Cataclismo (del absurdo y la necedad)
POR JUAN HERNÁNDEZ
Cuando los coreógrafos tienen claro lo que quieren decir, sus danzas hablan de manera contundente. Eso es lo que ocurre con el programa Cataclismo (del absurdo y la necedad…), integrado por tres obras de Paula Rechtman y Hugo Molina, con el Colectivo PAUSA en movimiento, estrenado en el Teatro Benito Juárez.
Se trata de creadores de una compañía que se mueve, aún, en la periferia del movimiento dancístico nacional; quizá por eso mantienen una independencia discursiva que se aleja de los “estilos” de moda, promovidos por la oficialidad en espacios institucionales ocupados por la élite de la danza contemporánea del país.
En las tres obras del programa: Erosional, Zolo y Cataclismo (del absurdo y la necedad…), se denota la búsqueda de un lenguaje particular. El discurso de los coreógrafos no recurre a fórmulas gastadas de la danza contemporánea, sino que explora nuevas rutas que responden a necesidades expresivas, derivadas de aquello que se quiere expresar. Las piezas logran una difícil sencillez discursiva, que se consigue gracias a que los coreógrafos saben a quién le quieren hablar.
Erozional, de Paula Rechtman, es un trabajo íntimo, un viaje por el espacio interior de la intérprete, que convierte su cuerpo en elemento líquido, en agua que se derrama por la escena. Apoyada por la creación sonora en vivo de Leika Mochán, la bailarina es el punto de referencia dentro de una atmósfera ascética.
Rechtman, quien también es la intérprete de este solo, es una bailarina virtuosa de la técnica y de la expresión. En esta obra recurre al “flying low”, que no es otra cosa que bailar en relación permanente con el piso, a partir de la conciencia de la gravedad, del peso y del eje del cuerpo, manteniendo la acción física constante pero con total concentración y tranquilidad interior.
La técnica, en este caso, se vuelve lenguaje y, por lo tanto, en un medio eficaz para que la bailarina construya un discurso acerca de la constitución líquida del cuerpo y de la relación de esta característica con la espiritualidad del hombre. Una obra de paz, de tranquilidad, en el que la intérprete evoca estados de éxtasis que se relacionan con la naturaleza humana primigenia y lo sagrado.
En esta pieza es fundamental la presencia de Leika Mochán, quien hace la música en vivo e interviene con sonido guturales que dan un carácter singular a la atmósfera y fortalecen la expresividad de la escena. La creadora musical conoce el carácter del bailarín, los resortes de la organicidad corporal, así como la naturaleza del tiempo y el espacio dancísticos.
En Zolo, con el bailarín Hugo Molina, la búsqueda va por otro lado. En esta pieza se recurre al teatro-danza. El bailarín interactúa con el público e interpela al espectador. Narra una historia: la de un hombre solo, que vive a la espera de una llamada telefónica. El teléfono celular es un elemento protagónico en este espacio de soledad aterradora, en el que el personaje parece caer en estados de esquizofrenia continuos.
La escena iluminada con claroscuros está integrada por un buró con una lámpara y un libro. Objetos que nos remiten a estados de soledad e intimidad. La palabra, utilizada por el intérprete, por otro lado, no tiene el objetivo de transmitir un texto como en el teatro, sino que ser parte de la composición sonora y de la evocación de estados anímicos. La obra recurre a la escritura de textos que se proyectan sobre una pantalla colocada en el fondo del escenario. Las letras, ahí, se vuelven parte de la plástica de la propuesta dancística.
El programa cierra con la obra Cataclismo (del absurdo y la necedad…), en la que se hace una fuerte y ácida crítica al estilo de vida contemporáneo. Los bailarines Yuridia Ortega, Paula Rechtman y Hugo Molina, interpretan a los personajes de esta trama “post-apocalíptica”, en el que el ser humano consume productos (como las ratas buscan su alimento en los basureros), y se relacionan entre sí a partir de los gadgets de la tecnología que se ofertan en el mercado.
La obra recurre a imágenes como Jesucristo crucificado o a la Virgen de Guadalupe. Figuraciones religiosas que se distorsionan en un mundo consumista, en donde la tecnología, la Internet, las redes sociales y el teléfono celular son elementos de una nueva forma de doctrina, que atrapa a los seres humanos.
Además del movimiento de los bailarines, quienes manejan elementos teatrales y dancísticos, la escena se completa con un montón de productos de marca, que apilados parecen sólo basura. Los creadores proyectan imágenes en tres dimensiones sobre dos pantallas, generando un espacio para la existencia virtual.
Los creadores ponen frente al espectador un espejo que refleja una imagen nada complaciente. En ese sentido, estamos ante una obra cuestionadora, que busca dialogar con su tiempo y que establece una postura crítica, desde la danza, sobre el mundo.
*Cataclismo (del absurdo y la necedad…), de los coreógrafos Paula Rechtman y Hugo Molina, con la compañía Colectivo PAUSA en movimiento, la interpretación de Rechtman, Molina y Yuridia Ortega, la creación musical en vivo de Leika Mochán, y trabajo multimedia de Moisés Regla, se estrenó en el Teatro Benito Juárez el 5 de mayo, y se presenta martes y miércoles a las 20 horas, hasta el 20 de este mes.
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