Diseño mexicano de cara al futuro: Entrevista con la curadora Cecilia León de la Barra
La curadora comparte un panorama de las tendencias, proyectos y materiales primordiales usados por los principales estudios y colectivos
POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ
El diseño mexicano se ha renovado, participa en modelos colaborativos y cuenta hoy con exponentes en el mercado internacional en una variedad de propuestas que lo mismo recogen saberes comunitarios y responden a las exigencias de mercados específicos.
En esta entrevista, Cecilia León de la Barra, curadora de diseño en Zona Maco, colaboradora del despacho Pirwi y directora de la carrera de diseño industrial del Centro de Diseño, Cine y Televisión, expone algunas de las nuevas tendencias en el diseño mexicano, rescata algunos nombres de colectivos y talleres que se han abierto camino desde la experimentación y el rescate de materiales usados en las artesanías mexicanas, pero también el trabajo de despachos que atienden a demandas de la industria internacional.
Si bien, muchos de ellos reconocen la herencia de generaciones que diseñadores hoy presentes en la exposición Una modernidad hecha a mano del MUAC, hoy sus caminos van por la experimentación y la creación de estrategias colaborativas con los artesanos desde el intercambio de saberes.
¿Cuál es el panorama actual del diseño mexicano: tendencias, firmas, modelos de producción y materiales que se están usando?
Hoy los diseñadores producimos o mandamos a producir en pequeñas escalas, pero no con la industria. Claro, hay algunos que sí trabajan con la industria, lo que está genial. Pero hay más presencia de lo artesanal o hecho a mano. Son dos líneas de manufactura. Hablamos de talleres pequeños, no de producciones automatizadas. Hay mucho talento joven, diseñadores con ganas de experimentar, de explorar y que ofrecen diferentes alternativas, desde la joyería, el barro, la cerámica, los textiles, los tapetes, las luminarias. Eso es fantástico. Antes nos costaba trabajo ubicar al diseñador que hacía propuestas en México. Hoy podemos identificar muy bien a las nuevas generaciones de egresados que están saliendo al mercado.
¿Cuáles son las firmas, autores y colectivos más representativos del diseño mexicano actual?
Si nos vamos en cronología tenemos un Héctor Esrawe, quien tiene una fuerte proyección internacional. También está Ezequiel Farca, quien ha desarrollado su trabajo principalmente en California. Marisol Centeno y su marca Bi Yuu trabaja los textiles y tiene tapetes increíbles. Otro es Jorge Diego Etienne, que también desde la docencia y la academia fomenta a los jóvenes a producir y vender sus propuestas. Otra es Liliana Ovalle, quien radica en Inglaterra pero tiene mucha presencia y es una gran personalidad. Tenemos a Emma Boomkamp, quien también trabaja con los textiles. No podemos olvidar el proyecto Mestiz, de Daniel Valero, un proyecto asentado en San Miguel de Allende y que trabaja con artesanos tejedores. El colectivo 1050 lleva años trabajando con las cooperativas alfareras de Oaxaca. La lista es interminable. Fernando Laposse estuvo estudiando en Londres y a su regreso comenzó a trabajar con materiales naturales como el henequén y con su proyecto Totomoxtle trabaja con la hoja de maíz.
Entre las nuevas generaciones está el colectivo Armadillo de Oro que basa su trabajo en la colaboración con diferentes oficios. Otros son Christian Vivanco y Eduardo Altamirano. También Laura Noriega está haciendo trabajo interesante con su proyecto Tributo. Taller Nacional y La Metropolitana se enfocan en la carpintería pero tienen producción con otros materiales.
Hay que entender que no todos los diseñadores hacen muebles. A veces unos se distinguen por el uso de ciertos materiales. Por ejemplo, si Marisol Centeno y Emma Boomkamp se distinguen por su trabajo en textiles, las chicas de Déjate Querer trabajan más con en fieltro.
Lo que ha pasado en México es que no funcionamos como otros modelos europeos. Allá las grandes industrias se dedican a producir diseño y aquí la gran industria no lo hace tanto. Pero la pequeña y mediana industria sí lo hace. Ahí es donde nosotros podemos experimentar. No tenemos grandes canales de distribución y de venta, pero el mundo ha estado cambiando y a veces lo que el consumidor busca son productos no automatizados. Buscan trabajos hechos a mano o con materiales locales. Podríamos decir que el plástico inyectado es el material menos común en el trabajo de estos diseñadores. Claro que existe, pero no es tan común.
Mencionas que hay proyectos que retoman materiales tradicionales, pero otros que están trabajando con nuevos materiales. Tengo muy presente esta bolsa con piel de nopal y manija de obsidiana.
Lo que representan estos diseños es una conciencia de seguir utilizando lo que tenemos. Este proyecto de Cihuah está genial porque el nopal no es un recurso que esté escaseando y se le da un extra de vida. Son exploraciones muy frescas y que nos dan nuevas salidas. Hoy es una bolsa pero el día de mañana es otro producto. Ahorita pueden producir diez piezas, pero el día de mañana pueden ser 50 o 100. Así se va ampliando la experimentación y la diversidad de materiales.
Me llama la atención del henequén usado por Fernando Laposse. Hace un siglo era una materia prima de gran demanda y hoy es un material casi en desuso pero con mucho potencial en el diseño mexicano.
Fernando Laposse sostiene que estábamos obsesionados por encontrar un bioplástico, en la búsqueda de un material amigable con los océanos y terminamos por regresar al henequén, que siempre tuvimos a la mano. Es una fibra resistente, fácil de trabajar y biodegradable. Pensamos tanto en esos futuros y a veces sólo necesitamos hacer una pausa y voltear al pasado. El henequén es un gran ejemplo.
¿Qué herramientas y estrategias tienen los diseñadores mexicanos para su proyección internacional frente a gigantes como Vitra, Knoll e Ikea?
No hay herramientas tal cual. Al final, el diseñador serio y comprometido sale adelante. Vitra e Ikea son empresas que se dedican a comercializar piezas de diseño. Aquí es a la inversa. Somos diseñadores que producimos y comercializamos nuestras piezas. No hay manera de competir. Cada uno va en diferente dirección. Ahora Ikea va a lanzar una línea de diseño latinoamericano. Liliana Ovalle va a participar en esta selección. La industria puede comisionar al diseñador y en esos casos ya estás dentro de ella, ya no estás compitiendo.
En los 70, el gobierno de Echeverría sí puso atención en la promoción del diseño mexicano desde el Instituto Mexicano de Comercio Exterior. ¿Consideras que es necesario algo similar?
Por supuesto, pero no lo hay. En 2012, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) dedicó a México su edición de Destination, gala especializada en el diseño. En ese entonces, Pro México apoyó mucho a los diseñadores mexicanos. Los ayudó en los permisos, en la exportación y certificación. Ese proyecto del MoMA nos cambió la vida a los diseñadores que participamos. Mejoramos nuestra manera de entender la proyección internacional. Hace falta otra vez mucho apoyo que empuje el diseño mexicano.
¿Qué modelos de producción existen hoy en el país?
Me encantaría decirte que hay un modelo como tal, pero todo tiene que ver con cómo decide trabajar cada diseñador. Cada uno tiene el contacto del artesano que trabaja la piedra o el tejido. Según los proyectos van trabajando en equipo. No nada más es comisionar la producción. Se vuelven relaciones casi de amigos. Es un “dando-dando-ganando-ganando”.
¿El diseño artesanal mexicano, producido por todas estas firmas, tiene el potencial de provocar un desarrollo económico en alguna región del país?
Sí. Los diseñadores ya tenemos ese compromiso. Todo depende de la región y del proyecto. Te podría decir de entrada que sí pero tenemos que analizar cada proyecto. También, por otro lado, ronda esta idea de que los diseñadores colonizamos a los artesanos. Yo sí creo que hoy colaboramos, pero hay de todo. Hoy tenemos un intercambio de saberes.
FOTO: Fernando Laposse ha experimentado con materiales de uso ancestral como el henequén/ Especial
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