Dos obras polémicas: Cabezazo y Vive la France
POR ANTONIO ESPINOZA
Cabezazo
Sucedió en los últimos minutos de la final de la Copa de Futbol Alemania 2006. De aquella final deslucida entre Francia e Italia, que se resolvió a favor de la squadra azzurra en serie de penales, recordaremos para siempre una escena vergonzosa: en el Olympiastadion de Berlín, el francés Zinedine Zidane derribó con un certero cabezazo al italiano Marco Materazzi, quien lo había agredido verbalmente. El genial 10 de la selección francesa, quien ocho años antes había conducido a su equipo al campeonato mundial con dos goles decisivos ante Brasil, fue expulsado el día en el que se retiraba del futbol. En Balón dividido dice Juan Villoro sobre el “místico”: “La mayoría de los jugadores tratan de emular a los dioses del Olimpo. En la final de Berlín en 2006, Zidane le decía adiós al futbol; sus actos tenían ya un valor testamentario. Su última jugada no fue un lance en pos de la gloria: lo devolvió al barro común de los hombres. Todos los grandes han tratado de ser Aquiles. Muy pocos han querido ser Héctor. Zizou aceptó la condena de ser hombre”.
No sólo será la memoria tecnológica. Una obra de arte guarda ya para la posteridad el acto violento del crack condenado a la humanidad y su supuesta víctima. Se trata de una escultura creada por Adel Abdessemed (Constantine, Argelia, 1971), un reconocido artista contemporáneo. Cabezazo (2012) es el nombre de la obra gigantesca, realizada en bronce y con cinco metros de altura, que incluye las figuras de los dos futbolistas, capturando el momento en el que el francés descarga su furia sobre el italiano. En apariencia, esta obra reivindica la tradición antropomórfica escultórica que, entre otras cosas, celebraba héroes y acontecimientos históricos relevantes. En realidad, la escultura de Abdessemed desafía a la tradición y nos ofrece un hecho antideportivo protagonizado por dos futbolistas que no supieron respetar el fair play.
La escultura monumental formó parte de la exposición individual de Adel Abdessemed que con el título de Je suis innocent se presentó en el Centre Pompidou de París en 2012. La obra, colocada en la Plaza de Beaubourg, frente al Pompidou, llamó poderosamente la atención y convocó a mucha gente. La polémica en torno a la pieza comenzó poco después, al ser adquirida por el gobierno de Catar y colocada en el Paseo Marítimo de Doha, la capital. La compra forma parte de un ambicioso programa de adquisición de obras de arte con el que el emirato aspira a convertirse en el centro cultural de la región con miras al Mundial del año 2022. La enorme escultura generó desde un principio comentarios hostiles de la población local. Para mucha gente, no sólo exaltaba un comportamiento contrario al espíritu deportivo y a la moral, sino que también violaba la prohibición del Islam de representar seres vivos. Ante los numerosos cuestionamientos, el gobierno catarí decidió trasladar la obra al Museo de Arte Árabe Moderno, donde se encuentra provisionalmente.
Vive la France
Ambos son franceses. Uno es fotógrafo y se llama Pierre Commoy (La Roche-sur-Yon, 1950), otro es pintor y se llama Gilles Blanchard (Le Havre, 1953). Forman desde hace tiempo una controvertida pareja artística gay que ha expuesto su obra en prácticamente todo el mundo. Hurgando en la historia del arte, la cultura popular, la religión y la cultura gay, Pierre y Gilles han creado obras de gran fuerza que combinan fotografía y pintura y a menudo provocan polémicas. Así sucedió en Viena en 2012, cuando en la exposición Nackte Männer, curada por Ilse Haider y presentada en el Leopold Museum, participaron con una obra que causó controversia. La obra lleva como título: Vive la France (2006), una impresión fotográfica intervenida con pintura, de 125 x 101 cm, enmarcada con listones azules, blancos y rojos, los colores nacionales de Francia. En la pieza aparecen tres futbolistas desnudos: un negro, un árabe-musulmán y un blanco. El primero con medias azules, el segundo con medias blancas y el tercero con medias rojas; cada uno con un balón del color de las medias.
La polémica en torno a Vive la France se presentó no tanto porque se exhibiera en el museo mencionado, sino por el gran despliegue publicitario que cubrió parte de la capital austriaca con anuncios y pósters con la imagen de los futbolistas desnudos. La pieza provocadora de la pareja artística gay fue demasiado para los ciudadanos vieneses. La controversia condujo a un acto de autocensura de los propios autores, quienes aceptaron que sobre los anuncios espectaculares se colocaran grandes listones para ocultar los genitales.
La obra de Pierre y Gilles representa la composición multiétnica de la sociedad francesa actual. La pieza evidencia un mensaje a favor de la convivencia y la tolerancia en un país con altos niveles de racismo. Y no es raro que para hacer esta obra la pareja artística se inspirara en el futbol, pues desde hace tiempo la selección de su país se distingue por su carácter multirracial. Sobre la selección comandada por Zidane, que se coronó en su casa en 1998, Juan Villoro escribió en Dios es redondo: “La selección francesa es un estupendo laboratorio de multiculturalismo. Desailly nació en Ghana, Thuram en Guadalupe, Karembeu en Nueva Caledonia y Viera en Senegal. Djorkaeff, Zidane, Lizarazu y Boghossian son hijos de inmigrantes. De los 19 jugadores de campo convocados por el entrenador Aimé Jacquet, 12 viven en el extranjero. El eficaz cosmopolitismo de la selección anticipa el porvenir plural de su país”. Que así sea.
*Fotografía: “Vive la France” (2006), de Pierre y Gilles (obra censurada)./ ESPECIAL
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