Decimos La próxima vez nos vamos fuera
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Ganador del T. S. Eliot Prize y el Forward Poetry Award, dos de los más prestigiados en Gran Bretaña, la poesía de Sean O’Brien se caracteriza por su intensidad y profunda melancolía, según los críticos británicos. Estos tres poemas están incluidos en el libro The Beautiful Librarians, Picador, 2015. Traducción de Adriana Díaz Enciso
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POR SEAN O’BRIEN
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En el solsticio
Decimos La próxima vez nos vamos fuera.
Pero entonces sucede el invierno, como un secreto
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Que hemos de guardar pero nunca entendemos,
Mientras la luz del día se va volviendo cine una vez más:
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Una lustrosa oscuridad en frío glacial hundida,
Y la letra que hay que restaurar
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Y empieza a consumirse
Con un caer de nevada donde ahora no cae ninguna nieve.
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¿O podría ser una nube de gorriones, bailando
En el seto desnudo que este vendaval de luz
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Quiere arrancar? Que sean gorriones, entonces,
Bailando aún en el seto incandescente,
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Su tierna furia y su caída,
Porque nieva, y porque arde.
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La ola larga
Te quedes o te vayas, escuchas
El roce del agua en el umbral
Y viene la ola larga, y te lleva
A casa, a casa, lejos, más que lejos,
La brújula como una rosa recogida
En su botón, hasta que ya no estás
Ni aquí ni allá, o eso sabes, casi,
Al ocaso y al alba, cuando el tiempo es la única alabanza
Que cuenta, dejando atrás en la estela a su creador.
Cuando se retira la ola melancólica
Hacia una paciencia incompartible,
Quisieras por medio día y media eternidad
Dejarte a ti varado y dando voces
Desde el litoral, hasta que venga la ola larga
Alzándose otra vez sobre la puerta pedregosa de la muerte
Y desbordándose hasta parecer
Algo que conoces, quizá, pero es una ola,
Y no la primera ni la última palabra,
Casa, a casa, lejos, más que lejos,
La brújula como una rosa recogida.
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Rosa gris
Si entras al reino de la rosa gris,
Tras días, más días, hasta el final,
La acerba irreversibilidad
Que no ha finalizado aún, el resto
Versus el resto, no hay secuela alguna
Lo bastante total para la muerte.
Las rosas grises no sueltan sus pétalos
Al fin del verano: la rosa gris
Alza sus cabezas de hidra en nombre
De cuanto no lloramos ni soltamos
En los grises jardines de los muertos.
Gris la rosa prendida en la solapa,
Grises rosas en la mente enraizadas,
Rosas grises de un aroma dulzón,
Rosas grises, grises por el pesar
Por todo lo que no ha pasado aún.
La rosa gris no tiene historia alguna
En el mundo perdido al que hace eco.
La rosa gris es, y no puede ser.
No trabaja ni hila. Solo espera,
Una verdad que no ha de hacerte libre,
Rosa gris que no es sino una rosa
Aquí en la tierra yerma floreciendo.
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FOTO: Paisaje de invierno, de Vasily Kandinsky, oléo sobre tela (1909)
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