De líquidos y otros temas
POR ANTONIO ESPINOZA
Con motivo de la exposición Trayectos líquidos, que actualmente se presenta en la Celda Contemporánea, espacio de exhibición de la Universidad del Claustro de Sor Juana, se realizó una mesa redonda el pasado 5 de septiembre. En ella participaron Berta Kolteniuk (curadora de la Celda), los tres artistas participantes en la exposición (Jeannette Betancourt, Mario Palacios Kaim y María José de la Macorra) y dos curadores invitados: Brenda Caro y Víctor Palacios. Se trataba de debatir sobre la exposición, lo que no se dio del todo, creo que por culpa de un formato más bien rígido en el que los curadores foráneos tenían cierta ventaja sobre los tres artistas participantes. Sucede que Caro y Palacios llevaron todo el tiempo la batuta, dedicándose a bombardear con preguntas a los autores e incluso a la curadora. Pero los artistas finalmente salieron bien librados, pues los tres saben lo que hacen, conocen muy bien el discurso conceptual que sustenta su obra.
Creo que nunca hubo “mala leche” por parte de los curadores foráneos, aún cuando en un momento cuestionaron mucho a Kolteniuk. Caro puso en duda que el tema de la exposición fuera el agua, mientras que Palacios señaló su disgusto con el Formato 3, que distingue a las exposiciones de la Celda actual. En cuanto al primer punto, considero que la “idea” del agua está presente en las propuestas de los tres autores, si bien ésta se desborda dentro de discursos que pueden ser más complejos. Y en cuanto al segundo punto, confieso que me gusta mucho este formato, pues permite confrontar en un mismo espacio a tres artistas contemporáneos, con lenguajes distintos pero con alguna relación entre sí… de acuerdo con los criterios de la curadora. Lo más interesante de este formato es que se trata de una exposición colectiva, que es al mismo tiempo y sin contradicción, tres exposiciones individuales.
Aguacero, abismo y caña
Uno de los puntos que se trataron en la mesa es el reto que implicó para los artistas el espacio de exhibición. No es para menos. La Celda Contemporánea se encuentra dentro del ex convento de San Jerónimo, el lugar donde vivió 26 años Sor Juana Inés de la Cruz. La carga histórica de la hoy Universidad del Claustro de Sor Juana se impone. Todos los artistas que han expuesto en este espacio han tenido que enfrentar esta problemática: dialogar con el espacio, adecuarse a su arquitectura. Es todo un reto, pues no se puede clavar nada en las paredes; los artistas tienen que ingeniárselas para que sus obras luzcan bien, ya sea colgadas de las vigas del techo o colocadas de tal manera que no implique violentar el recinto histórico. Así lo hicieron los tres artistas participantes en la exposición que ahora me ocupa: superaron el reto.
Si el agua es el “hilo conductor” de la exposición, los artistas abordaron el tema desde ópticas radicalmente distintas. Afortunadamente, ninguno cayó en el cliché ecologista o en la trampa del arte político que busca “crear conciencia” en la gente para transformar la realidad. Artistas poéticos los tres, rehuyen lo obvio y se internan en lo laberíntico. Jeannette Betancourt (Brooklyn, Nueva York, 1959) convirtió hace tiempo al agua (su significado, su problemática) en el leitmotiv de su obra y presenta ahora dos delicadas piezas realizadas con tela de organza: Aguacero y reverberación (2013). Mario Palacios Kaim (ciudad de México, 1953) transita por otro camino y convierte al agua en un espejo de vida: Abismo superficial (2013). Mientras que María José de la Macorra (ciudad de México, 1964) presenta la obra: Ácatl (2013), resultado de una profunda reflexión histórica.
A la pregunta de los curadores foráneos sobre el sentido político de su obra, los tres artistas, muy aristotélicos, se asumieron como animales políticos. Betancourt afirmó contundente: “Si pensar en la naturaleza es político, soy una artista política”. Igual de contundente fue De la Macorra: “todos somos políticos”. Pero Palacios Kaim no se quedó atrás y mostró su interés en “atacar el centro del problema político”. Por supuesto, las obras que integran esta exposición pueden leerse como políticas. Sin embargo, debe destacarse que estos tres artistas no buscan la tribuna para gritar y lanzar consignas. En esta exposición impera la sutileza. Si a los artistas les preocupa el cambio climático y la situación actual del agua en el planeta, sus obras no los delatan. El Aguacero de Betancourt bien puede leerse como una obra que exalta la naturaleza y no como un llamado a cuidar el agua; el Abismo superficial de Palacios Kaim (charcos de agua sobre tapetes de neopreno) es un juego de espejos entre el mundo natural y el industrial; y Ácatl de De la Macorra (carrizos pintados con cal, chapopote e impermeabilizante), una evocación del mundo prehispánico.
Buenos artistas, Jeannette Betancourt, Mario Palacios Kaim y María José de la Macorra, se nos presentan muy políticamente correctos. A veces es bueno ser así.
*Fotografía: Ácatl (2013), de María José de la Macorra/Cortesía CELDA CONTEMPORÁNEA.