Desazón… diez años sin Víctor Hugo Rascón Banda

Feb 3 • Escenarios, Miradas • 5773 Views • No hay comentarios en Desazón… diez años sin Víctor Hugo Rascón Banda

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Esta entrañable obra de Víctor Hugo Rascón Banda, en corta temporada en el Centro Cultural del Bosque, aborda la violencia, la marginalidad y el amor que experimenta un trío de mujeres chihuahuenses

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POR JUAN HERNÁNDEZ

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Entrañable la visión del mundo del dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda (Uruachi, Chihuahua, 1948–Ciudad de México, 2008), desplegada en la obra Desazón, que vio la luz en una lectura dramatizada, dirigida por Ángel Norzagaray, para hacer homenaje al autor, en una muestra regional de teatro del noroeste, a principios del siglo XXI.

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En aquella lectura estuvo presente el autor, quien se conmovió hasta las lágrimas. Las actrices que interpretaron a María Müller (mujer menonita), Consuelo Armenta (maestra rural de la sierra de Chihuahua) y Amanda Campos (guerrillera, vestida de rarámuri), fueron entonces Raquel Presa, Claudia Villa y Patricia Higuera.

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La experiencia se convirtió en algo más que una lectura convencional, fue una verdadera puesta en escena, en la sala de conferencias del Centro Cultural Tijuana (Cecut). La puesta se acercó mucho a la idea primigenia del autor: un coloquio sobre cocina, a la que fueron invitados tres personajes que, a partir de sus recetas, abrieron la puerta a la tragedia personal, la cual, una vez expuesta, se volvió colectiva.

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Entre los colores y olores de los ingredientes, mientras preparaban los platillos, la emoción fluyó de tal modo que el mundo se sintetizó en aquella vivencia, única e irrepetible. Rascón Banda vio volar su pensamiento; vuelto carne, emoción, realidad y, sobre todo, verdad.

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Tiempo después, hace 15 años para ser exactos, la obra fue estrenada, como quien dice, profesionalmente; aunque quizá lo correcto sería decir de manera formal.

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Con la dirección escénica de José Caballero y tres actrices de renombre: Julieta Egurrola, Angelina Peláez y Luisa Huerta, Desazón estaba en otras manos, las de un director con un manejo del espacio, la actoralidad y la creación, en general, del teatro, muy hecha.

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Rascón, como casi todos los autores, no estuvo muy de acuerdo con aquella lectura, que no hizo mucho caso a las acotaciones del texto para el montaje. Pero como siempre, el dramaturgo respetó la decisión del director y disfrutó ver su obra y a sus personajes en sus infinitas posibilidades.

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Personajes construidos por actrices de incuestionable capacidad para ser, en concepciones del mundo sólo posibles en la infinita y enigmática expresión de la condición humana.

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A 15 años de aquel estreno, la Compañía Nacional de Teatro, con la dirección artística de Enrique Singer, vuelve a poner esa obra que originalmente fue llamada por su autor Sazón de mujer, pero que cambió de nombre para “tener un mayor impacto” en la cartelera teatral, según nos contó, en su momento, el propio Rascón Banda, no sin un gesto de inconformidad.

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Ahora, ya sin la presencia física del dramaturgo, la puesta en escena no sólo es conmovedora por el sentido de la tragedia de tres personajes femeninos que viven, de una u otra manera el desplazamiento, la marginalidad, la extranjería, el acoso, la violencia, el amor y el sentido amplio de la memoria; también porque en ese universo es posible advertir la voz, el pensamiento, la personalidad y la vida de Víctor Hugo Rascón Banda, quien alcanza, a través del teatro, la inmortalidad.

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Desazón es un título adecuado para expresar el sentimiento por la partida, en el 2008, de una de las voces del teatro más potentes y, porqué no decirlo, de profunda identidad mexicana, de la escena nacional. Un autor de mundos agrestes y de personajes entrañables, como la menonita, creada a partir del libro Del chile pasado a la rayada, de Perla Gómez, que alguna vez presentó Rascón Banda; o la maestra rural, que no pierde las ganas de vivir, a pesar de la violencia a la que es sometida en la sierra de Chihuahua, un lugar en donde la muerte es cosa de todos los días; y la guerrillera, quien frente a la amenaza de los militares, se asimila a la cultura rarámuri, a tal punto de no saber ya a qué sitio pertenece.

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Julieta Egurrola, Angelina Peláez y Luisa Huertas no requieren de un gran aparato escenográfico para la creación de imágenes. La enunciación del texto, esas palabras enormes, a través de su humanidad entrenada para contener al mundo, basta para mirar geografías, las formas y esencias del agua y del polvo; sentir el frío de la sierra, el peligro de las veredas accidentadas y la profundidad del cielo; escuchar la música norteña, el sonido de los disparos y el revoloteo de las hélices de los helicópteros sobrevolando como aves de carroña; mirar los rostros adustos de los hombres correosos del norte; y degustar el sazón de las comidas, para luego abrirse a la comprensión de la naturaleza de la tragedia, como destino inevitable de la experiencia humana.

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Una obra entrañable, de un autor mexicano, quien vive en la eternidad de sus palabras. Desazón, entonces, no es la conmemoración de diez años sin Víctor Hugo, sino la celebración de la perennidad del hombre en el teatro.
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Foto: Desazón, de Víctor Hugo Rascón Banda, con Julieta Egurrola, Angelina Peláez y Luisa Huertas, producción de la Compañía Nacional de Teatro, a partir del montaje de José Caballero y Alejandro Luna, se escenifica en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque, jueves y viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 18 horas, hasta el 18 de febrero. / Cortesía: Compañía Nacional de Teatro.

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