Dostoievski en español: eterna reinvención de un clásico, entrevista con sus traductores

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Para los traductores al español de la obra de Dostoievski, las sucesivas versiones que se han publicado en nuestro idioma conforman una tradición a las que se van sumando las lecturas contemporáneas

 

POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ 
La obra de Fiódor Dostoievski fue soslayada durante el largo periodo del gobierno soviético, principalmente durante la dictadura de Iosif Stalin, un fenómeno que no impidió que sus novelas llegaran a millones de lectores en el mundo de habla hispana. En la tradición de los profesionales de la traducción de literatura rusa al español, el referente inicial es Rafael Cansinos Assens, traductor sevillano del hebreo, alemán, inglés y ruso, quien tiene el mérito de haber sido el primero en traer la obra de Dostoievski a nuestro idioma para editorial Aguilar.

 

Para Alejandro Ariel González, traductor de Memorias del subsuelo (Colihue, 2005) y El doble (Eterna Cadencia, 2013) y Omar Lobos, quien hizo lo propio con Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov (Colihue, 2004 y 2006, respectivamente), la permanencia de un autor clásico como Dostoievski en tantas generaciones de lectores en español ha sido un camino no exento de complicaciones, enmiendas que se han ido sumando a lo largo de las distintas décadas y constantes discusiones entre colegas.
“Lo primero con lo que uno se encuentra al momento de traducir a un autor es con la lengua literaria del siglo XIX en ruso y el mundo de los objetos. Es otro mundo objetual y otro mundo lingüístico. En al caso de Dostoievski hay una marca de mucha oralidad en su lengua literaria, frases largas que muchas veces se corresponden con el estado de ánimo del personaje; también hay distintos registros sociales de los personajes que intervienen en la narración”, dice Alejandro, quien también hace una puntualización sobre la reforma ortográfica que se estableció para este idioma en 1918, una estandarización que si bien se dio durante el periodo inmediatamente posterior a la Revolución rusa, respondía a exigencias que se venían arrastrando desde décadas atrás.

 

Asimismo, existe una especie de arqueología compuesta por las decisiones que tomaron los traductores anteriores en su momento, algunas más acertadas que otras: “Cuando puedo comparo las traducciones, no sólo al castellano; también al inglés y al francés. Me gusta ver cómo los colegas de otras épocas tomaron decisiones en pasajes difíciles. Uno sabe dónde hay nudos problemáticos y busca saber cómo lo resolvieron ellos. Esto no se hace con la intención negativa de buscar defectos, sino para saber en dónde se incerta tu trabajo. Me da un sentido de trabajo colectivo, de tradición. Uno no se puede poner a traducir a Dostoievski de la nada. Esas comparaciones dan mucho material para la reflexión. Cada traductor toma la decisión en función del estado de su lengua en el momento en que hace su trabajo”.

 

Acerca de los cambios ortográficos de 1918, expone que se suprimieron algunas letras que tenían el mismo valor fonético y se implementaron reglas de puntuación más rigurosas, un cambio que fue notorio en todos los autores rusos publicados después de esa fecha, entre ellos las sucesivas versiones de las obras de Dostoievski.

 

Como traductor de Memorias del subsuelo explica que las expresiones del personaje principal denotan que posee “una entonación y un ritmo que refleja el estado emocional de una persona a punto de quebrarse. En contraste, la edición soviética pone comas según la lógica del discurso. El primero es más emotivo, el segundo es más racional”. Esto se refleja en la traducción al castellano.

 

Omar Lobos ha traducido Crimen y castigo y Los hermanos Karamazov para la editorial argentina Colihue, tarea que lo llevó a contrastar su propio trabajo con el de sus antecesores, los traductores españoles Rafael Cansinos Assens y Augusto Vidal: “La pionera fue la de Cansinos Assens. Después tuve la de Augusto Vidal, que no me satisface porque domestica mucho. Estamos parados en lugares distintos”.

 

Autor incómodo en su propia tierra

 

En la actualidad, las ediciones directamente del ruso más confiables, en opinión de Omar Lobos, son las realizadas después de la década de 1950, una deuda que las instituciones literarias soviéticas tenían con la obra de Dostoievski. El ejemplo más notorio de la censura tácita son los intentos frustrados por publicar Los demonios durante este periodo, una empresa que habría de esperar hasta la edición de las obras reunidas de Dostoievski en diez tomos entre 1956 y 1958, después de la muerte de Stalin, en un tiraje de 300 mil ejemplares, una cifran nunca antes vista para este autor. Luego del “deshielo” de Nikita Jrushov, la aceptación oficial de la calidad literaria de la obra de Dostoievski se materializaría a lo largo de las siguientes décadas con la edición crítica en 30 tomos de su Obra completa (1972-1990), la edición de Obras reunidas en 12 tomos (1982) y las Obras reunidas en 15 tomos (1988-1996). Cualquiera de ella, dice Lobos, es un punto de partida confiable para quien emprenda la meta de traducir a Dostoievski a cualquier otra lengua.

 

Alejandro Ariel González comparte otro fenómeno que ilustra las intervenciones soviéticas sobre la obra de Dostoievski, que se dio de una manera no oficial, pero que en el uso cumplían el propósito de imponer una visión del mundo a costa de la fidelidad con la obra literaria. Cuenta que durante el periodo soviético, las menciones que se hicieran de Dios en las obras de Dostoievski o cualquier otro autor se escribían como “dios”, aun cuando el autor hubiera hecho del modo tradicional: “Dios”.

 

Concluye el traductor Omar Lobos: “La consideración de Fiódor Mijáilovich Dostoievski por parte del poder soviético estuvo tironeada entre lo que representaban en la historia literaria su obra gigantesca y su talento siempre fuera de discusión y las limitaciones para hacer justicia a aquellos méritos por parte de una revolución que se enunciaba programáticamente como materialista y atea y veía en Dostoievski un enemigo ideológico. Este pendular se vería reflejado en la política respecto de la edición de sus obras, las variaciones en la postura oficial respecto de su figura y las lecturas con que se lo ‘canonizaría’”.

 

FOTO: El autor Fiódor Dostoievski/ Crédito: fedordostoevsky.ru

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