Beijing Dance Theater: sobriedad escénica
POR JUAN HERNÁNDEZ
En la obra de la coreógrafa Wang Yuanyuan, que tuvimos la oportunidad de presenciar en el Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris”, con la compañía Beijing Dance Theater, identificamos interés por experimentar el espacio como constructo de la creación poética en la escena.
La danza es concebida por Yuanyuan como la vivencia espacial, en la cual el movimiento —producto del refinamiento técnico e interpretativo— es el núcleo de la composición y del discurso que se complementan con iluminación, vestuario, un telón con la imagen de una montaña y la luna, y plumas sobre el escenario que se desplazan bajo el ritmo de los cuerpos de los bailarines.
Elementos no decorativos sino significativos, constituyentes de una sintaxis coreográfica sofisticada, sobria, desprovista de lugares comunes tanto en el plano del movimiento, como en el emocional.
En el espectáculo ofrecido por la Beijing Dance Theater no encontramos efectos dramáticos reconocibles, lo cual pone en riesgo la posibilidad de una empatía inmediata, a favor la propuesta goza de un espacio emocional y físico virgen para la creación de universos únicos e irrepetibles (tal es la naturaleza de la danza).
Encausar la búsqueda dancística por rutas emocionales desconocidas, abstractas y simbólicas, permite a la coreógrafa Yuanyuan crear un cosmos a la medida de su necesidad expresiva. En las obras Crossing, Farewell shadows y Dead fire el uso de la parafernalia escénica es contenida, equilibrada, los cuerpos energía pura y, en movimiento, una sinfonía apoteósica visual.
Los bailarines que componen esta compañía ostentan años de entrenamiento en la técnica clásica. Sus cuerpos son alargados, estilizados, a la manera occidental. La danza de Yuanyuan se inscribe, de hecho, en la tradición coreográfica de occidente, y en la línea creativa que actualiza el lenguaje clásico de la danza.
En ese sentido la compañía china se aleja de su propia tradición para asumir como propia la estética de la danza occidental dominante, con influencia mundial gracias a lo que conocemos como globalización. ¿Danza globalizada? Sin duda alguna los medios de comunicación, las nuevas tecnologías y el uso de la red (internet) rompen las fronteras físicas y permiten a los habitantes del planeta compartir un espacio común: el virtual. La idea de la “aldea global” de McLuhan es hoy una realidad y se manifiesta en la uniformidad de estilos, lenguajes y propuestas creativas, en este caso, dentro de la danza.
La Beijing Dance Theater es un ejemplo del fenómeno globalizante del lenguaje dancístico y, dada su calidad artística, se ha convertido en una de las compañías más importantes en el circuito internacional de la danza. A siete años de haber sido fundada, la agrupación tiene una marca que la identifica y la coloca de manera privilegiada en el mercado mundial de la escena coreográfica.
En el espectáculo presentado recientemente en México, la coreógrafa y directora artística de la compañía Wang Yuanyuan recurre a música de Wu Jun, Liu Bo, Su cong, Biosphere, Kanding Ray y Wang Peng, con la cual elabora complejas atmósferas sonoras que fortalecen la dinámica espacio-temporal de la danza.
Los bailarines Wu Shanshan, Wang Hao, Cai Tieming, Zhang Quiang, Feng Linshu, Sun Jing, Li Cai, Zhou Yubin, Kan Weng Ian, Gu Siaochuan, Luan Tianyi, Quin Ziquian, Xu Tingting y Wang Yinan muestran un lenguaje consolidado, seguramente producto de un trabajo de experimentación y búsqueda constante, que sólo es posible cuando las agrupaciones tienen estructuras estables y sus proyectos artísticos son de largo alcance.
En la escena los intérpretes responden a un estilo uniforme, trabajo de brazos y piernas en el trazo de líneas largas que delimitan y significan el espacio. Movimientos rápidos y ondulantes. Precisión, velocidad, equilibrio y fuerza son algunas de las características que manifiestan los bailarines en la ejecución de los movimientos.
La danza de la Beijing Dance Theater produce imágenes móviles y efímeras de belleza sobria y equilibrada. Se trata de espectáculos para ser disfrutados con la vista, los oídos y la razón. En este tipo de trabajos intelectualizados pesa más el pensamiento racional que el instinto o la intuición.
Algún sector del público —acostumbrado al dramatismo de cierta danza contemporánea— podría encontrar fría, en el plano emocional, la propuesta de la compañía asiática. Y lo es si lo que se busca es la explosión apasionada de una emoción o experiencia humana reconocible (el amor, el desamor, la pérdida, el viaje, etcétera), pero si por el contrario se piensa en el quehacer escénico y coreográfico como la construcción de un cosmos nuevo, para ser habitado y vivido en el instante, la oferta de la agrupación china es de una potencia indiscutible.
La Beijing Dance Theater ha causado asombro en México. Primero en la presentación que hizo en la edición 40 del Festival Internacional Cervantino en el 2012, y ahora en el Teatro de la Ciudad “Esperanza Iris”. Compañía emergente que se perfila ya como una de las organizaciones creativas prometedoras y de la que seguramente seguiremos teniendo noticia.
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