Delfina Gómez y los costos educativos de la pandemia
/
/
POR HÉCTOR VERA
Investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Enseñanza y la Universidad (IISUE-UNAM); Twitter: @pesasymedidas
Las reformas educativas
Si uno escucha los discursos de nuestros altos funcionarios pensaría que en México la educación ha sido sacudida en años recientes por sucesivas revoluciones que derrumbaron los pilares de las viejas formas de enseñanza. Los presidentes Peña Nieto y López Obrador —con sus secretarios de Educación Pública: Emilio Chuayffet, Aurelio Nuño, Otto Granados y Esteban Moctezuma— han anunciado pomposamente que bajo sus gobiernos la educación cambiará para siempre, que nada tan grande y tan bueno para los niños mexicanos se había visto desde los tiempos de Torres Bodet o Vasconcelos.
La prueba definitiva que aducen para demostrar lo transcendente de sus reformas son dos palabras mágicas: “reforma constitucional”. Nuestros píos gobernantes acostumbrar hablar de las reformas constitucionales como si éstas fueran más duraderas que el Pentateuco, como si ignoraran que la Constitución mexicana se reescribe cada vez que los vientos políticos cambian de dirección.
Lo que estas reformas han ofrecido en lo específicamente educativo es tan anodino como grandilocuentes han sido las palabras con las que se pregonan. El peñismo vendía su aceite de serpiente llamándolo “Nuevo modelo educativo”; el obradorismo lo llama “Nueva escuela mexicana”. Los eslóganes publicitarios con los que explican qué es lo nuevo que habrá en la educación han ido de lo trillado (“Aprender a aprender”) a lo ridículo (“Se vale copiar”).
La escueta realidad es que la reforma educativa de 2012 aprobada por la coalición PRI-PAN-PRD-Verde tenía como objetivo primordial sojuzgar al magisterio a los dictados del poder ejecutivo. Y la novísima reforma educativa de 2019, que impulsó la coalición Morena-PT-PES-Verde, tenía como objetivo reconciliar políticamente al magisterio con el poder ejecutivo.
La cuestión de cómo brindarles una mejor educación a los niños y jóvenes ha quedado siempre en segundo plano. En las escuelas, salvo por asuntos administrativos y de evaluación, los cambios anunciados no han significado algo nuevo en las actividades escolares de maestros y alumnos. Vistos desde el salón de clase, los grandes cambios de los que hablan los gobernantes son imperceptibles. En un país donde todos los partidos políticos prometen cambio, predominan las prácticas rutinarias y la inercia institucional.
El cambio llegó desde afuera. La pandemia del coronavirus sí ha sacudido al sistema educativo y probablemente dejará una huella duradera. Y para enfrentar esta nueva realidad el presidente de la república decidió que Moctezuma Barragán ya no estará al frente de la SEP. El expresidente ejecutivo de Fundación Azteca se irá a la embajada de Washington y la maestra Delfina Gómez Álvarez tomará la estafeta.
La nueva secretaria
Para entender quién es y qué podemos esperar de la próxima secretaria de educación (hoy “superdelegada” federal de los programas de bienestar en el Estado de México), hay que observar su trayectoria antes de que estuviera bajo los reflectores nacionales como candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México en 2017 (elección que perdió cerradamente, después de que el gobierno federal destinará cantidades ingentes e ilegales de dinero a la campaña del candidato del PRI, Alfredo del Mazo).
Contrario a lo que ha sido la norma con la mayoría de los previos encargados en la SEP, Gómez Álvarez sí proviene del medio educativo. Es licenciada en educación básica por la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) y tiene una maestría en administración de instituciones educativas por el Tec. de Monterrey. Antes de ir a la UPN, Gómez Álvarez estudió en la Escuela Normal de Texcoco, una modesta normal dependiente del gobierno del Estado de México ubicada en un terreno ejidal al costado de la angosta carretera que conecta a las cabeceras municipales de Texcoco y Chiconcuac.
Fue en Texcoco donde Gómez Álvarez realizó su labor docente. Entre 1991 y 1996 fue directora de la Columbia School, una primaria privada bilingüe que atiende a los hijos de las clases medias locales (y que atenderían a los de las clases altas, si las hubiera en la zona). Después fue directiva en el Centro Escolar Nezahualcóyotl, la primaria pública más importante de la zona, que tiene sus instalaciones a un costado del Palacio Municipal (donde años más tarde llegaría a despachar).
Desde mediados de los años 80 y hasta 2004 Gómez Álvarez trabajó como secretaria de relaciones en la delegación 34 y secretaria general en la delegación 4 en el Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México (SMSEM), un sindicato orgánicamente imbricado con el gobierno priista de esa entidad. De este paso por el SMSEM viene el nexo entre Gómez Álvarez y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE); vínculo que ha sido ampliamente comentado y por el que varios analistas califican a la próxima secretaria de educación como alguien cercano a la expresidenta del SNTE, Elba Esther Gordillo.
La trayectoria de Gómez Álvarez dio un salto en 2013 cuando Higinio Martínez la impulsó para ser la candidata a la presidencia municipal de Texcoco por la coalición Movimiento Ciudadano-PT. Es difícil explicar la trayectoria de Gómez Álvarez sin su relación con Higinio Martínez. Hoy senador por Morena, Martínez saltó al escenario nacional en 2002 cuando fue compañero de fórmula de Rosario Robles para alcanzar la dirigencia nacional del PRD. Ha sido dos veces presidente municipal de Texcoco, diputado local en el Estado de México y hoy es senador de la república por Morena.
La labor como presidenta municipal de Delfina Gómez fue decorosa y tuvo buena aceptación, aunque no se sabe qué tanto gobernaba ella o qué tanto se debía a la mano de Higinio Martínez, quien ha controlado durante mucho tiempo la escena política texcocana. Durante la presidencia de Delfina Gómez encontraron acomodo en la administración municipal numerosos familiares de Higinio Martínez: su hermano (Tesorería), tío (Seguridad Pública), nuera (DIF), prima hermana (Agua Potable), primo político (Regulación Comercial), prima (subdirección de Desarrollo Económica), etcétera. Dados estos antecedentes será de interés observar si Higinio Martínez intentará jalar algunos hilos desde la SEP aprovechando la nueva posición de su protégé como miembro del gabinete presidencial.
Después de ser presienta municipal López Obrador se encargó de llevar la carrera de Delfina Gómez a nuevas alturas. Principalmente como candidata a la gubernatura mexiquense y ahora como próxima titular de la SEP. Este trato excelso no parece accidental. Delfina Gómez tenía varias de las cualidades que se exaltan en Morena pero que casi ninguna de sus principales figuras posee: origen humilde, imagen y trato sencillos, ninguna fortuna inexplicable.
¿Cuál será la Delfina Gómez que llegará a la SEP? ¿La maestra de primaria que conoce el sistema de educativo a ras de piso? ¿La leal ahijada de sus padrinos políticos? ¿La burócrata del sindicalismo oficialista? ¿Una Delfina Gómez que todavía no conocemos? Los más optimistas esperan que será la primera; los más realistas sospechan que será la segunda. Sea cual sea, por el bien todos esperemos que sea una secretaria competente y efectiva, porque las consecuencias de su buena o mala labor serán amplias.
Los retos de la pandemia para el sistema educativo
La pandemia sorprendió al sistema educativo mexicano —a todo México, a todo el mundo— como el sol de la mañana sorprendió a Nosferatu. Un rayo fulminante cerró todas las escuelas por un peligro mortal que obliga a las personas a recluirse en sus hogares-sarcófago y a pretender que desde ahí se puede tener la misma educación y recibir los mismos contenidos que con la educación presencial.
Las consecuencias de la llegada del coronavirus han sido abrumadoras y no han dejado a nadie intacto —no todos han sido igualmente afectados, pero todos hemos visto nuestras actividades trastocadas—. Parte importante de esta disrupción en el flujo ordinario de la vida colectiva ha sido el cierre de las escuelas. Se estima que alrededor de 40 millones de mexicanos están directamente vinculados a la vida de las instituciones escolares en todos los niveles educativos: estudiantes, profesores, administrativos, personal de apoyo. Esto significa que aproximadamente uno de cada tres habitantes del país rige una porción importante de su quehacer cotidiano por los horarios y ciclos escolares. Reactivar las actividades económicas —y liberar a los padres de familia durante unas horas al día del cuidado de sus hijos— pasa necesariamente por reabrir las escuelas.
Por si esta responsabilidad no fuera suficientemente abrumadora, están además los retos propiamente educativos que ha traído la pandemia y que deberán ser afrontados por Delfina Gómez y la SEP: la deserción escolar, el impacto de la cuarentena sobre el aprendizaje, el cierre masivo de escuelas privadas e intentar (llegado el momento) que el regreso a clases sea seguro para alumnos y docentes. Todo esto con recursos cada vez más escasos producto de un déficit presupuestario en educación.
El más dramático de estos problemas es la deserción escolar. Se trata de alumnos que abandonaron por completo la escuela (por carencias económicas, de infraestructura o de motivación) y que no regresarán, con o sin clases presenciales. Antes del arranque del ciclo escolar 2020-2021 la SEP estimaba que tres millones de estudiantes ya habían abandonado la escuela. Un reporte del PNUD proyectaba que unos 800 mil alumnos que habían terminado la secundaria ya no ingresaron al bachillerato. En educación superior se estima que han abandonado más de 300 mil estudiantes universitarios (aproximadamente el ocho por ciento de la matrícula nacional a este nivel).
Los afortunados que continúan su trayectoria escolar tendrán que cubrir, a su regreso a las aulas, el terreno perdido por las limitaciones de la educación remota. ¿De qué tamaño es el daño? Todavía es difícil de estimar y hay poca información al respecto. En países donde se han aplicado exámenes estandarizados para comprar resultados del 2019 con los de 2020 indican que en matemáticas los puntajes bajaron entre 5 y 10 por ciento, mientras que en lectura las cosas siguen más o menos igual. Pero no se pueden sacar muchas conclusiones al respecto dada la escasez de información.
El cierre de escuelas en el sector privado es ya un problema agudo. La Asociación Nacional de Escuelas Particulares en la República Mexicana declaró recientemente que 20 mil escuelas particulares del país podrían cerrar en los próximos meses. Antes de la pandemia operaban aproximadamente 47 mil escuelas particulares (hasta nivel medio superior), que atendían a unos 5 millones de estudiantes (más o menos 15 por ciento del total del sistema educativo). De éstos se estima que 3 millones de alumnos ya han dejado los colegios privados para ingresar a escuelas públicas. Con los alumnos recibiendo sus lecciones por televisión o internet, esta sobrecarga del sistema público no ha sido tan notoria; pero no hay claridad sobre qué pasará cuando reabran las escuelas y las ya saturadas aulas tengan que resguardar a este porcentaje adicional de alumnos.
La SEP también tendrá que ponderar las posibles consecuencias de las nuevas cepas de SARS-CoV-2 para la población escolar. Todavía no hay mucha información confiable sobre el asunto, pero una investigación del Imperial College London ya sugiere que la cepa detectada recientemente en Inglaterra afecta en proporciones mayores a individuos menores de 20 años. Si esto se confirma y si siguieran sin aprobarse las vacunas para menores de 16 años, el riesgo de que las escuelas se conviertan en focos de infección para los alumnos se volvería más grande.
Por si este panorama no fuera suficientemente complejo, la sistemática política de recortes en el presupuesto de las instituciones públicas ejercida por el gobierno federal (eufemísticamente llamada “austeridad republicana”) tiene a la SEP con pocos recursos económicos para actuar. Como ha mostrado el especialista en presupuesto educativo, Javier Mendoza, se ha acumulado un déficit presupuestario en educación. Al mismo tiempo que ha crecido la matrícula escolar, ha disminuido el presupuesto de las instituciones escolares para atender al creciente número de alumnos. En educación superior de 2000 a 2019 la expansión de la matrícula en instituciones públicas fue mayor al 120 por ciento, pero el presupuesto únicamente aumentó 75 por ciento; en otras palabras, el subsidio por alumno cayó alrededor de 20 por ciento. Si esto no se corrige (y no hay visos de que se vaya a corregir) la nueva encargada de la SEP tendrá que ir a esta guerra sin fusil.
Si Delfina Gómez se comporta a la altura de las circunstancias y logra salvar esta tormenta, será recordada como una de las mejores secretarias de educación pública que ha tenido México en mucho tiempo. Si, por el contrario, se concentra en reproducir la ilusión que el gobierno ha deseado proyectar de que “todo está bien” y “la pandemia nos cayó como anillo al dedo”, entonces estaremos todos en problemas.
FOTO: Imagen de una familia con hijos en educación básica en el municipio de Metlatonoc, Guerrero, durante la pandemia de Covid-19. /Salvador Cisneros/ EL UNIVERSAL
« Covid-19: La educación privada ante la crisis del sistema educativo nacional Bret Easton Ellis contra el “me gusta” »