Crónica del olvido y la descentralización
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En este trabajo, ganador del Premio Nacional de Crónica Joven Ricardo Garibay, el barrio de Las Golondrinas, en Ecatepec, se revela como un territorio explotado por la delincuencia y la clase política
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POR RODRIGO MENDOZA
Es bien sabido que la ficción, como herramienta narrativa, no alcanza a abarcar en su totalidad la violencia y la corrupción contenidas en el marco de lo real. El retrato de la violencia —sustentado en lo ficticio— siempre tiene algo de atractivo y de fragmentario porque establece una barrera entre el lector y los acontecimientos, hay un pacto implícito que ofrece una puerta de salida ante el texto porque, al fin y al cabo, lo que se está leyendo no es la realidad, aunque quizás se le parezca mucho. Cuando la realidad es tan funesta, tan oscura y tan insoportable, la ficción ya no es suficiente; la realidad tiene que ser transcrita para recordarnos que el horror tiene nombre y dirección.
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Obra negra (Tierra Adentro, 2017) es, en muchos sentidos, una mirada al corazón de las tinieblas de un México que sigue atascado en la barbarie. Emiliano Ruiz Parra ofrece una visión que descentraliza la capital del país e integra a la periferia, esa zona tan oscura e ignorada por los capitalinos llamada Estado de México, un lugar que es visto de soslayo, entendido a veces como un caso perdido, una zona en la que los afectados por el terremoto de 1985 encontraron un espacio para vivir.
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El Estado de México se ha visto maltratado por la impunidad, la violencia, el desarraigo, la muerte y la invisibilidad. Incluso hay adrenalina en vivir lejos de la ciudad, se ha vuelto una suerte de deporte extremo en el que el premio es regresar a casa con vida y con todas las pertenencias en los bolsillos. Es un espacio gigantesco en el que las fronteras se desdibujan y se convierten en obstáculos aparentemente invencibles para muchos de sus habitantes, que día a día atraviesan su vasta extensión para encontrar un trabajo citadino. Estamos ante una visión necesaria de un territorio que está atorado entre la provincia y la metrópoli. El Estado de México parece un monstruo enorme que engulle mujeres, hombres y niños y que días después escupe sus cuerpos en el centro de algún terreno baldío o en el costado de una autopista.
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Obra negra es incómoda porque es honesta, porque es un álbum de verdades toscas. Con todo su oficio periodístico, Ruiz Parra consigue establecer un vínculo con un sitio que parece ser ficticio en su profunda y compleja impunidad. El autor toma como punto de partida Las Golondrinas, un barrio de Ecatepec explotado por la élite política y por la delincuencia. Aquí, la mala vida tiene lugar porque no hay más opciones, porque de lo contrario, llegar a un buen sitio de trabajo significa viajar más de dos horas. Así, Ruiz Parra convierte a la Ciudad de México en una zona de transición que obtiene la mayor tajada de su mano de obra de gran parte del Estado de México.
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Ruiz Parra tiene el mérito de comenzar su narración avisando que, como habitante de la Ciudad de México, no ha sufrido de primera mano lo que va a contar, que su posición económica e incluso geográfica lo ha orillado a mirar estos eventos con cierta distancia, con un dejo de enajenación. De esta forma, establece un vínculo con los lectores que comparten esa misma condición y también con los que, aunque no vivan en Ecatepec, sufren el mismo martirio de ser mexiquenses. Ruiz Parra se pone en los zapatos de las personas que retrata y les da voz quienes han contenido sus gritos y han sido confinados en un territorio hostil que ya les ha exigido demasiado. En estas páginas convergen peluqueros, amas de casa, trabajadoras domésticas, madres solteras, profesores y campesinos que expresan la inconformidad y el dolor que ha representado esta lucha constante por obtener un espacio digno para vivir. Son los exiliados, los seres que no cupieron en la capital del país y que tuvieron que mantenerse al margen. Ruiz Parra acierta al equilibrar ese retrato de un mundo atroz con una estampa polifónica de voces que quieren ser escuchadas. La dignificación de estos personajes llega con la visibilización de su lucha por vivir con entereza, por mantenerse en pie en un territorio que se desquebraja cada vez más en manos de las supuestas fuerzas del orden.
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El Estado de México, como cuna portentosa del priísmo, es retratada en su justa dimensión política. Es una entidad que se ha visto rodeada de promesas olvidadas y de esperanzas desechadas. Obra negra no podía escribirse sin remitir al PRI y a su fallido y oxidado engranaje. Y es que Emiliano Ruiz Parra entiende que la situación actual de Ecatepec y del Estado de México está directamente ligada a un partido político específico. Quizás podría pensarse que el autor cede un poco en favor de una inevitable politización de su texto. No obstante, Ruiz Parra no permite que esta tentación engulla su Obra negra. Si bien la sombra de varios mandatarios priístas se asoman por sus páginas, el autor atina al no ceder tanto espacio a las denuncias políticas como a las denuncias sociales, aunque en este caso esa separación no sea evidente.
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Las Golondrinas y Ecatepec son ventanas al infierno mexicano, a lugares a los que parecen no llegar la justicia, el agua, ni la luz eléctrica. La construcción de un barrio marginal desde 1993 hasta la fecha es la materia prima que utiliza Ruiz Parra para elaborar una radiografía, sí, de una zona de Ecatepec, pero que tristemente refleja no sólo la realidad de gran parte del Estado de México sino de muchos lugares del territorio nacional. Así, esta crónica expone con buena prosa los mayores conflictos internos que sufre este país y, acaso lo más loable, también le da espacio a las voces de quienes sufren de primera mano el olvido nacional.
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Foto: Obra negra: Emiliano Ruiz Parra, México, Tierra Adentro, 2017, 106 pp. / Especial
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