Chanel N°5: el aroma del siglo
Sólo una fragancia que atesora leyendas, genialidad y una inextinguible capacidad de seducción ha perfumado la historia de los últimos 100 años. Chanel N° 5 celebra un siglo de ocupar el trono de la alta perfumería y no tiene la menor intención de abdicar
POR BERNARDO BH
No era una santa ni una gran dama, y mucha gente —con justificada razón— la consideraba una persona que podía catalogarse como todo, excepto buena. Sí, Gabrielle Chanel colaboró con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, era abiertamente antisemita, no muy tolerante con el tema de la homosexualidad masculina y, según Hal Vaughan en su libro La guerra secreta de Coco Chanel, adicta al SEDOL. Pero fue una lumbrera y, como a la mayoría de los genios, le tenía sin cuidado ser catalogada o no una buena persona. Su interés, su fulgurante obsesión era crear, trascender. Lo logró.
La otra historia
Desmitificar es casi necesario: oxigena las versiones oficiales y las pone en perspectiva. Para una marca de lujo el storytelling es tan importante que hace todo lo necesario para sublimarlo. La construcción identitaria de la fragancia icónica de la maison francesa es, básicamente, perfecta… Pero no infranqueable. La escritora Marie-Dominique Lelièvre, autora de El Nº5 de Chanel, biografía no autorizada, revela aspectos que no le causan ninguna gracia a la firma.
“Quiero algo muy especial, que no manche, que huela muy bien; si no, se acabó, es un caos”, fueron las instrucciones que en 1921 Chanel dio al perfumista franco-ruso Ernest Beaux, probablemente sin saber que la muestra que ella misma elegiría era en realidad un perfume desaparecido de la Rusia Imperial, el Rallet N°1, creado por el perfumista de los Romanov poco antes del estallido de la Revolución.
Lelièvre, quien invirtió casi 30 años de investigación en la elaboración del libro, pone en duda el origen del icónico nombre de la fragancia, al señalar que la versión que fue bautizada con el número de muestra que más gustó a Chanel, o el relato que ella ofreció sobre los motivos por los que el cinco era su número de la suerte, carecen de registros precisos, fehacientes y comprobables. La autora señala que los amantes del perfume deberán asumir que hay múltiples posibilidades sobre la elección del nombre, pues la realidad sigue siendo un misterio.
Chanel N°5 es el perfume más famoso del mundo, el negligee invisible de Marilyn Monroe, un objeto casi fetichista que embruja a millones de personas y constituye el motor de la riqueza de la casa de moda. Dinero: música para los oídos de Mademoiselle, quien fue una empresaria que supo enlazar el carácter propositivo de sus creaciones con una intuición financiera digna de Wall Street. Considerado por décadas la creación más vendida a nivel mundial, Chanel N°5 ha capitalizado el título de bestseller para garantizar su popularidad; sin embargo, tanto Lelièvre como otros analistas señalan que durante considerables periodos de tiempo esta fragancia no ha ocupado el lugar que asegura tener.
Hace cinco años, la revista ¡Hola! señalaba que cada cinco minutos se vendía una botella de Chanel N°5, dato improbable de corroborar que, no obstante, resulta ideal como herramienta de posicionamiento. A pesar del sitio privilegiado que ostenta este perfume, también ha tenido sus horas bajas, como el periodo de vacío de poder que ocurrió tras la muerte de la diseñadora (1971) y la contratación de Karl Lagerfeld como director artístico y catalizador de la renovación integral de la marca (1983). Chanel N°5 se ha enfrentado a grandes adversarios que le han dado batalla y amenazado con derrocarlo. No ha ocurrido. “Un rey no debe caer nunca de su trono, excepto cuando el trono cae”, dijo Vittorio Alfieri, axioma cabalmente asumido por el monarca de los perfumes.
80 ingredientes y una gota de suerte
“Un perfume de mujer con olor a mujer”, sugerente frase atribuida a Coco, parece haber sido el punto de partida para que hace un siglo la francesa imaginara una fragancia que no fuera el símil de un cursi ramo de flores. Ernest Beaux, nariz del futuro superventas de la marca, tuvo una epifanía al recibir la encomienda: alejarse drásticamente de los códigos tradicionales de la perfumería.
El proceso de creación no fue sencillo ni estuvo libre de complicaciones; sin embargo, Beaux consiguió una estructura audaz, un bouquet opulento, abstracto y misterioso sin notas dominantes. La fórmula contempla alrededor de 80 ingredientes y las flores que lo componen son, principalmente, ylang-ylang de las Comoras y jazmín de Grasse. También están presentes las rosas de mayo, la bergamota, la raíz de lirio, el muguete, la lima ácida y el iris. En las notas de fondo palpita una sinfonía de algalia, sándalo, ámbar, almizcle, vainilla, musgo de roble, pachulí y vetiver de Bourbon.
Pero el factor clave no proviene de un jardín sino del laboratorio: aldehídos. Beaux añadió a los ingredientes naturales estos componentes sintéticos que enriquecen el desarrollo de las notas, generan nuevos olores y brindan mayor intensidad a la composición. Este perfume fue el primero que los utilizó en grandes cantidades, estableciendo un precedente en la industria; de hecho, sin los aldehídos el Chanel N°5 no
existiría.
Los aldehídos no tienen un nombre poético, cierto, pero están llenos de posibilidades artísticas. Se clasifican por el número de átomos de carbono, por lo que hay aldehídos de C6 a C12. Así, el aldehído C10 huele a naranja; el C11, a cera de vela; el C12, a hierro ardiente… Los aldehídos dan vuelo y poder a una composición, incentivan la creación de notas peculiares y apuestan por gestos de asombro sensorial.
Se dice que Beaux viajó hasta el Ártico en busca de inspiración y la encontró “en el estimulante aire de los lagos del norte bajo el sol de medianoche”. Qué tan certera resulta esta referencia es algo difícil de precisar pero, sin duda, el creador del Bouquet de Catherine, fragancia producida en honor a Catalina la Grande, logró con el N°5 la concreción de una aroma absolutamente novedoso, un concepto ultramoderno en una época de frenética vanguardia; de hecho, el nombre en sí ya suponía una revolución en el mundo de la perfumería y su envase no fue menos.
Admiradora del dadaísmo y el cubismo, Chanel proyectó su obsesión por las líneas puras en un frasco elegante, atemporal, sin ornamentos; un diseño minimalista, químico, con una etiqueta de aires farmacéuticos y una tipografía depurada que expresaba la máxima “menos es más”. Su tapón, tallado como un diamante, se inspira en la geometría de la Place Vendôme, en París. Con todo ello, Chanel dinamitó las convenciones de sus contemporáneos, como también lo hicieron las vanguardias artísticas. Sí, ya era posible perfumarse de subversión.
Je suis N°5
“Chanel siempre me ha fascinado, siempre me ha hecho soñar y es difícil describir un sueño que se hace realidad. Esta maison tiene un don para el asombro y, por lo tanto, un don para asombrar”, confiesa Marion Cotillard, dirigida por Johan Renck en el más reciente cortometraje del N°5, en el que la actriz coreografía el alunizaje perfecto de la fragancia que ha llegado más lejos y alto que ninguna otra. Parte de este éxito sideral se debe a la sagacidad de la empresa para sumar talentos y celebridades a la evolución de la fragancia.
La relación con el cine ha sido fundamental en esta historia. En los años 70, Catherine Deneuve le hablaba a la cámara de la relación íntima que establecía con su perfume. Poco después, Ridley Scott filmó la impronta que el aroma de Carole Bouquet dejaba a su paso. Baz Luhrmann hizo de Nicole Kidman la protagonista de Nº5, The Film, el tráiler de una película imaginaria, y Jean-Pierre Jeunet retrató el viaje nostálgico de Audrey Tautou. Otras personalidades que han protagonizado las campañas han sido Inès de la Fressange, Estella Warren, Gisele Bündchen, Keira Knightley, Lily-Rose Depp e incluso Brad Pitt.
Inmortalizado por Andy Warhol en su antología Ads. El primero en traspasar el umbral del Metropolitan Museum of Art de Nueva York. El cosmético abstracto por antonomasia. El único que, por oler a sí mismo, ha hecho posible que cada mujer que lo use le otorgue un contenido y una historia particulares. Un olor visual, un número cargado de simbolismo, un aroma que surge de una emoción individual. La fragancia centenaria cuya historia cruza países, libros, poemas y movimientos artísticos para desafiar caprichos y tendencias pasajeras. Chanel N°5, el único que puede presumir de un estatus mitológico: objet d’art.
FOTO: Marilyn Monroe fotografiada por Ed Feingersh en 1955. Sus declaraciones acerca de dormir sólo con unas gotas de N°5 condensaron el simbolismo de la sensualidad en dicho perfume/ Crédito de foto: Especial