El Ahuehuete de paso por el Paseo

Jun 18 • Reflexiones • 822 Views • No hay comentarios en El Ahuehuete de paso por el Paseo

 

En un espacio que ha sido testigo de grandes eventos y en el cual se han erigido monumentos con significaciones históricas e ideológicas, la 4T no se queda fuera al poner su propia marca 

 

POR AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ 
Paseo de la Emperatriz, Paseo Degollado, Paseo de la Reforma, Paseo de los desfiles triunfales del priismo arrogante y autoritario, Paseo de la destrucción por el neoliberalismo, Paseo del Populismo neoliberal.

 

Demasiados paseos en una ciudad cuyos habitantes gustan caminarlos.

 

Todo Reforma te lleva al Zoológico de Chapultepec; a los grandes museos como el castigado Museo de Antropología, una de nuestras grandes joyas nacionales. Pero también, ahora, la Reforma te lleva a Peralvillo, como cantaba Chava Flores.

 

Un paseo que ha sido testigo de grandes hazañas ciudadanas, como la Manifestación del silencio, en 1968, la más estruendosa marcha de nuestra historia, cuyo imponente mutismo equivale a la mayor potencia acústica jamás escuchada.

 

Por esta hermosa avenida, antaño cubierta por espaciosos jardines, con imponentes áreas verdes, cada vez más minimizados ante el uso y abuso del transporte y los automóviles.

 

Nuestra ciudad mía, con remembranzas de los Campos Elíseos o del Paseo del Prado. Sueño imperial de los mexicanos que vivimos añorando el poder de los hombres fuertes de gobierno.

 

Pensado por Maximiliano, diseñado por el ingeniero austriaco Louis Bolland, miembro de la comitiva imperial, emulando y tratando de superar el boulevard parisino, con el modelo neoclásico de Haussmann, y tratando de convertir al imperio mexicano en uno de los más prósperos, soberbios y blanquitos.

 

El sueño imperial se terminó en 1867, pero esa gran avenida quedó como herencia del ensueño imperial (A qué le tiras cuando sueñas mexicano).

 

Fusilado el güerito Max, Benito Juárez dedicó ese paseo a un personaje del que sabemos poco: Santos Degollado, conocido como el “Héroe de las derrotas”, nombre muy acorde a la vida mexicana, y de quien Enrique Krauze señaló: “Tan notable como extraño, una nueva encarnación del religioso en armas, y que en su nombre mismo llevaba el estigma del martirio”.

 

El presidente Sebastián Lerdo de Tejada hizo a un lado ese nombre y lo bautizó como lo conocemos hoy.

 

Porfirio Díaz será quien conformará ese boulevard y, de pasada, lo ideologizó, al colocar el camino de la nuestra historia a la manera positivista: Cristóbal Colón, el hombre que “nos descubrió”, y que nos integró al mundo occidental en el que vivimos; Cuauhtémoc, el joven abuelo, la eterna presencia de la derrota nacional y, por último, nuestro Ángel de la Independencia (Porfis, seguramente, soñó que alguna vez se pondría su estatua como la culminación del progreso, tal cual se leía el positivismo porfirista).

 

Sueños burdos del poder de siempre, que creen hacer historia, los muy zafios, sin saber que la están haciendo, siempre, encaminando sus pasos al basurero de la misma.

 

Pero en el camino, Paseo de la Reforma se topó con sendos caminos que lo bifurcan: la rarísima Diana cazadora y la antigua y exótica palmera. Ambos, ajenos a toda nuestra idiosincrasia.

 

Pero se acabó todo ese paseo con la nueva histeria, que quieren convertir en historia.

 

La arrogante 4T decidió eliminar la estatua de Cristóbal Colón y dejar un monumento sin monumento y, hace unas semanas, la Palma, de otra glorieta, se secó después de décadas de existencia, y en una de esas consultas raras que hacen, decidieron poner en su lugar…. ¡tarán!! Un ahuehuete.

 

Los ahuehuetes suelen tener largos periodos de vida, caso ejemplar es el árbol del Tule, en Oaxaca y son árboles nacidos en estas tierras.

 

Pero como todo en la vida, no basta la buena voluntad. Su supervivencia, por ejemplo, requiere de mucha agua. De ahí su propio nombre (Viejo del agua).

 

Tal vez, nunca se enteraron que el Río Rhin y otros ríos existentes en la colonia Cuauhtémoc son calles y no afluentes de agua que llenaran de H20 el ahuehuete y que, por ende, este bello árbol no resistirá los embates de un país, de una ciudad caótica y sin plan alguno, como la Diana cazadora que, como nuestros gobernantes, con su flecha, no sabe a qué le tira.

 

FOTO: El ahuehuete de Paseo de la Reforma/ Valente Rosas/ El Universal

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