Boris Godunov por la OSN: una vida para ser zar
POR: LUIS PÉREZ SANTOJABoris Godunov, de Modest Mussorgsky, es una de las mejores óperas de la historia y la más importante de la música rusa. Cuando se anunció este concierto reaccioné con incredulidad por la atinadísima propuesta que nos hacía la OSN y su director, Carlos Miguel Prieto. Boris Godunov sólo se había representado en México en 1953 con Nicola Rossi-Lemeni, y hace algunos años el bajo ruso Anatoly Kotscherga cantó algunas arias en concierto, en silla de ruedas, después de ser asaltado y tiroteado en la Zona Rosa.
Mussorgsky no pretendía lograr una obra innovadora, sino que fue la música que le inspiró el poema dramático de Pushkin. Pero varios factores contribuyen a su importancia: la dimensión histórica y teatral; la ausencia de melodrama, a diferencia del repertorio usual; la inteligencia de su libreto dividido en escenas independientes, que a pesar de ello dan continuidad al argumento; el lugar primordial del coro en escenas culminantes, representando al pueblo ruso, personajes vivos y determinantes que lo convierten en el protagonista real de la obra.
No se había compuesto antes una obra con tales características, pues apenas las dos primeras jornadas de la Tetralogía de Wagner eran sus absolutas contemporáneas, que Mussorgsky no pudo haber escuchado antes, aunque ya se conocían en Rusia algunas de sus primeras óperas de madurez.
Mussorgsky creó dos versiones de Boris Godunov. En 1869 había hecho una primera versión que de entrada fue rechazada para su puesta en escena. La razón principal debió ser la “comercial”, que ya afectaba a los teatros de toda Europa: la obra no tenía atractivos musicales, pues el autor buscaba más el sentido dramático que la belleza melódica; implicaba grandes dificultades orquestales y vocales, y sobre todo ¿a quién le podía interesar una ópera que no tenía un personaje femenino principal para que lo cantara la prima donna en turno?
Dos años después Mussorgsky realizó una expansión fundamental en la obra: creó todo un acto nuevo, con el personaje femenino requerido, Marina, y le dio a Dimitri, pretendiente al trono y apenas esbozado en la anterior versión, una relación amorosa con Marina y un desarrollo definitivo. Además, al invertir las dos últimas escenas, después de la muerte de Boris, viene la escena de la llegada de Dimitri, seguido por su ejército para destronar al zar en Moscú, mientras es vitoreado por la esperanzada multitud. Además, Mussorgski creó nuevos personajes, sobre todo femeninos, y aumentó casi todas las escenas. La obra adquirió gran sentido trágico y una dimensión que podríamos denominar wagneriana.
Paradógicamente, la obra sólo tuvo gran aceptación hasta que Rimsky-Korsakov, dudoso perenne de sus colegas, reorquestó la ópera del recién fallecido Mussorgsky, con la suntuosidad de una obra suya y eliminó el tono austero y sombrío del original.
La interpretación de la OSN de algunas importantes escenas podría considerarse un acontecimiento. En principio, no puede haber Boris Godunov si no hay “un Boris” y en este concierto lo hubo. El gran bajo Nikita Storojev demostró que un bajo ruso siempre trae a Boris en la sangre. No sabemos cuántas veces habrá cantado el personaje, pero desde sus primeras frases, en la brillante y espectacular escena de la coronación, Storojev exhibió su profunda interiorización de Godunov y nos transmitió su desasosiego, su alma atormentada. Gobernante que nunca disfrutó el poder, que sufrió tanta opresión y agobio como el pueblo que reprimía y cuyo perfil sicológico, tan amenazante como digno de lástima, es uno de los más acabados y congruentes en toda la historia de la ópera. Si como dijimos antes, el pueblo ruso es el protagonista real de esta obra, en el concierto también lo fue “su voz”, Enharmonia Vocalis, coro profesional y digno que debutó en estos conciertos con excepcional calidad.
La dirección de Carlos Miguel Prieto, a quien posiblemente nunca había escuchado dirigiendo ópera, fue, como siempre, muy lograda, enfatizando los matices y la atmósfera ideal de cada escena. Esperemos que se trate de un nuevo proyecto de la OSN tocar en concierto óperas poco usuales o de difícil escenificación.
« Cuatro poemas “Connecting people”, teatro de fácil digestión »