¿Cómo está la educación en México?
En esta entrega, el autor expone los bajos niveles educativos de nuestro país, en comparación con otras naciones de la OCDE; la prueba PISA arroja resultados catastróficos en un futuro inmediato
POR HUGO SETZER
Presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana y expresidente de la Unión Internacional de Editores. Twitter: @HugoSetzer
Nos encontramos en pleno siglo XXI. Si comparamos la vida de una persona hoy en día con la de un habitante del mundo del año 1900, la diferencia es infinitamente mayor que cuando comparamos el estilo de vida de ese ancestro de 1900 con alguien que hubiese vivido 2 mil años atrás. De ese tamaño han sido los cambios tecnológicos del último siglo.
De hecho, esta evolución comienza con la Ilustración y sus ideales sobre el uso de la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso. Gracias a estos valores, hemos llegado a lo que conocemos hoy como la sociedad del conocimiento, en la que los países ya no basan su progreso en la disponibilidad de materias primas, sino en las capacidades y la innovación de sus ciudadanos. El futuro nos alcanzó.
Por ello, la educación es un elemento cada día más relevante en la competitividad de las naciones. Adicionalmente, nos hemos globalizado, en una tendencia sin retorno. Lo que pasa en un lugar del mundo afecta irremediablemente al resto. Nuestros niños y niñas ya no competirán por puestos de trabajo con sus pares de su misma ciudad, ni siquiera de su país, sino con otros ciudadanos del mundo.
Por ello, es tan importante una evaluación internacional estandarizada, como el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE (PISA, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con Andreas Schleicher, quien es director de Educación y Habilidades y Asesor Especial sobre Política Educativa del Secretario General de la OCDE, “en las últimas dos décadas, PISA se ha convertido en el criterio principal del mundo para evaluar la calidad, la equidad y la eficiencia de sistemas escolares y una fuerza influyente para la reforma educativa.”
¿Y cómo está México en la prueba PISA? En los resultados de la última prueba, de 2018, México aparece en lugar 54 de 66 economías evaluadas. En PISA 2018, los estudiantes mexicanos obtuvieron un puntaje por debajo del promedio de la OCDE en lectura, matemáticas y ciencias.
En México, sólo el 1% de los estudiantes obtuvo un desempeño en los niveles de competencia más altos (nivel 5 o 6) en al menos un área, mientras que el promedio de la OCDE fue de 16%, y el 35% de los estudiantes no obtuvo un nivel mínimo de competencia (nivel 2) en las tres áreas, mientras que el promedio de laOCDE fue de 13%.
Ya que nos gusta compararnos con Dinamarca, en aquel país, donde los editores participan activamente en la educación, brindando recursos educativos de la más alta calidad científica y pedagógica, el promedio de puntos de sus alumnos en comprensión lectora, matemáticas y ciencias fue de 501, 13 puntos por arriba del promedio de la OCDE, mientras que en México el promedio fue de 416, 72 puntos por debajo del promedio de la OCDE.
Hay que considerar, sin embargo, que estos datos son de la última prueba disponible, de 2018. Pero después vino un acontecimiento para el que no estábamos preparados: una pandemia que nuestra generación no había vivido antes y que nos puso a prueba a todos. El aislamiento causó estragos en la educación, en diferente medida en cada país.
Según estudios de la Universidad Iberoamericana, durante la pandemia la proporción de alumnos de primaria en México registraron niveles de insuficiencia elevados; se reportó que en lenguaje y comunicación el porcentaje subió de 49.1% a 70.2%, y en matemáticas, de 59.1% a 78.3%.
¿Qué futuro le puede esperar en su educación superior y en la vida a ese 70% de los alumnos que no entiende lo que lee o al 78% que no puede realizar operaciones matemáticas básicas?
Todo este panorama apunta a una verdadera tragedia educativa; sin embargo, no se alcanza a percibir el sentido de urgencia de nuestras autoridades a cargo de la educación, a fin de implementar estrategias para recuperar los aprendizajes perdidos y mejorar significativamente la calidad de la educación.
De acuerdo con la prueba PISA, la mayoría de los estudiantes de los países de la OCDE tienen una mentalidad de crecimiento (estuvieron en desacuerdo o muy en desacuerdo con la afirmación “Tu inteligencia es algo sobre ti que no puedes cambiar mucho”).
Véase el libro Mindset, The New Psychology of Success, de la doctora Carol S. Dweck. En México, sólo el 45% de los estudiantes tiene una mentalidad de crecimiento.
Estoy convencido de que podemos cambiar este panorama y que es posible mejorar. Tenemos las capacidades. Tenemos muchísimos maestros competentes y motivados, con una muy larga trayectoria frente a las aulas, así como una industria editorial de talla mundial, capaz de coadyuvar a los procesos educativos con los mejores recursos pedagógicos disponibles.
Si no implementamos medidas urgentes en este sentido, estaremos condenando a nuestros niños y niñas a un futuro de pobreza y marginación. En materia educativa, no hay lugar para la improvisación.
A Nelson Mandela, primer presidente negro de Sudáfrica y Premio Nobel de la Paz de 1993, se le atribuye la famosa frase: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
Si esto es cierto, hacen falta esfuerzos urgentes para apuntalar la educación en nuestro país. La industria editorial mexicana está preparada para el reto y dispuesta a colaborar.
FOTO: Alumnos de la primaria Carmen Serdán, en Ciudad Juárez. Crédito de imagen: Archivo El Universal
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