismo peso que la práctica, el diálogo, las preguntas, las dudas, las angustias y los recorridos. Esta crítica a la forma de transmisión de saber es una aportación del arte a otras disciplinas, las cuales tendrán que generar sus propios modelos. Un acompañante artístico hace que el artista entienda mejor sus preguntas y llegue a conclusiones imposibles de transitar en soledad.

 

 

The Lab Program
En México los acompañamientos artísticos poco a poco se han ido profesionalizando. Tal es el caso de The Lab Program, una residencia de acompañamientos artísticos creada por Valeria Montoya (Estado de México, 1983) para mexicanos y extranjeros. Desde 2016, el laboratorio ha recibido a artistas de diferentes latitudes para que pasen una temporada produciendo en la Ciudad de México. Durante las cuatro semanas que dura el acompañamiento, el laboratorio plantea dinámicas para echar a andar el pensamiento artístico, las cuales dependen del perfil de cada residente.

 

The Lab Program funciona mediante una convocatoria que está abierta todo el año. Los artistas interesados llenan una aplicación donde dan cuenta de su trayectoria y explican su práctica. A partir de esto Montoya evalúa si el artista se encuentra dispuesto a recibir un acompañamiento, es decir, a revisar sus certezas, procesos y postulados, en colaboración con otros artistas y agentes de la escena local en México. Montoya descarta a los artistas que sólo quieren viajar, que eluden el trabajo en colectivo o que sólo buscan ensanchar su curriculum. Después de la etapa escrita, el artista realiza una entrevista telefónica en la que Montoya se asegura de que es un candidato viable para el acompañamiento:

 

“The Lab Program es un laboratorio interdisciplinario de arte e investigación que acepta solamente a un residente por mes. El Laboratorio está listo para recibir a aquellos que estén interesados en cuestionar su proceso de producción y dispuestos a expandir sus preguntas a través de la curiosidad genuina como principal guía crítica.

 

“Desde nuestro estudio, ubicado en la colonia Santa María la Ribera, el Lab ofrece un lugar donde los practicantes del arte tienen la oportunidad de crear nuevas situaciones, narrativas y proyectos de colaboración, que la mayoría de las veces se basan en las experiencias de un intercambio cultural ocurrido durante cada investigación. Los residentes comparten su trabajo en eventos públicos, que son hospedados en otros espacios de arte en la ciudad y sus alrededores.”

 

El programa tiene un costo que los artistas financian de modo privado o a partir de subvenciones que otorgan sus gobiernos o instituciones de arte, como la Eureka Fellowship Program-Fleishhacker Foundation, obtenida por Ben Peterson, la beca del Ministro de Cultura de Colombia, que patrocinó la estancia de Esteban Ferro y el apoyo de la Bergen Kommune & Norwegian Crafts Association, recibido por Ana Rita Antonio. Montoya también apoya a artistas nacionales para que viajen a la Ciudad de México y participen en la residencia.

 

Una vez que el artista llega, Montoya lo invita a entender las preguntas que rodean su práctica desde el nuevo contexto. Para ello utiliza como herramienta la caminata. La también artista y curadora explica esta metodología en su ensayo Caminar / To Walk (Potenta, 2018), en él sostiene que el artista debe dejar de usar la mirada como única herramienta para su producción. Caminar ayuda a descentralizar la relación ojo-mano para emplazarla a todo el cuerpo, en un espacio específico. Este método permite que la subjetividad ensimismada transite a un contexto que incluye a otras personas y situaciones:

 

“Caminar implica usar la mirada desde la motricidad del resto de las partes del cuerpo. Lo visual se devuelve a lo espacial como un instrumento para entender la habitabilidad, el agotamiento de las cosas y el agotamiento de nosotros mismos en ellas. Caminar hace que la mirada retorne a lo sensorial del cuerpo: hay que aprender a mirar también con el movimiento y con otros sentidos que usamos mientras nos desplazamos en el andar.

 

Usar el cuerpo como instrumento para mapear un lugar, para habitar otras formas de entendimiento que dialoguen más con nuestras afectaciones diarias, puede darnos otra experiencia sobre el espacio y sobre todo lo que sucede en él y lo que lo atraviesa. Tener mi cuerpo frente al tuyo, en oposición o concordancia, en baile continuo o en evidencia, es aprender a hablar desde las posiciones espaciales, políticas y sociales. La curaduría, igual que la caminata, también es una forma de escritura, es un proceso de vinculación y cambio. Igual que cuando uno camina por una misma calle cierto número de veces, al final se aprende a re-escribir cierto recorrido”, detalla.

Lydia Kern. Tocar el suelo (detalle), 2019

 

Montoya es consciente de que la caminata como herramienta de producción artística corre el riesgo de leerse como una experiencia exótica e intenta evitar a toda costa esta apariencia al trabajar siempre de la mano de las preguntas y pensamientos del artista. No se trata de entender a México desde el arte, más bien de entender si los temas y preocupaciones del artista se pueden comprender de manera diferente desde otro contexto: si pierden relevancia o se encuentran con límites y bordes que son imposibles de ver desde la localidad donde el artista radica:

 

“En México, como en muchos otros sitios del mundo se confunde el mercado de prácticas artísticas con el sector del entretenimiento. Hay que aprender a marcar esa diferencia, no sólo por cuestiones económicas y de precariedad laboral, sino porque nuestra labor está gestada y funciona en planos simbólicos y sociales que tratan problemas actuales como la basura, la falta de vivienda y la forma en que narramos lo que sucede en nuestras ciudades. El artista trabaja a una distancia considerable del entretenimiento. Nuestro trabajo no funciona en relación al tiempo extra o tiempo libre, sino con el entendimiento y la crítica de lo que sucede en nuestro entorno.

 

En el laboratorio, los participantes seleccionados son elegidos con base en una convocatoria: no es un servicio al que todo mundo tiene acceso como un paseo en turibús, por ejemplo. Hay una labor intelectual y una disposición para trabajar en colaboración con profesionales mexicanos que conocen las especificidades de nuestro contexto y que tienen un cuidado absoluto de no exotizar algunas cosas que suceden dentro del proceso de investigación en la ciudad. La crítica es una herramienta fundamental para el Lab. Los artistas llegan dispuestos a dialogar y a poner en duda sus propios presupuestos”, enfatiza.

 

Aunque la caminata es el punto de partida del Lab, los residentes hacen uso de un espacio físico que comparten con la propia Montoya y con otros agentes del arte. La sede del laboratorio se encuentra en dentro de los Talleres Fresno, junto a los estudios de otros artistas de diferentes generaciones como Taka Fernández, Alejandro Palomino y Abraham Chávez.

 

El residente elabora piezas y propone eventos que convocan a otros artistas y profesionistas del arte, así como al público interesado. En los eventos se socializan problemas y propuestas: se abre el diálogo tanto a los puntos en común como a los desacuerdos. Este modo de operar está cambiando la manera en que se produce y se transmite el arte, ya que el artista abandona su lugar de autoridad para establecer un diálogo con colegas y espectadores, sometiendo su producción a una crítica colectiva que le permite ensanchar su mirada. El lab no produce manifestos llenos de certezas sino colaboraciones entre agentes con un pie en lo personal y el otro en lo social. Las charlas públicas se realizan en el propio estudio o en otros espacios de arte en la ciudad, como Aeromoto, una biblioteca especializada en arte contemporáneo ubicada en la colonia Juárez.

 

Antes de regresar a sus lugares de origen, los artistas organizan exposiciones en el estudio, donde presentan piezas terminadas y material de archivo. La exposición es opcional, sin embargo, el Lab se encarga de que todos los artistas en residencia realicen una publicación, la mayoría de las veces bilingüe. Cada artista produce un libro o fanzine en el que da cuenta con imágenes y textos de lo que sucedió en durante su estancia en la ciudad; en él encontramos fotografías de obras de arte, de procesos y de elementos visuales que sirvieron como referente para los productores. Publicados por el sello Potenta, este material intenta retribuir a la comunidad un discurso que partió de ella misma. La mayoría pueden consultarse en Aeromoto y están a la venta en la librería Casa Bosques.

 

Durante 2019, The Lab Program tuvo como residentes a Lydia Kern (EU), quien produjo Tocar el Suelo, una instalación duracional en colaboración con Frontera Garibaldi y el centro de recolección de desechos urbanos y reciclado del mercado de San Camilito, Garibaldi; a Ana Rita Antonio (PT/NOR) quien realizó la escultura Hacking a Diablito with an Office Shelf, una instalación duracional en colaboración con Jardín de Aeromoto-Bilbioteca; a Mikkeline Lerche Daa Natorp (DK), que propuso Santuario, una instalación y poema realizado en colaboración con Zona de Desgaste; finalmente estuvo Sophia Isidore (EU) que construyó Sobre//Mesa, un taller de exploración coreográfica que invitó a las personas a que usaran sus piernas como las patas de una mesa para mantener un dialogo frente a frente.

Sophia Isidore. Sobre/Mesa (detalle), 2019

 

 

Feria de la acción

Las publicaciones de The Lab Program, así como algunas obras de arte resultado de las residencias, estarán presentes en una feria nueva que nace en el contexto de la semana del arte en la Ciudad de México: la Feria de la Acción. A diferencia de Zona Maco, que se concentra en mostrar obras terminadas de artistas representados por galerías de renombre, la feria de la acción busca hacer un contrapeso y equilibrar la presencia de las obras con la socialización de procesos de producción de arte, muchas veces irreductibles a un objeto. La feria invitó al Lab, que mostrará el trabajo de José Herrera (México), Dylan Angell (Estados Unidos) y Esteban Ferro (Colombia).

 

La Feria de la Acción forma parte de un síntoma que abarca al propio laboratorio: la necesidad de producir espacios dedicados a diferentes prácticas artísticas y al desarrollo de proyectos, no sólo a resultados. En las mesas informativas de la feria estará presente Valeria Montoya, con quien se podrá entablar un diálogo directo sobre los acompañamientos artísticos y sus prácticas derivadas. La Feria de la Acción se llevará a cabo del 4 al 9 de febrero, en la Ex Ex-Fábrica de Harina (Primavera 106, Col. Tacuba).

https://www.thelabprogram.com/

 

FOTO: Ana Rita Antonio. Hacking a diablito with an Office Shelf (detalle)2019./ Cortesía The Lab Program

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