Contradicciones y evidencia científica discutible
POR LETICIA VEGA Y RAFAEL GUTIÉRREZ
La prohibición del consumo de mariguana no ha reducido la producción y consumo de esta planta; todo lo contrario, ha favorecido el desarrollo del narcotráfico y la mortalidad por homicidios, así como ha aumentado el consumo y agravado la criminalización de niños, jóvenes y adultos en los estratos sociales más bajos, en la que mayoritariamente mueren o son detenidos por delitos contra la salud.
Sobre las encuestas en la población que aloja el sistema penitenciario mexicano, Pilar Calveiro destaca que las detenciones por delitos contra la salud han aumentado en las prisiones de seguridad media. Las encuestas realizadas en cárceles del Distrito Federal y del estado de México, indican que su incidencia ha pasado del 5.5% en 2002 al 8.6% en 2009.
También aumentó el porcentaje de acusados que dijo haber actuado en complicidad con autoridades, principalmente policías, del 10% en 2002 al 12.1% en 2009. No obstante lo significativo de esta cifra, es muy probable que esté subrepresentada por el temor a algún tipo de represalia. Pero lo más interesante es que el 25% de los detenidos por comercialización de drogas tenía en su poder mercancías por valor de 200 pesos mexicanos o menos (menos de 20 dólares); el 50%, por un valor de 1250 pesos (alrededor de 100 dólares) y solo el 10% obtenía de la comercialización un valor promedio que excedía los 3,900 pesos, alrededor de 350 dólares.
“Lo que abunda en las prisiones entonces no son traficantes de mayor envergadura, sino los comerciantes en pequeño, o probablemente consumidores que fueron detenidos con cantidades que apenas superaban las toleradas para el consumo personal”. Mucha gente estima que la legalización de la producción y consumo de la mariguana, al igual que la legalización de la producción y consumo de alcohol ocurrida en la década de 1930 en Estados Unidos, posibilitaría la reducción significativa de algunas de sus peores consecuencias, como la mortalidad de jóvenes y adultos y la criminalización infantil y juvenil por mera posesión de mariguana para consumo personal y subsistencia.
Paradójicamente, la mayoría de las instituciones benefactoras de la infancia y de la juventud, como las asociaciones filantrópicas, médicas, deportivas o de derechos humanos, de radio y de televisión, entre otras, apoyan la política de la ilegalidad y prohibición del consumo de mariguana, al tiempo que parecen convalidar el consumo de otras sustancias, igual o más nocivas para la salud, como los refrescos, los lácteos, las bebidas alcohólicas, la carne con clenbuterol y demás comida chatarra, etcétera.
De acuerdo con el antropólogo Eduardo Menéndez, la mayoría de las compañías médicas y el sector salud ratifican la ilegalidad de la mariguana y la legalización de las bebidas alcohólicas, entre otras sustancias, pese a reconocer que en términos biomédicos ambos tipos de sustancias pueden generar adicción. De acuerdo con Menéndez, parte de estas “negaciones, exclusiones y olvidos” obedecen a presiones de tipo económico y político.
Además de que el sector salud apoya las políticas prohibicionistas contradiciendo los criterios biomédicos de dependencia o adicción, suele hacerlo apoyándose en evidencia científica discutible, la cual suele terminar estigmatizando a los consumidores, especialmente a jóvenes pertenecientes a los estratos sociales más bajos.
Investigaciones científicas
Desde el siglo pasado se han hecho investigaciones de carácter biomédico que atribuyen a las características farmacológicas de la mariguana una serie de perjuicios y, en menor medida, beneficios para la salud física y mental de sus consumidores.
Todas estas investigaciones han enfrentado distintos retos de carácter metodológico al estudiar la variedad de consumidores: distinta edad, frecuencia de consumo, comorbilidades, así como al intentar controlar los múltiples factores psicosociales compartidos por la población consumidora de mariguana: consumo de tabaco, alcohol y otras conductas de riesgo, formas de consumo, etcétera. No todos estos estudios han podido enfrentar de la mejor manera tales retos, de ahí que la calidad de las investigaciones sea heterogénea y dependa principalmente de la adecuación del diseño metodológico utilizado por el estudio, del control de variables que pudieran sesgar los resultados y del tamaño de la muestra estudiada.
Después de años de sostenidos esfuerzos por demostrar empíricamente la causalidad mecánica y unilateral de la farmacología cannábica, encontramos una gran variedad de resultados de investigación, a veces totalmente contradictorios. En el conjunto de los resultados de las mejores prácticas de investigación biomédica, encontramos informes que indican que la mariguana es nociva para el individuo y el resto de la sociedad, pero también hallamos reportes que señalan sus beneficios para la salud.
Al parecer las investigaciones biomédicas han probado que la mariguana puede ser al mismo tiempo nociva y benéfica para la salud. Efectivamente, entre las investigaciones hay evidencia de que la mariguana puede disminuir la memoria a corto plazo como también puede servir para estimular el apetito de las personas que padecen ciertos cánceres. Puede distraer a los conductores de automóviles al mismo tiempo que puede estimular la concentración creativa y favorecer la abstracción reflexiva.
Puede ser menos adictiva que otras sustancias como el tabaco, la cocaína, el alcohol o los inhalables, pero también puede afectar la maduración del sistema nervioso o dañar el sistema respiratorio.
Consumo sociocultural de la mariguana
Aunque la perspectiva biomédica trata los distintos efectos provocados por el consumo de mariguana como una consecuencia del vínculo entre el delta-9-tetrohidrocanabinol (la sustancia activa de la mariguana) y el cerebro, desde un enfoque sociocultural se entiende que la ocurrencia y orientación de cualquiera de esos efectos depende esencialmente de la interacción de la sustancia y el organismos en contextos culturales específicos.
Para que el consumo de mariguana produzca placer, distracción, concentración creativa, disminución de la memoria a corto plazo, etcétera, el consumidor debe primero transitar por una serie de contextos socioculturales construidos de relaciones sociales, discursos y prácticas que darán sentido al desarrollo de cualquiera de esos efectos; este sentido variará debido a las posiciones particulares que ocupan los consumidores en las relaciones sociales de esos contextos y los ámbitos de posibilidades y las preocupaciones personales que los diversos contextos encarnan para los consumidores.
La investigación biomédica asegura que la cannabis tiene la capacidad de producir efectos placenteros en cualquier sujeto que la consuma, ya que posee el delta-9-tetrahidrocanabinol, el cual activa a los receptores cannabinoides que ponen en marcha los mecanismos cerebrales que generan la sensación subjetiva de placer, al mismo tiempo que inactivan las estructuras neurológicas involucradas en la generación de la sensación subjetiva del miedo y del razonamiento.
Sin embargo, la evidencia de las investigaciones sociales indica que los primeros consumos no necesariamente son placenteros. En los primeros consumos, el miedo lejos de inhibirse puede ser la experiencia más común. Tampoco desaparecen de la conciencia los discursos moralistas ni el razonamiento proposicional que orientan y restringen el comportamiento. El miedo y la conciencia pudorosa pueden prevalecer y eclipsar cualquier situación placentera que se pudiera experimentar.
En conclusión, las sensaciones producidas por la mariguana no son ni automática ni necesariamente placenteras. El gusto por ese tipo de experiencia se adquiere socialmente, en compañía de otros y en actividades organizadas culturalmente. El disfrute llega por la valoración favorable de la experiencia que los consumidores aprenden en sus interacciones sociales con otros, apropiándose de discursos y prácticas que inhiben el miedo y relativizan los discursos morales que mantienen a raya el consumo de mariguana.
De acuerdo con el sociólogo norteamericano H. S. Becker, en caso de no aprenderse el gusto por la mariguana muy probablemente el fumador novato no continuará, pues la mariguana será para el consumidor una sustancia “sin chiste”. La probabilidad de que esa redefinición se produzca depende de las relaciones sociales con otros consumidores. Si esos vínculos son intensos, la persona es rápidamente persuadida de que no hay razones para temer los efectos del consumo de mariguana (descartando algún problema genético que pudiera impedir tal efecto).
Lo anterior no niega que el consumo de cannabis puede ocasionar problemas en el sistema respiratorio, accidentes en el trabajo y de tránsito, pérdida de memoria a corto plazo, retardar la maduración del sistema nervioso central de niños, etcétera, tal y como ocurrió en el caso del alcohol con el incremento de la mortalidad por cirrosis hepática después de abolirse las legislaciones prohibicionistas. Sin embargo, varios críticos apuntan que las consecuencias conocidas por el consumo de mariguana serán siempre menores que las producidas por la ilegalización y prohibición. Incluso es posible que no se presenten algunas de las consecuencias dadas por hecho, ya sea porque son propiciadas por factores socioculturales (y no por la mariguana), entre los que destaca la política punitiva contra las drogas, o porque frecuentemente se basan en diagnósticos que de antemano atribuyen déficit cognitivos, morales y sociales a aquellos sectores de la población más desfavorecidos económicamente hablando.
Investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz
*Fotografía: Adictos a la mariguana en el puerto de Veracruz, han sustituido el tradicional papel para fumar el enervante por hojas de plantas como maìz, platano o cualquier otro tipo de hoja silvestre. Lo anterior obededece, segun los propios consumidores, al costo que les representa adquirir el papel/Horacio Zamora/EL UNIVERSAL