Cultura y elecciones
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Desde 1988, con la creación de Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el tema de la cultura ha ganado un gradual protagonismo en las campañas presidenciales. Hoy, las exigencias de una realidad hostil obligan a Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade, Jaime Rodríguez Calderón y Margarita Zavala, los candidatos presidenciales a escuchar a los colectivos ciudadanos, cargados de una imaginación que suele adelantarse a las acciones de gobierno
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POR ADRIANA MALVIDO
Muchas cosas han cambiado y algunas permanecen intactas. En un ejercicio personal de la memoria viajo 30 años atrás:
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1988-1989
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La idea era entrevistar a un representante de cada partido y preguntarle acerca de sus proyectos en torno al arte y la cultura. El PRI, confiado en su poder, envió un documento. Dieron entrevista: Ifigenia Martínez, del PRD y Eraclio Zepeda del Partido Mexicano Socialista; Héctor Ramírez Cuéllar, del Partido Popular Socialista; Sergio Rodríguez, del Partido Revolucionario de los Trabajadores; por el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), Mariano Leyva; Francisco Luján Mejía, del PARM; Jesús Hernández Barbosa del PDM y por el PAN, Carlos Castillo Peraza.
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Para nuestra sorpresa en La Jornada, diario de izquierda, el PAN, partido de derecha, era el que expresaba una propuesta más profunda, quizá enriquecida por el nivel intelectual de su portavoz: “Estamos asistiendo a la perforación de las murallas de las fortalezas sagradas, estamos descubriendo el pluralismo en la política, pero hay que ir más allá. Para que haya una democracia real ésta tiene que hundir sus raíces en planteamientos de tipo cultural”.
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Debido a que “se cayó el sistema”, no fue Cuauhtémoc Cárdenas, del PFCRN, sino Salinas de Gortari, del PRI, quien subió al poder y en su sexenio, por decreto, se creó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que presidió Víctor Flores Olea hasta 1992 cuando, debido a un conflicto con Octavio Paz, fue sustituido por Rafael Tovar y de Teresa quien se mantuvo en el cargo hasta el 2000.
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2000
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El candidato presidencial del PAN, Vicente Fox, que recurrió a brain hunters para armar su gabinete, nombró a Sari Bermúdez como responsable de la designación de un titular para cultura. Si bien integró una terna, fue ella quien, finalmente, asumió la presidencia del Conaculta.
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2006
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Felipe Calderón designa a Sergio Vela al frente del Conaculta. En 2009 lo sustituye Consuelo Sáizar hasta el fin de ese sexenio.
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2012
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Durante su campaña, Enrique Peña Nieto designa a María Cristina García Cepeda, coordinadora de Cultura dentro del equipo de transición. Intenté entrevistarla y siempre me dijo que sí pero nunca tuvo tiempo. Con el regreso del PRI al poder, vuelve Rafael Tovar, quien se convierte en 2015 en el primer secretario de Cultura. “Mañana te damos fecha para la entrevista que pides”, me prometía su director de comunicación social, Miguel Ángel Pineda. En diciembre de 2016 nos sorprendió con tristeza la muerte del funcionario. Con el ascenso de Maraki (como se le conoce a García Cepeda) en su lugar, insistí de nuevo. “Mañana sin falta te damos fecha”, me repitió Pineda. Nunca sucedió.
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2018
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Inimaginables, en anteriores años de campaña, los encuentros y la disposición a dialogar que han tenido, en este periodo electoral, los candidatos a la secretaría de Cultura: Alejandra Frausto, de la coalición Juntos Haremos Historia y Raúl Padilla, de Por México al Frente, con académicos, creadores y gestores culturaleos que integran el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu) de la UAM, y las reuniones programadas con cada uno de los que faltan. Además, están las entrevistas anunciadas por Sabina Berman. Todas, accesibles en línea. Impensable, también, un debate abierto al público entre ellos como el del lunes próximo en el teatro Roberto Cantoral, en el que también participarán Consuelo Sáizar, coordinadora de Educación y Cultura, de Margarita Zavala, y Beatriz Paredes, de Todos por México.
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¿Qué más ha cambiado? La creciente participación social, la voz pública, la actividad de colectivos y asociaciones, sobre todo de jóvenes, generando nuevas formas de comunicación digital; los flujos culturales en línea; iniciativas ciudadanas que realizan intervenciones culturales en las áreas más lastimadas por la violencia y el crimen organizado o las que promueven la lectura, el teatro, la pintura, en las cárceles… proyectos cargados de imaginación que suelen ir muy por delante de las acciones del gobierno.
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Los candidatos coinciden en que la cultura será un factor clave de desarrollo social y económico, destacan nuestra “grandeza cultural” y los beneficios del arte y la cultura en la generación de bienestar social y en el camino hacia una cultura de paz que, en medio de uno del periodos más violentos en la historia reciente de México, ha de ser prioritaria. El discurso se ha enriquecido con información, diálogo y propuestas. Sin embargo, cuando estamos a punto de darle lugar al entusiasmo, escuchamos a los candidatos a la Presidencia. Hablan más en contra de sus adversarios y del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, que de un proyecto de paz donde la cultura y la educación tengan un rol importante. Advierten más del “peligro” de otros que la urgencia de educar en la empatía, la solidaridad, la imaginación y la creatividad. Meade olvida el título de un libro que dice que escribió y luego ofrece mil 200 pesos mensuales a las amas de casa, igual que Alejandra Barrales promete 2 mil 500, “a las jefas”. La ética prometida se olvida en la compra de votos. No hay ideal o principio que valga más que el pragmatismo en el camino al poder, pienso cuando veo a AMLO de la mano de la ultraderecha. Y mientras se destaca nuestra diversidad cultural, y se promete el rescate de las artesanías y del Fonart, poco se dice de las comunidades indígenas que por todo el país defienden como pueden sus territorios sagrados y los recursos naturales de las invasiones mineras, de los megaproyectos turísticos, de la creciente presión que la delincuencia organizada ejerce sobre los bosques y áreas naturales protegidas.
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Si bien se habla de transversalidad, falta saber si hay un proyecto cultural vinculado al medio ambiente o una agenda digital y de telecomunicaciones en el marco de los derechos culturales.
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Leo a Martha Nussbaum: “Debemos pensar en cómo desarrollar democracias que no sean espacios para la violación del alma”.
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Foto:“Los candidatos hablan más en contra de sus adversarios y del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, que de un proyecto de paz donde la cultura y la educación tengan un rol importante”. En la imagen, dos boxeadores de madera, una muestra del arte popular mexicano. Archivo EL UNIVERSAL.
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