Luego supimos por qué
En la vasta la bibliografía acerca del Movimiento estudiantil del 68 en México la crónica es un género imprescindible, pues recoge las historias y los testimonios de esta revuelta
POR EMILIANO PÉREZ CRUZ
Viene la Señorita Catalán, ruda subdirectora de la secundaria 60, en Pantitlán; viene con el prefecto Guadalupe el Moreno del Tepeyá (el otro era el Wero de Rancho): abre la puerta y los más de cincuenta pubertos y niñas nos ponemos de pie y evitamos jalones de cabello: “¡Buenos días, señorita subdirectora!” No contesta, no viene a revisar calzones limpios, uñas recortadas, pelo a la brush y trenzas; zapatos lustrosos. Ordena: “Escuchen y actúen, niñas y niños: afuera están sus padres; dicen que llegarán los estudiantes revoltosos. Los útiles, en sus mochilas. Y bajan en orden, primero la fila A, luego la B y hasta terminar. Sin empujar, de prisa. Saldrán los grupos de primero, y terminamos con los de tercero. Al último, maestros y autoridades”. Todo porque vienen los estudiantes, y luego los soldados y ustedes mis niños –dice el Moreno del Tepeyá– corren peligro, no se detengan, sin atropellarse. Clan clang. Abren la reja, papás y mamás apeñuzcan a sus retoños, corren por las calles, cruzan baldíos, abren puertas, zaguanes, corren cerrojos, cortinas: vienen los estudiantes y atrás de ellos los soldados; pelean, quieren el comunismo, corran… Hasta que la 60 se vacía y sólo el silencio y el miedo y los cerrojos. Los perros del conserje deambulan en el patio, bajo el solazo. Los estudiantes nunca llegaron. Luego supimos por qué…
Marchan, retumban consignas en las calles, los custodia la policía, enarbolan sus mantas con peticiones que son afrenta para el poder gubernamental que, en vísperas la XIX Olimpiada, repite las positivistas palabras: Paz, Orden y Progreso. Elena Poniatowska sintetiza en La noche de Tlatelolco: testimonios de historia oral (Era, 1971): “Son muchos. Vienen a pie, vienen riendo. Bajaron por Melchor Ocampo, la Reforma, Juárez, Cinco de Mayo, muchachos y muchachas estudiantes que van del brazo en la manifestación con la misma alegría con que hace apenas unos días iban a la feria; jóvenes despreocupados que no saben que mañana, dentro de dos días, dentro de cuatro, estarán allí hinchándose bajo la lluvia, después de una feria en donde el tiro al blanco lo serán ellos”.
El primo Berna estudiaba en Prepa 7 de la UNAM. Por él supimos del Movimiento estudiantil. Y por las pintas que vi inscritas en Palacio Nacional, sobre la calle de Moneda: “Gobierno asesino”. Soldados y policías se afanaban en borrarlas. Luego tuve un libro: Tlatelolco, memorias de un testigo (Talleres Lenasas, 1969) escrito por el doctor Gilberto Balam Pereira, quien se hallaba preso en Lecumberri. Con estilo ágil y testimonial, cronica el desarrollo del Movimiento estudiantil, desde sus inicios hasta el 2 de octubre de 1968. Junto con La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska, dieron cuerpo a los actores del movimiento: los estudiantes, que partir de un incidente menor (la reyerta entre pandillas: Las Arañas contra Los Ciudadelos), fueron la voz alta de un México que padecía una dictablanda, según el caricaturista Rius. El mosaico de voces de Poniatowska y el nosotros desde el cual narra Balam, hacen de ambas crónicas fuente primigenia para saber de este momento histórico y trágico.
A contrapelo de la versión de los protagonistas del movimiento estudiantil, la editorial Alba Roja SCL publicó ¡El móndrigo! Bitácora del Consejo Nacional de Huelga; se atribuye la autoría del libelo a un miembro del Consejo muerto en la Plaza de las Tres Culturas; su forma de diario induce a considerarlo obra de un infiltrado. A estos títulos se agrega Los días y los años (Editorial Era), escrito por Luis González de Alba, quien durante el Movimiento fue representante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM ante el Consejo Nacional de Huelga. Su testimonio es novela, ensayo acerca de las jornadas estudiantiles; es también reflexión que incluso luego lo confrontó con Elena Poniatowska, “a la que no vimos los dirigentes, ni los manifestantes, sino cuando comenzó a entrevistarnos, presos en Lecumberri, para armar su crónica La noche de Tlatelolco, revisada por mí en 1997… Desde su reedición en 1998 ya está limpia de errores que iban de triviales a muy graves. Los dirigentes estudiantiles conocimos a Elena cuando comenzó a ir, los domingos, a Lecumberri armada de enorme grabadora y con su último embarazo ya avanzado”. (“Tlatelolco aquella tarde”, Nexos, noviembre de 2016.)
Crónica 1968 (Plaza y Valdés, 1993) es un libro indispensable para comprender este capítulo de la historia de México. Daniel Cazés, su autor, señala: “Mi intención fundamental era reproducir tan fielmente como fuera posible la atmósfera que se respiraba en México, la impresión que de ella daba la prensa y los ecos reflejados en otros lugares durante el llamado movimiento estudiantil y un popular de 1968. Consideré útil complementar la crónica mostrando una de las primeras visiones académicas que se publicaron el año siguiente: una versión muy ligeramente corregida del texto escrito por el maestro de Antropología e investigador de la Coordinación de Humanidades de la UNAM que era yo entonces”.
“El autor no teme contribuir a mitificar más el 68”, anota Héctor Anaya en Los parricidas del 68 (Plaza y Valdés, 1998) y con estilo fresco y desenfadado revive aquellas jornadas donde la música y la poesía también intervinieron; con Anaya asistimos a las marchas, a las asambleas, al sentir callejero de quienes preferían más ser espectadores que protagonistas. Por sus páginas se siente la emoción y alegría juveniles, se informa y reconstruyen los sucesos que dieron origen al movimiento, las demandas enarboladas, la posibilidad de la masacre que cada 2 de octubre se recuerda.
Es vasta la bibliografía acerca del 68 y la crónica es el género que mejor le cuadra. En internet circula “Bibliografía sobre el movimiento estudiantil mexicano de 1968” y se puede consultar en la siguiente dirección: https://groups.google.com/forum/#!topic/soc.culture.mexican/XMD1OKjXq_U. Enlista más de 250 títulos con testimonios, memorias, entrevistas y crónicas que abordan el corto periodo que transformó la vida política y social del país.
Los libros aquí comentados contrastan en el enfoque y el estilo. Pero entre todos re-viven el movimiento estudiantil y popular de 1968, con sus proclamas, risas, demandas, poesía, represión…
FOTO: Manifestación de estudiantes sobre la avenida Bucareli, una de las más céntricas de la Ciudad de México, durante el Movimiento estudiantil de 1968. / Archivo EL UNIVERSAL
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