Blue Demon, nuestro rudo más técnico
A cien años del natalicio de Alejandro Muñoz Moreno, quien dio vida durante más de cuatro décadas a este héroe de la lucha libre, su personaje sigue presente en la cultura mexicana. El demonio de colores celestiales es hoy objeto de exposiciones y es recordado por artistas, coleccionistas y escritores que valoran su relevancia en la proyección de México en el extranjero
POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ
Los visitantes toman sus asientos. El espectáculo está por empezar. Son pocos los elegidos que presenciarán esta proyección de 18 minutos. Se trata de un documental que la Televisión Española filmó a finales de los años 70 sobre la lucha libre en México. Sus protagonistas son Carlos Monsiváis y Blue Demon, ambos formados en escenarios distintos, pero que resultan complementarios: el cuerpo y la palabra, el ring y la literatura.
Estamos en el Museo del Estanquillo, espacio que desde mediados de octubre se ha convertido en una arena de lucha libre por la exposición Blue Demon, ídolo mexicano sin límite de tiempo, abierta al público hasta abril del próximo año.
“Yo uso la máscara porque soy académico de la lengua y no quiero que se escuchen las impropiedades y barbarismos que digo en el ring”, dice Carlos Monsiváis en esta reliquia del género documental, rescatada por Aldo Sánchez y Héctor Orozco, curadores de la exposición en colaboración con Alejandro Muñoz Lomelí, hijo del célebre luchador.
En las dos salas que alojan esta exposición los visitantes podrán apreciar más de 600 objetos: máscaras, carteles de funciones de lucha en distintas ciudades del país, desde su debut en la City Hall de Laredo, Texas, el 31 de marzo de 1948 contra Chema López, hasta los homenajes que recibió poco antes de su muerte en diciembre del 2000.
Una de las secciones está dedicada a la época de oro de este deporte, entre las décadas de 1940 y 1950. Ahí están algunos de los grandes amigos de Blue Demon: el Murciélago Velázquez, Black Shadow y Rolando Vera, este último quien inició a Alejandro Muñoz Moreno en el deporte de las llaves y las patadas, y a quien el público aficionado le debe el impulso deportivo de Blue Demon.
En una de las vitrinas se puede apreciar una reproducción de un espacio del estudio de Carlos Monsiváis en el que aparecen muñequitos de luchadores y dos ring en miniatura; uno de barro, el segundo de madera. Atrás está también el cartel que anuncia el homenaje que recibió Blue Demon en el Centro Cultural de Tijuana en 1993, anunciado como un duelo “Máscara contra Cabellera”. Los rivales: Blue Demon y Carlos Monsiváis. Evidentemente, no hubo duelo a patadas y manotazos, sino una charla en público entre dos amigos que se admiraban mutuamente.
Aldo Sánchez comparte algunas claves para aproximarse a Blue Demon, ídolo mexicano sin límite de tiempo:
“Hay un componente importante en los ídolos mexicanos: la bondad. Por ejemplo, podemos pensar en Pepe el Toro que era muy bueno con Chachita. Esto, con el componente del superhéroe, apuntala la figura del ídolo que ha trascendido los tiempos. Esa es parte de la tesis de la exposición. Mostrar a una leyenda viviente. Hay ídolos fugaces, pero, como apunta Monsiváis, el ídolo es un convenio multigeneracional. Eso ha sido Blue Demon, quien se consolida primero como un ídolo del cuadrilátero y después como ídolo del cine, de la fotonovela, la historieta y, finalmente, como ídolo popular”.
La exposición abarca otros aspectos alrededor de este personaje: la lucha libre como deporte, espectáculo, industria y expresión de la sociedad mexicana. La importancia que distintos artistas plásticos han dado al pancracio está en la obra de Lourdes Grobet, Denise de la Rue e Yvonne Venegas, Rodrigo Imaz, Gonzalo Rocha y Francisco Toledo.
Blue Demon se retiró el 25 de noviembre de 1988. “Fue una página gloriosa de la lucha libre mexicana”, narró esa noche el cronista deportivo Carlos “el Mago” Septién, quien agregó: “Blue Demon fue más que un luchador. Fue la encarnación misma de la lucha libre. Cuando se hablé de este luchador habrá que decir siempre: Antes de Blue Demon y Después de Blue Demon”.
Poco después habría de regresar a los encordados al ser retado de manera poco amable por el Rayo de Jalisco, con quien se jugó la máscara el 30 de julio del siguiente año, fecha en la que quedó al descubierto el rostro de Maximino Linares, originario no de Jalisco, sino de Milpa Alta. Esta pelea fue quizás una de las más importantes para Blue Demon junto con aquella en la que le arrebató el campeonato del Consejo Mundial de Lucha Libre a El Santo, aquel lejano 7 de agosto de 1953.
El mismo año que Blue Demon desenmascaró a esa otra leyenda que fue el Rayo de Jalisco, se le rindió un homenaje en la Arena Solidaridad de Monterrey con la participación de su amigo Carlos Monsiváis, quien leyó arriba del encordado un largo discurso en el que no sólo elogió la trayectoria de “el manotas”, sino que hizo una defensa de la lucha libre como expresión del pueblo mexicano:
“La época de oro de la lucha libre, por ejemplo, corresponde a otras épocas de oro: del cine, de la canción romántica, de la canción ranchera, de los personajes urbanos, de las atmósferas cabareteras y prostibularias, de la sensibilidad urbana que se inicia con el orgullo de barrio y que terminará trasladando el orgullo de barrio y todas las demás jactancias a la capacidad individual de sobrevivencia”.
El hijo de Blue Demon
Alejandro Muñoz Lomelí, hijo de Blue Demon y quien acercó la idea de esta exposición a El Estanquillo, nos acompaña en un recorrido por estos dos pisos de la exposición para adentrarnos en aspectos poco conocidos de este ídolo.
Relata que antes de que su profesor Rolando Vera le permitiera luchar de manera profesional, él entrenó por más de tres años. Ellos se conocieron en Ferrocarriles Nacionales. Rolando ya era luchador profesional pero combinaba ambas actividades. Cuenta Alejandro:
“Mi papá le pidió a Rolando que lo enseñara a luchar. Inicialmente era amigo de un hermano de Rolando, quien siempre se distinguió por el trato que tenía con las personas. Su uniforme de ferrocarrilero lo tenía bien atildado:
“—¿Quién es ese señor? —le preguntó mi padre.
“—Es mi hermano Rolando. Es luchador.
“—¿Y qué es eso?
“—¿Por qué no vas a que te entrene? A ver si te gusta.
“Y mi padre fue al gimnasio que estaba en el Círculo Mercantil de Monterrey, enfrente de la actual Macroplaza. Ahí daba clase Rolando Vera, quien primero lo fogueó en arenas de Monterrey y ciudades aledañas. Una vez un promotor de la Arena México se lo quiso traer. En esa época, Blue Demon era rudo. Cuando le hicieron la invitación, Rolando le preguntó:
“—¿Qué pasa? Te veo pensativo.
“—Es que me invitaron a luchar a la Ciudad de México.
“—Tú no te vas hasta que yo te diga. Allá hay 30 estrellas. Si no llegas bien preparado, no te van a dejar lucir, no podrás hacer nada y regresarás derrotado. Les tienes que partir la madre y darte a conocer. Si no te veo listo, no vas.”
Esos primeros años de formación son poco conocidos por la afición. Algunos otros aspectos de su vida personal aparecen narrados en las producciones que editorial Clío dedicó al “Demonio azul”, entre ellos aspectos familiares.
“Muy cariñosamente para mi mamacita de su hijo que la adora. Alejandro. Monterrey, N.L. Septiembre 18-1949”, dice una fotografía exhibida en una de las dos salas que el Museo del Estanquillo dedica a esta leyenda de la cultura mexicana.
Alejandro Muñoz Lomelí cuenta aspectos de la vida privada de su padre, quien le decía: “Yo nací en un lugar que no conozco”. Resulta que Blue Demon, que aún no era el luchador que llegaría a ser, nació en medio de una familia de doce hermanos, todos ellos dedicados a las labores del campo. Sus padres cargaban con su numerosa familia a los sitios donde se dieran las cosechas.
Cuenta Alejandro, su hijo: “Él decía que de niño tenía una enfermedad que, según sus palabras, le estaba secando una pierna. Entonces mis abuelos lo llevaron a registrar al municipio más cercano, que era Los Rodríguez, Coahuila. Aunque Blue Demon nació en una ranchería de Nuevo León, desconocida para él, lo llevaron al primer registro. Pero ya después se radicaron en la ranchería de Rinconada, municipio de García.
Su hijo Alejandro, quien pocos años antes de morir su padre fue el intermediario para que editorial Clío publicara elaborara y publicara el libro Blue Demon. Memoria de una máscara en 1999, narra una anécdota que muestras algunos rasgos de carácter su padre en la infancia:
“Decía mi abuelo que una vez en una fiesta le habían dado una cuchillada en la cabeza y lo dejaron tendido en las vías del tren para que si moría no se supiera si fue por asesinato o accidente. Afortunadamente, otros que venían de esa fiesta lo vieron, lo hicieron a un lado y se restableció. Pero mi papá sí supo quién fue. Un día le tomó la pistola a su hermano mayor y salió a buscar a quienes le hicieron eso a mi abuelo. Mi papá tenía unos 12 años. Por fortuna mi tío salió a detener a mi papá, que ya iba a buscar a estas personas a la cantina.”
Acerca del archivo que forma parte esencial de la exposición Blue Demon, ídolo mexicano sin límite de tiempo, Alejandro Muñoz dice que está formado por seis cajas con alrededor de 6 mil objetos, entre recortes de prensa, fotografías y trofeos. Ha pensado en algunas opciones sobre su destino y no descarta que sea adquirido por alguna empresa que le garantice su digitalización y resguardo, aunque tampoco descarta posibilidades de que alguna entidad pública sea el resguardatario de este tesoro nacional.
Blue Demon Jr.
“Buenas tardes, ¿se encuentra el señor Blue Demon Jr.?”, pregunto a José Luis, encargado de la galería que lleva el nombre de este luchador. No está. Me recomienda que le escriba a su Instagram, en donde tiene contacto con sus seguidores. Más tarde, “el demonio azul” me pide que lo busque al día siguiente en su galería a las 2 de la tarde. Salvar al mundo es absorbente porque a esa hora no estaba. A Blue Demon Jr. lo encuentro dos horas después mientras coloca un altar de Día de Muertos a una figura que representa a su padre, ya en la tierra de los difuntos desde el año 2000.
La guarida de Blue Demon Jr. está en Emilio Dondé #7, a un costado de la Ciudadela. Su oferta de productos y souvenires abarca diferentes modelos de máscaras de este personaje, playeras, tazas, llaveros, calcomanías, estuches para lápices, paraguas, mandiles, gorras…
“Tenemos cuatro meses con esta galería. Quise fusionar la cultura popular con la cultura. Tenemos la mitad que es producto merchandising y la otra mitad son pinturas. Hay pinturas mías y de otros pintores que han intervenido parte de la galería. El mural está hecho por Edgar Flores (@eflo_art) y tu servidor.”
Blue Demon Jr. ha abierto los escaparates de este espacio para que otros colegas luchadores coloquen sus máscaras certificadas. Aquí se pueden adquirir productos de Tinieblas Jr., Rey Espectro, Pentagón, Canek, los hijos de Doctor Wagner: Rey Wagner, Galeno del Mal e Hijo del Dr. Wagner, entre otros, un gesto que demuestra que sobre el ring pueden ser rivales, pero debajo del encordado se impone la hermandad. La diversificación lo ha llevado a incluir en esta tienda dos marcas de mezcal, uno espadín y otro tobala.
En uno de los escaparates veo asociada la imagen de Blue Demon Jr. con la diseñadora de joyería Delia González.
“Delia hizo mi marca. Tenemos muchos crossover. Delia trabaja conmigo desde hace casi diez años. Sacamos nuestra línea de joyería, y ya viene una nueva. En un rato viene un muchacho que se llama “El maleante”. Vamos a empezar a hacer una fusión para que vengan. Él es un chavo del barrio. Él puede llegar así a cierto público, yo quiero llegar a otro. Yo quiero que esto se extienda, que vaya creciendo”.
Del trabajo de esta diseñadora mexicana, Blue Demon Jr. destaca sus colecciones de dijes, aretes, pulseras, anillos y mancuernillas con su sello. Una alianza en la que ambos salen ganando. “Ya viene el lanzamiento de la segunda línea de joyería”.
—¿En qué momento se percató que la imagen de Blue Demon Jr. tenía que asociarse con el discurso plástico?
—Yo no me di cuenta. Se dieron cuenta otros. Yo siempre pinté desde que veía a Bob Ross. Y mi maestro Manuel de Cisneros me dijo: ‘Ya déjate de andar de paisajista.
Ponte a hacer otras cosas’. Y me empezó a enseñar. Afortunadamente estamos creciendo. No soy un gran pintor. Estoy en pañales en muchas cosas. Hay mucho que aprender todavía. Pero estoy entrando en otro mundo y otro gremio. Con todo el respeto lo hago porque sigo estudiando y sigo aprendiendo.
—En este año se cumple el centenario de Blue Demon. ¿Qué significa ser hijo de este ídolo popular.
—Como siempre lo he dicho: nunca dimensioné ni llego a dimensionar el tamaño del personaje que somos. Definitivamente creo que el trabajo ha sido duro. Creo que si yo no estuviera, el personaje de Blue Demon sí se hubiera olvidando. Mi trabajo es mantenerlo vivo. Son ya 100 años en los que este personaje ha pasado de generación en generación y espero pasar a más. La gente está contenta y satisfecha con lo que hemos hecho mi padre y yo.
—¿Qué marca la diferencia entre Blue Demon y otros ídolos?
—Yo realmente no puedo hablar en primera persona. Mejor que lo hablen otras personas.
Para eso están los biógrafos. Quien se encarga de esta tarea, escribir la historias autorizadas de Blue Demon y Blue Demon Jr. es Abraham Padilla, quien también se autodefine como “El burro que escribe”, y quien se dedica a apoyar a personalidades de distintos ámbitos a escribir sus biografías de forma que sus historias sean leídas como novelas y así los lectores “tengan la sensación de estar viviendo lo que vivieron los personajes”.
“El burro que escribe”, quien me explica ha colaborado con otras personalidades a escribir sus memorias, hace algunas aclaraciones iniciales. La persona que da vida a Blue Demon Jr. no es hijo biológico de “el demonio azul”, sino su sucesor deportivo por decisión de Alejandro Muñoz Moreno, Blue Demon.
Hay un código que se utiliza en la lucha libre mexicana: al nombre del luchador se agrega el genitivo “Hijo de…” cuando éste es hijo biológico de otro luchador, mientras que se agrega el adjetivo “Junior” cuando sólo es el sucesor deportivo por decisión expresa del titular.
Dice Abraham Padilla: “Las facetas alternas a lo deportivo de Blue Demon Jr. si bien han sido un descubrimiento a lo largo de su vida también podrían rastrearse en su historia familiar. Blue Demon Jr., como es de dominio público, no es hijo biológico de don Alejandro Muñoz; es nieto biológico de un afamado cineasta de la época de oro del cine mexicano. Tiene el arte en la sangre. Desciende de cineastas, poetas y educadores. Además, tiene formación en la academia militar y estudios profesionales”.
—Cuando leemos una biografía siempre conocemos el rostro del personaje, ¿pero qué particularidad tiene el ejercicio de escribir la biografía de un personaje enmascarado?
—Estamos haciendo la historia de la persona y del personaje. Pero quizá, junto con todo esto, lo que estamos haciendo es la historia del símbolo. Blue Demon Jr. puede encarnar el símbolo —y lo digo sin querer llegar a la exageración— de la mexicanidad. La historia de Blue Demon Jr. es la historia de un mexicano con un linaje de gran relevancia, pero que en realidad es un linaje que él casi ni lo conocía. Su vida la hace desde menos cero. Es un niño que es regalado. Él lo ha dicho en otras entrevistas. Lo regalaron. Eso habla del impacto. Si no hubiera pasado esto, la historia hubiera sido diferente. Fue a los meses de nacido cuando a causa de descuidos familiares, su abuelo “se lo encarga” a don Alejandro Muñoz. Contar la historia de Blue Demon Jr. nos exige narrar la historia de un símbolo, con el desafío de proteger la identidad. En esta historia contamos primero cómo se vuelve parte de la familia, después cómo llega a ser el heredero deportivo. Finalmente contaremos cómo se convierte en un referente de la lucha libre mexicana.”
Abraham Padilla tiene la claridad de que al contar la historia de esta segunda generación de profesionales de la lucha libre, también implica narrar aspectos que van más allá de la vida pública de Alejandro Muñoz Moreno, ese joven empleado de Ferrocarriles Nacionales en Monterrey, aficionado a practicar la lucha libre, quien detrás de esa máscara daría vida a uno de los ídolos de la cultura mexicana:
“La máscara de este personaje es quizá la más emblemática de la lucha libre. La más fácil de identificar, la más referencial. Es muy sencilla, con un antifaz y un fondo azul. Todas se terminan basando en la fórmula de Blue Demon”.
Un ídolo estampado
Jesús Magaña fue uno de los artistas de la lente que capturó algunas de las imágenes más conocidas de Blue Demon. Conocido por su trabajo en el ambiente del espectáculo y la vida nocturna de los años 60 y 70, la lucha libre tampoco le fue ajena. Hay una imagen suya que se ha convertido en materia de memes, en la que aparecen Blue Demon y El Santo, vestidos el primero de etiqueta, el segundo con un suéter de tortuga. Ambos ojean un libro en lo que parece el still de alguna de las varias películas que protagonizaron. Esta foto es de Jesús Magaña. Cuenta su hijo, David Magaña:
“Mi padre tiene fotos de Blue Demon que nadie tiene. Las tomaron en varios de estos estudios. Se las encargaba el director, pero llegaron a tener tan buena relación que hasta lo fotografió en su casa. No llegaron a ser amigos pero sí colaboraron con mucho entusiasmo. Blue Demon, desde el punto de vista de la figura, creo que es más atractiva que la de El Santo por lo que representaba por su vestimenta azul, lo demoniaco, y porque se desprendía más con el pueblo.”
Desde su taller al sur de la Ciudad de México, Demián Flores es otro artista visual que ha dedicado series de su trabajo a las figuras de los luchadores, uno de ellos Blue Demon.
Explica que luego de que el neomexianismo de los años 80 rescatara la figura de los luchadores como personajes de su obra plástica, Flores dio una nueva lectura a la figura del luchador con dos eventos significativos. Uno de ellos fue el homenaje a Kid Vanegas, nieto del impresor de José Guadalupe Posada, pero también una de las estrellas del pancracio en los años 50 y 60.
“Blue Demon es el otro lado del bien. Representa lo que tiene toda la humanidad. Es parte del equilibrio perfecto para encontrar una relación directa con la vida. Al final, la lucha libre tiene que ver con eso. La lucha libre no sería tal si uno no entra a la arena y busca la verdad. Y en esa verdad está el reflejo de lo que uno vive como persona. Lo que vivimos siempre está dentro de una balanza. Blue Demon es un extremo de esa balanza”.
FOTO: Carlos Monsiváis y Blue Demon/ Cortesía Museo del Estanquillo
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