Carta de mareo
POR MANUEL BECERRA SALAZAR
La marea es sencilla y es certera.
A su lado la violencia del hombre
se pierde igual que un cuerpo bajo el agua.
Por la mañana arroja a los turistas
entre despojos y estrellas de mar.
Es una máquina de hacer caballos.
Trabaja, como tú, con el abismo,
perturba con cada una de sus tablas
el pulso con el que empuñas la pluma,
y sin embargo es sencilla y certera.
Mientras escribes en tu sitio, aquí
un par de jóvenes cazan moluscos.
Abren su carne blanda sin asombro.
Las mujeres del trópico caminan.
con un conocimiento de rosa contemplada.
—Cada una le ha puesto, en el momento,
un nombre a la tormenta que se acerca—
Viven para siempre en el puerto.
Comen de la agonía de las langostas.
Lo hijos tienen hijos que no nacen.
Los aldeanos hacen el amor por las mañanas.
Duermen sin separarse ni un instante:
las manos siempre enlazadas,
como las nutrias, para no perderse.
Fotografían en la playa a un pez
diablo mientras se pudre bajo al sol.
No piensan en fantasmas, como tú
mientras escribes y ordenas papeles
como un pequeño ángel de oficina.
Aquí el mar se contonea
sin pensamientos ni ley rigurosa.
La marea es sencilla, créeme:
Detén por un momento la escritura
y escribe lo inmortal sobre la arena.
*FOTO: Un hombre contempla el espectáculo de la marea en la playa del Orzán en A Coruña, España/ EFE. Cabalar.
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