Chagoya: canibalismo crítico y satírico
POR ANTONIO ESPINOZA
Una de las exposiciones memorables del Centro Cultural/Arte Contemporáneo fue la que llevó como título: Imágenes de guerra. Abierta entre junio y octubre de 1992, la muestra incluyó obras con temática bélica de artistas como el francés Jacques Callot –quien inició la representación crítica de la guerra en una serie de grabados al aguafuerte fechados en 1633–; grandes maestros como Francisco de Goya, Pablo Picasso y Otto Dix; el célebre grabador mexicano José Guadalupe Posada; los norteamericanos en activo Sarah Charlesworth, Robert Morris, Martha Rosler y Cindy Sherman, y los mexicanos en activo Germán Venegas y Enrique Chagoya. Este último participó con grabados de su serie Homenaje a Goya, inspirada en Los desastres de la guerra (1810-1814) del genio español. Con la idea de expresar su indignación ante las injusticias de la época e imaginando cómo reaccionaría Goya ante tal situación, Chagoya se apropió de los grabados goyescos y los subvirtió con imágenes de artículos de consumo, armas modernas o figuras políticas contemporáneas.
Radicado en Estados Unidos desde aquella época, Enrique Chagoya (Ciudad de México, 1953) no ha dejado de producir y crecer como artista. Tampoco ha dejado de homenajear a Goya, no sólo retomando Los desastres de la guerra, sino también apropiándose de otras dos series gráficas del maestro español: Caprichos (1797-1799) y Proverbios o Disparates (1815-1819). En estos días podemos ver las obras de Chagoya inspiradas en Goya en la exposición Palimpsesto caníbal, que se presenta en el Museo Nacional de la Estampa (Av. Hidalgo 39, Plaza Santa Veracruz). Se trata de una selección de una muestra individual más amplia que se presentó en España y, ya disminuida, en el Instituto de Artes Gráficas (IAGO) de Oaxaca y ahora en el Munae. Es una lástima que la exposición, curada por Blanca de la Torre, no haya llegado completa a nuestro país. Hubiera sido bueno ver las espléndidas latas Cannibull’s de Chagoya, en las que parodia en forma culterana e inteligente a las latas de sopa Campbell´s de Andy Warhol.
Con todo, la exposición del Munae nos permite apreciar bien el discurso canibalesco de Enrique Chagoya. Se exhiben parte de sus obras inspiradas en las series gráficas de Goya ya mencionadas. Se exhiben también catorce grabados de una serie titulada Goya recurrente (aguafuerte, aguatinta e impresión de sello a partir de cliché tipográfico, 2012-2015), en la que Chagoya se apropia de otras imágenes goyescas. Del maestro español, por cierto, se presentan ocho grabados de la serie Proverbios o Disparates, pertenecientes a la colección del IAGO. La inclusión de estas obras es más que acertada, pues nos permite cotejar la fuente goyesca original con las apropiaciones chagoyianas. Lo mismo se puede decir del libro La portentosa vida de la muerte (1792) de Fray Joaquín Bolaños. Se exhibe un ejemplar del libro, seis grabados al buril de Francisco Agüera Bustamante que ilustran la obra literaria y las dos piezas de Chagoya inspiradas, a su vez, en dichos grabados. La muestra incluye más obras del autor mexicano, la mayoría obras gráficas, entre ellas sus famosos “códices”.
Abre la exposición una obra significativa: El tiempo puede pasar rápida o lentamente (impresión digital y pintura acrílica sobre papel amate, 2009), en la que vemos a una diosa tribal devorando a Picasso. De esta manera inicia una exposición cuyo título (Palimpsesto caníbal) alude, por un lado, a los manuscritos antiguos borrados y sobrescritos y, por el otro, al carácter antropofágico de la obra chagoyiana. Aquí cabe definir lo que es la antropofagia en el arte y recordar a Osvaldo de Andrade y su célebre Manifiesto Antropófago (1928), documento central para el arte moderno brasileño. De Andrade define a la antropofagia como la: “Única ley del mundo. Expresión enmascarada de todos los individualismos, de todos los colectivismos. De todas las religiones. De todos los tratados de paz […] Absorción del enemigo sacro. Para transformarlo en tótem”. El movimiento antropofágico buscaba manipular valores interculturales, apropiarse de lo extranjero, “devorar” el discurso extraño y “digerirlo” en el proceso de creación, con la idea de conciliar lo propio y lo ajeno en una síntesis dialéctica que derivara en el mestizaje cultural.
Los tiempos posmodernos que vivimos coinciden plenamente con esta idea de hibridación cultural. Artista de su tiempo, del siglo XX y del XXI, creador posmoderno, hábil devorador de imágenes, Enrique Chagoya ha construido un discurso artístico a un tiempo crítico y satírico, un imaginario armado de múltiples estratos, a modo de palimpsesto, en el que todo puede ser posible. Impulsado por su instinto antropófago, se ha apropiado de elementos iconográficos y simbólicos de todo tipo (la cultura popular, los cómics mexicanos y norteamericanos, personajes políticos y religiosos, referencias a la historia del arte…) para abordar con desparpajo temas políticos, sociales y culturales de ayer y hoy. Con humor irreverente, este autor cuestiona el colonialismo, la religión, la violencia humana y la historia como una imposición.
Enrique Chagoya, quien define a su obra como “una fusión conceptual de realidades opuestas”, considera con razón que la historia es una construcción ideológica y que a través del arte se pueden imaginar otras historias. En sus “códices”, auténticas narrativas visuales realizadas sobre papel amate, en las que combina mitos prehispánicos, personajes históricos, íconos religiosos e imágenes de historietas, inventa realidades que pudieron ser y que el espectador debe interpretar. Con el poder del arte, Chagoya imagina “historias” alternativas en un juego ficticio que, sin embargo, nos lleva a la reflexión sobre temas tan complejos como la guerra, la inmigración, la intolerancia o el racismo. Por supuesto, se puede cuestionar el juego chagoyiano pues la historia es como es y no se puede cambiar. Si Cristóbal Colón no hubiera “descubierto” América… si Hernán Cortés no hubiera consumado la conquista… La verdad es que cada uno de ellos realizó la empresa para la que estaba predestinado. El arte canibalesco, crítico y satírico de Chagoya echa a volar la imaginación. Por eso se salva.
*FOTO: “Homenaje a Goya II: Los desastres de la guerra”, aguafuerte, aguatinta e impresión de sello elaborado en matriz litográfica, 2003/Cortesía Museo Nacional de la Estampa.
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