Benjamin Péret: horror y encanto por México

Mar 21 • Conexiones, destacamos, principales • 5939 Views • No hay comentarios en Benjamin Péret: horror y encanto por México

 

POR GERARDO MARTÍNEZ

 

 

“Insultar a los curas”. Esta fue la respuesta que Benjamin Péret escribió en un breve cuestionario para el nuevo diccionario de escritores contemporáneos. En un acierto constante de fidelidad a los años en que coincidió con el inicio del movimiento surrealista, este escritor y poeta francés definió parte de su personalidad, que se reflejó en la oscilante relación de encanto y desencanto que vivió con México.

 

Con esta misma lealtad y en atención a la prensa francesa que se lo preguntó, Péret contestó que además de escribir en México la Antología de mitos, leyendas y cuentos populares de América no había hecho otra cosa más que aburrirse. Y es que, como describe la investigadora Fabienne Bradu “no debe por qué haber una luna de miel entre los surrealistas y México. Péret es uno de ellos.”

 

Bradu, quien ha estudiado las estancias de André Breton y Antonin Artaud en México explica que en el caso de Péret, el arraigo al surrealismo y su marcado estilo de vida parisino hicieron que sus años en el país se arroparan de una ambivalencia, un tránsito entre el horror y el encanto que México generaba en otros escritores pertenecientes a esta vanguardia. Frente a la admiración por las culturas precolombinas Péret se descubre como un rampante crítico de la ciudad de México, la que padeció y en la que vivió un doble exilio que se alargó por seis años.

 

Sin embargo, dice la doctora Bradu “si uno ve, por ejemplo, el México que reconstruye a su modo, a través de su poesía, entonces no hay duda de que amó a este país. Lo captó con todos los sentidos. De eso no cabe ninguna duda”.

 

Como ejemplo de esta relación de admiración hacia nuestro país existe Air Mexicain / Aire Mexicano, a su parecer uno de los poemas más logrados de Péret:

 

El fuego enlutado brota de todos sus poros
El polvo de esperma y de sangre vela su rostro tatuado
por la lava
Su grito resuena en la noche como un anuncio del final
de los tiempos
El escalofrío que salta sobre su piel de espinas corre
cuando el maíz se alisa al viento

Este poema, publicado de manera póstuma en 1952 explica que la racionalidad y la lógica están alejadas de la poesía de Péret. “Todo surge como la lava de un volcán, y que no se pude parar. Da al lector la sensación de una materia viva y pura que todavía no ha sido pasada por el filtro de la razón. Arranca imágenes muy bellas”, resume Bradu.

Entre las obsesiones que alimentó Péret y que dieron sustancia a este poema –publicado en español de 1996 por la editorial Aldus con traducción de José de la Colina– está la idea del origen del todo y que en coordenadas mexicanas gestaron su admiración por esta cultura. Sus visitas a algunas ruinas arqueológicas, como Chichén Itzá.

“Lo que él quiere es imaginar cómo era el mundo antes de la palabra, antes de que se contaminara o se vaciara o se opacara con lo que llamamos cultura. Con su poesía va aprender a encontrar el origen de las cosas, por eso en el poema sobre México, él regresa a ese México incontaminado por los españoles, por las civilizaciones, incluso locales. Un poco una búsqueda de una era mítica que fue antes de todo, entonces veremos que en Aire Mexicano hay muchos tiempos mezclados ahí y unos paisajes sorprendentes, que Paz calificó con un ensayo sobre qué es o cómo es su poesía.”

Benjamin Péret, que en Francia tomó parte desde sus inicios en el movimiento surrealista, había vivido en Brasil antes de que la Segunda Guerra Mundial lo arrojara al puerto de Veracruz y después a la ciudad de México. Previo tránsito por Casablanca y escala en La Habana, el autor de Aire Mexicano llegó con su esposa, la pintora Remedios Varo, al puerto de Veracruz a mediados de diciembre de 1941 y permaneció en el país hasta 1947.

De París, Péret había huido por la ocupación nazi, mientras que en México se enfrentó al ostracismo por parte de los escritores mexicanos y exiliados por sus filiaciones troskistas. Todos esos estallidos, querellas intestinas dentro de este movimiento provenían de posiciones ya encontradas en cuanto a la búsqueda del surrealismo en ese momento y al porvenir del surrealismo.

“Estos desacuerdos llevaron a escisiones, cartas que iban y venían, se peleaban y se contestaban, se excluían. Por otra parte hay que subrayar también que no es que los escritores mexicanos hayan segregado a Péret. Él mismo se apartó del medio literario porque en ese entonces muchos eran estalinistas, comunistas, y él había sido, yo diría que casi toda su vida, trotskista, entonces eran enemigo naturales”.

Una de las ideas en las que Bradu resume parte del alejamiento que Péret, y que éste compartió con Artaud, tuvo con los artistas mexicanos lo define con su falta de autenticidad que les impide generar un discurso propio.

“Los veía un poco a la manera de Artaud, demasiado contaminados por lo extranjero y cuando empezó a salir, no podía mucho porque no tenía dinero, esa era la limitación para viajar, pero las veces que pudo salir de la ciudad de México y encontrase con lo que ahora llamamos el ‘México profundo’ –no me parece una buena apelación pero llamémosla así– ahí si hubo una reconciliación con el país.”

Fabienne Bradu, investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, define a Benjamin Péret como el más fiel de los escritores surrealistas. Parte de esta fidelidad permanente de su poética se reflejó en algunas polémicas que desde México cruzó con otros participantes de este movimiento como Louis Aragon y Paul Éluard, a quienes acusó de recurrir a estilos conservadores por someter su poesía a los servicios políticos de la liberación de Francia frente al ejército nazi.

“Él escribe aquí un panfleto, así esta concebido, que se llama El deshonor de los poetas, dirigido principalmente ha Louis Aragon y Paul Éluard, que pertenecían al movimiento surrealista y durante la Segunda Guerra Mundial regresaron a formas poéticas más que tradicionales, conservadoras con el pretexto y buena causa de la resistencia francesa. De ahí nace un poema muy conocido, Liberté, que se lanzó desde los aviones en Francia. A esto Péret les dice ‘no, no se vale, la poesía no tiene por qué estar al servicio de nada más que de sí misma y ustedes traicionaron no solamente a su etapa anterior, de surrealismo, sino a la idea misma de libertad, que el movimiento sigue y persigue, a través de esa búsqueda’”.

Las definiciones sobre surrealismo que Benjamin Péret exploró durante su estancia mexicana están expuestas en este volumen, publicado por el Fondo de Cultura Económica. Dividido en dos partes, la primer aborda la estancia y la vida pública y profesional que Péret hizo en México durante seis años, mientras que la segunda parte incluye una serie de textos en los que se incluyen reseñas de libros, ensayos sobre artes plástica, literatura y cinematografía. En él aparecen reseñas a la poesía de Aimé Césaire, el cine de Luis Buñuel y el ya mencionado panfleto en contra Louis Aragon y Paul Éluard.

La ambivalencia de Benjamin Péret con relación a México queda resumida como un ejercicio de una constante búsqueda de la poesía originaria a lado, o incluso a pesar de Breton.

“Él fue hasta su muerte tal vez el más fiel a la búsqueda del surrealismo porque debemos entender que lo que ha dado la fuerza al movimiento surrealista es una búsqueda incesante de sus objetivos: del amor, la poesía y la libertad”.

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