Detective del México profundo
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“Hay mexicanos que no saben qué está pasando en gran parte de su país debido a sus privilegios”, dice el escritor David Lida, neoyorquino avecindado en México. Aquí, una conversación con la narradora Fernanda Melchor, traductora del libro al español, a propósito de Circunstancias atenuantes, primera novela de Lida
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POR FERNANDA MELCHOR
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Esperanza es una migrante mexicana presa en el estado de Luisiana, Estados Unidos, acusada de haber asesinado a su pequeña hija. Por su parte, Richard, un cínico escritor frustrado, ha sido contratado por los abogados de Esperanza para recorrer los poblados más violentos de la Tierra Caliente michoacana, con el fin de documentar la historia de vida de la joven –una historia marcada por la pobreza, la brutalidad y la migración como medio para alcanzar una vida más digna– y tratar de salvarla de la pena de muerte a la que muy probablemente será condenada.
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Este es el argumento de Circunstancias atenuantes, la primera novela de David Lida, escritor y periodista estadounidense, autor de libros de ficción y de periodismo literario como First Stop in the New World, Travel Advisory, Las llaves de la ciudad y, ahora, de la novela Circunstancias atenuantes (Tusquets, 2016): una obra impactante y conmovedora que constituye un verdadero retrato de las deplorables condiciones de vida en las que millones de mujeres y de hombres viven en México; del racismo y la explotación que enfrentan al migrar ilegalmente a los Estados Unidos, y una interesante reflexión sobre la identidad desde la óptica de un gringo que decide alejarse del mundo que conoce en busca de la verdad y la trascendencia. Vía correo electrónico, David Lida conversó sobre estos temas y algunos otros —el muro de Donald Trump y su política migratoria, las influencias literarias del autor y su trabajo como mitigation specialist, una suerte de labor detectivesca que lo lleva por todo México investigando las historias de vida de mexicanos condenados a muerte en los Estados Unidos—.
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David, uno de los aspectos que más disfruté de tu novela, como lectora y como traductora, es tu capacidad para presentar al México contemporáneo, bajo una luz realista y honesta en toda su crudeza, pero también esperanzadora. Creo que este último rasgo es una evolución en tu narrativa, pues tengo la impresión de que el México que aparece retratado en tu libro de cuentos Travel Advisory (Harper Collins, 2001) era mucho más cáustico y pesimista. No quiero decir con ello que en Circunstancias atenuantes no existan también frecuentes chispazos de humor negro, porque los hay, pero me parece que tu voz narrativa es capaz ahora de abordar con mucha más ecuanimidad las honduras y las complejidades de la punzante realidad de nuestro país… En este sentido, ¿crees que sí se ha dado una evolución en tu escritura y en la manera de retratar a México? Y si es así, ¿a qué crees que se debe?
Eres la única persona que me ha comentado el cambio. Travel Advisory fue el producto de vivir dos años en México, una etapa que se acabó de manera abrupta y violenta, debido a la muerte y la enfermedad de varios miembros de mi familia, que me obligó a volver a Nueva York durante un tiempo, contra mi voluntad, para ayudar en la mejor manera que podía. Estuve muy triste porque extrañé a México y mi vida allá, me atrevo a decir, tanto o más que los seres queridos que perdí. Pero, finalmente, todos los que tuvieron que morirse se me murieron y volví a México, a casa. Antes de escribir Circunstancias atenuantes ya había vivido en México muchos años, y creo que de forma más profunda.
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Con el paso del tiempo, mi manera de ver el mundo se ha vuelto menos negativa y más optimista. No te lo puedo explicar. En términos empíricos, en el nivel socio-político, el mundo es ahora mucho peor que de lo que era cuando escribí Travel Advisory. Quizás he hecho las paces con esta realidad y el que creo es mi lugar en el mundo.
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Entre los comentarios que ha recibido tu novela, el autor Boris Fishman ha señalado que Circunstancias atenuantes hace “que las vidas de los extranjeros nos resulten tan verdaderas que sea imposible apartar la mirada”, e incluso bromeó con que alguien debería regalarle una copia a Donald Trump. En este sentido, ¿crees que tu novela puede servir como una especie de contrapeso a todas esas narrativas que han cobrado gran auge entre la clase media blanca estadounidense?
Una vez publicada, una de las primeras personas que leyó la novela fue mi amiga la artista plástica Carla Rippey, también de Estados Unidos, que ha vivido en México durante varias décadas. Me dijo: “Sabes, ninguna de las personas que realmente necesita leer tu libro lo va a leer”. Confieso que estoy de acuerdo. Como escritor, sé que estoy predicando entre conversos. Trump no ha leído un libro en toda su vida, ni los que tienen su firma en la portada. Dudo mucho que ninguna de las personas que lo apoya leería Circunstancias atenuantes.
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¿Qué piensas de esta nueva iniciativa de Trump de crear una dependencia que canalice permanentemente las denuncias de delitos cometidos por inmigrantes (en inglés: Victims Of Inmigration Crime Engagement, o VOICE), y que estará dedicada a dar “una voz a aquellos que han sido ignorados por los medios de comunicación y silenciados por los grupos de presión”? ¿Crees que es una medida que intenta resolver una necesidad real, o que es parte de esta retórica anti-inmigrante?
A través de la historia de los Estados Unidos, puedes ver políticos que insisten en la existencia de un enemigo foráneo, como cortina de humo para tapar la realidad de los enemigos internos. Cualquier estudio que busques te explicará que la incidencia de crímenes cometidos por ciudadanos de Estados Unidos es mucho más alta que la de los extranjeros con o sin documentos. Como dijo Brian Stone en el Huffington Post, el programa de VOICE es “propaganda racista del gobierno”.
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Agregaría que uno de los peligros del discurso de Trump es que criminaliza a cualquier inmigrante indocumentado. El mero hecho de estar en Estados Unidos sin documentos es un crimen. Antes de empezar a trabajar, casi todos los indocumentados que llegan a Estados Unidos adquieren un número de la Administración de Seguro Social, que verdaderamente pertenece a alguien más. Con eso, los indocumentados obtienen el privilegio de pagar impuestos, y pagan alrededor de 12 mil millones de dólares al año, según un estudio (mientras que Trump ha evitado pagar más de mil millones de dólares de impuestos federales). Sin embargo, adquirir este documento falso es un crimen federal. ¡Zas! De pronto, se convierten en criminales. ¿Merecen irse a la cárcel o ser deportados sólo por pagar sus impuestos?
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Justamente, Circunstancias atenuantes habla de otra explotación más que enfrentan mexicanos y latinoamericanos en Estados Unidos, a manos de un sistema de justicia que tal vez no es tan corrupto como el mexicano, pero en el que sí abundan los prejuicios y abusos hacia los inmigrantes y las llamadas “minorías”. ¿Circunstancias atenuantes fue escrita con la intención de denunciar este sistema, que tú conoces muy bien gracias a tu trabajo como especialista en mitigación?
Antes de escribir cualquier libro, me pregunto: “¿Es la historia auténticamente mía? ¿Hay mil otros escritores que podrían escribir el mismo relato?” Después de mis viajes a los ranchos, pueblitos y las ciudades desiertas de México donde llevo a cabo mis investigaciones como mitigation specialist, y a los lugares equivalentes en Estados Unidos (los alrededores de pueblos y ciudades gringos donde viven los indocumentados en las sombras, a escondidas, sin los privilegios y derechos que tienen los demás ciudadanos) volví a la Ciudad de México y hablé de esos lugares con mis amigos de acá. Y me di cuenta de que no sólo los blancos gringos privilegiados no saben nada de esos lugares, debido a sus privilegios. También hay muchísimos mexicanos que no saben qué está pasando en gran parte de su país, debido a sus privilegios.
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Y obvio, no hay cientos de escritores que trabajen como mitigation specialists. Así que decidí que tenía que escribir el libro. Dicho eso, nunca quise escribir un panfleto. Quería describir las realidades de los mexicanos más marginados, que luego viven como indocumentados en Estados Unidos, lo que vi con mis propios ojos. Incluyendo la realidad de la corrupción de los sistemas jurídicos y penales gringos, que funcionan en su contra. Creí que la historia era desconocida en los dos lados de la frontera.
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Gran parte de los mexicanos cuyas historias has tenido que investigar para ayudarlos a que no sean condenados a muerte en Estados Unidos son inmigrantes que ingresaron ilegalmente al país, a través de redes de trata de personas que operan con impunidad, como los “polleros” que conducen a Esperanza a través del desierto en tu novela, ¿crees que la construcción de un “gran, gran muro” servirá para detener este flujo de personas hacia los Estados Unidos?
En los años 90 y la primera década de los dosmiles existía un flujo enorme de mexicanos hacia el otro lado. Pero está muy bien documentado que, en los últimos años, hay más mexicanos indocumentados que están volviendo a México que tratando de ingresar a Estados Unidos. No veo que exista un flujo tan grande que se tenga que detener. Es un mito falso. La construcción del muro, y la contratación de miles de agentes más para cuidar la frontera, y drones para vigilarla, son una hemorragia de dinero que los pobres diablos que pagamos impuestos en Estados Unidos tendremos que soportar. Dinero que se podría usar en escuelas, hospitales, transporte público, y muchas cosas mucho más útiles.
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¿Crees que tu propia experiencia como migrante —como extranjero en México, y como descendiente de migrantes que llegaron a Estados Unidos durante el siglo pasado— te ha hecho más receptivo a estos temas literarios?
Soy gringo, pero con pocas raíces allá. Mi madre fue polaca, sobreviviente y refugiada del Holocausto, y mi padre fue primera generación, hijo de judíos que huyeron de los pogromos de principios del siglo XX en Polonia. La verdad es que me siento más conectado con la identidad del “judío errante” que con la del gringo. Siento que puedo operar en casi cualquier ciudad, con una mezcla de comodidad e incomodidad. Quizás esta identidad me ha ayudado a poder identificarme y simpatizar con una multitud de personas que tienen experiencias muy distintas a las mías. Supongo que es una obviedad, pero la empatía es un elemento crucial para cualquier escritor.
Hablando de escritores, Daniel Alarcón ha dicho que la narrativa de Circunstancias atenuantes es “Juan Rulfo combinado con Raymond Chandler, Roberto Bolaño con Chester Himes”, lo cual me parece muy atinado debido a las frecuentes “puntadas” de humor negro devastador que tiene tu personaje Richard. Pero independientemente de que los clásicos de la literatura negra hubieran sido una influencia para el tono de la novela, ¿cuáles son los autores que te han influido más como escritor? ¿Y con qué escritor o escritora mexicana te identificas?
De los mexicanos, sin pensar dos veces, Jorge Ibargüengoitia, por su tono irónico y sentido de humor, y su manera de describir México. Obvio que era mexicano, pero a veces, al leer sus crónicas, es como si estuviera leyendo la obra de un explorador o un viajero en un país desconocido. De los demás, no quiero esquivar la pregunta, pero creo que muchos de los escritores que nos influencian son por ósmosis y a veces ni nos damos cuenta. Es un proceso inconsciente. Entre los que puedo identificar están James Baldwin, cuyos libros me cambiaron la vida, Graham Greene, Joseph Mitchell, Janet Malcolm, Philip Roth, Roberto Bolaño, por supuesto; Balzac y Flaubert. Ciertamente hay docenas más. Acabo de leer los siete tomos de En busca del tiempo perdido del Marcel Proust. Al terminarlo, decidí que era tan complicado que tuve que leerlo una segunda vez. En total, pasé 16 meses leyendo nada más este libro. Seguramente tendrá una gran influencia en el proyecto que estoy escribiendo.
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Algo palpable en todos tus libros es el conocimiento y la experiencia que tienes de la gente de México y de lugares que, como bien señalas, muchos mexicanos evitamos o desconocemos. ¿Qué es lo que te parece más atractivo del México real, el que está alejado de los circuitos turísticos? ¿Qué encuentras allí que no hay en Nueva York, por ejemplo?
Hay una bondad humana que percibo en México que creo que ha desaparecido de Estados Unidos. Estuve en la ciudad de Libres, en Puebla, trabajando en un caso. Al terminar, me fui a la terminal de camiones para volver a México. El próximo camión salía más de una hora después, así que busqué un lugar para tomar un café. No encontré nada. Por fin, vi una panadería, con un letrero que decía “Café”. Entré, pero la mujer que me atendió me dijo que se les había descompuesto la máquina. Le dije que anduve buscando un café por todo el barrio y que no había encontrado nada: ¿acaso sabía ella de algún lugar en donde vendían? De su bolsa, sacó un sobre de Nescafé y me lo regaló con agua caliente. No quiso aceptar mi dinero. Eso no va a pasar nunca en Nueva York.
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Quizás porque tantos mexicanos viven del día, hay una espontaneidad también que no encuentro en Estados Unidos. Dos días antes de mi cumpleaños, puedo mandar correos electrónicos a 20 amigos invitándoles a brindar en una cantina, y la mayoría va a llegar. En Nueva York, les tendría que avisar con dos meses de anticipación.
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Creo que en todos tus libros resulta muy evidente el cariño que sientes por México.
Creo que puedo decir que, para bien o mal, se ha vuelto mi hogar. Más que cualquier otro lugar en el mundo.
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Tu libro anterior, Las llaves de la ciudad (Sexto Piso, 2014) —un conjunto de crónicas dedicados a retratar a algunos de los más estrambóticos personajes que pueblan las calles de la Ciudad de México— fue escrito enteramente en español, no así Circunstancias atenuantes, que fue escrita en inglés. ¿A qué se debió la decisión de escribir la novela en inglés, a pesar de que buena parte de ésta transcurre en México? ¿Tiene que ver con las diferencias entre los géneros de la ficción y la no-ficción? ¿Crees que algún día te animarías a dar el salto de escribir una novela enteramente en español?
Cuando empecé a colaborar con los medios mexicanos, a principios de los dosmiles, escribí en inglés y me tradujeron. Pero no me gustaron las traducciones y probé suerte con el español. Hablé con dos amigos que entonces estaban trabajando de editores, Sergio González Rodríguez y Mauricio Montiel. Creí que no me iban a dorar la píldora. Les pregunté qué sería más fácil: si traducirme o corregirme el español. Los dos sugirieron que debo seguir escribiendo en español. Con el paso del tiempo y la práctica, he mejorado, aunque, claro, siempre necesito una corrección de estilo.
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Para mí, es más o menos fácil parir una crónica, mientras que es extremadamente difícil escribir una novela. Creo que el lenguaje de una crónica y la forma de contar la historia son mucho más sencillos que lo que se necesita para escribir una novela. Por mucho, Circunstancias atenuantes ha sido el proyecto más difícil que he hecho en la vida. Ahora estoy escribiendo otra novela, también en inglés. Pero no quiero descartar la posibilidad de escribir una novela en español. Quizás lo haré algún día. Al llegar a vivir a México, quería hablar bien y poder leer cualquier libro en español. Pero nunca pensé que iba a escribir en un segundo idioma. Puedo imaginar el proyecto como la cumbre de la aventura que he vivido con el español.
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FOTO: La historia de esta nueva novela de David Lida surgió a partir de su trabajo como “especialista en mitigación”, labor que consiste en la recopilación de pruebas que eviten de preso mexicanos en Estados Unidos sean condenados a muerte./Irvin Olivares/EL UNIVERSAL