Capilla Rothko
FRANCISCO HERNÁNDEZ
Te empequeñeces al entrar
y así abandonas, con este nuevo intento,
la magnitud deseada siempre.
A milímetros de lágrimas sin sol,
los rezos internos controlan
la desaparición de los latidos
y afuera, el obelisco de Barnett Newman
se inclina hasta romperse sobre el agua
que lo rodea, en nombre de la primavera,
del hijo y del padre que todos quisiéramos tener.
De esta forma te salvas: se triplica
tu respiración, evitas la asfixia
de otros fantasmas asistentes
y en púrpura ceniza te conviertes,
dispuesto a proseguir.
Capilla Rothko dentro del libro Rothko.
Queda entre muros lo no disminuido.
Capilla Rothko dentro del templo Rothko.
Crece en lo negro lo no santificado.
Te empequeñeces al entrar
y al salir ya eres otro,
más diminuto aún,
como lo dicta tu costumbre.
*La Capilla Rothko, en Houston, Texas, congrega anualmente a cerca de 50 mil visitantes / Foto: Especial