El amor a la belleza masculina: Francisco de la Maza en el Museo Nacional de San Carlos
El curador Jaime Cuadriello habla sobre la muestra Antinoo. El eterno efebo, exhibida en el Museo Nacional de San Carlos, un homenaje al trabajo del historiador Francisco de la Maza, hombre que vivió abiertamente su orientación sexual en el México conservador del siglo XX
POR SOFÍA MARAVILLA
“Yo, joven misterioso y divino, yo, que vengo del país en que Cuitláhuac venció a Hernán Cortés y Cuauhtémoc supo resistirle, yo te defenderé de todas las calumnias europeas y demostraré que fuiste la última gran inspiración del arte antiguo”, con esas palabras del historiador Francisco de la Maza nos recibe la exposición Antinoo. El eterno efebo, en el Museo Nacional de San Carlos, una selección de piezas escultóricas, pictóricas, fotográficas y literarias que recorren la estética efébica desde sus orígenes en la Antigua Grecia hasta el siglo XX mexicano.
Para el doctor Jaime Cuadriello, curador de la exposición, era importante rescatar el trabajo de Francisco de la Maza, gran especialista del arte novohispano, pero que con su libro Antinoo. El último dios del mundo clásico, publicado en 1966, hizo el más grande aporte de su trayectoria, no sólo en el ámbito académico, sino también en el reconocimiento y orgullo de su propia homosexualidad en una sociedad conservadora de la que, tristemente, aún tenemos vestigios.
“La última forma de deificación, la definitiva como fijación y centro ultramundano, fue convertir a Antinoo en una estrella por mandato de Adriano”, dice de la Maza al describir el idilio entre el emperador romano que abrió las puertas al cristianismo y un jovencito en la flor de su juventud, quien le fue “arrebatado” por las aguas del río Nilo.
“Nos centramos básicamente en las colecciones antiguas de la Academia de San Carlos. Lo que es interesante es que el primer Antinoo en América es de 1790”, nos cuenta Jaime Cuadriello, quien también prologó la segunda edición del Antinoo, lanzada en 2020. “Además, usamos fotografía antigua, grabado, litografía, y, claro, el propio archivo de Francisco de la Maza y de otros intelectuales como Carlos Monsiváis, y del fotógrafo Luis Márquez Romay, quien hizo una serie de fotografías a efebos que posaban como dioses antiguos, aunque, claro, eran un tanto clandestinas”.
Entre las piezas de los antiguos alumnos de San Carlos, encontramos curiosidades estéticas como un Castor y Pólux del paisajista José María Velasco realizado durante su época de estudiante, una copia en bronce del Antinoo capitolino perteneciente a la colección de Justino Fernández, un Fauno de mármol de Pietro Tenerani, además de fotografías de Francisco de la Maza durante sus viajes a Europa, incluido Delfos, donde en 1893 fue descubierta una escultura de Antinoo: “El amor por los efebos es tan antiguo como el mundo”, escribía el historiador al evocar el mito de Ganimedes (“el delicioso protegido”, en su traducción), joven del cual Zeus se enamoró a tal punto de raptarlo, metamorfaséandose en un águila.
¿La exposición fue pensada para el mes del Orgullo?
Coincidió más bien con que Francisco de la Maza murió el 7 de febrero hace 50 años, pero también con que el Instituto de Investigaciones Estéticas reeditó su libro que estaba agotadísimo desde 1966, en 2020, y el tercer factor también me pareció muy oportuno: que el Museo Nacional de San Carlos abriera sus puertas a un investigador y académico que nunca ocultó su orientación sexual, y no sólo eso, sino que además, entre sus 30 libros, cinco de ellos son de temática sexual, entonces pensé que para los jóvenes era importante saber quién era él, que vivió su vida intelectual y personal de forma abierta, con una enorme valentía. Y sí, la muestra se enmarca en la semana del Orgullo, y el tema no es para menos: la relación entre el emperador Adriano y su favorito el efebo Antinoo, que además acabó siendo un dios, un tópico gay desde que la novelista Marguerite Yourcenar escribiera Memorias de Adriano, y con quien justamente De la Maza tuvo una correspondencia.
¿La identidad de Francisco de la Maza nunca le causó problemas? Porque además contrastaba con los valores de la época…
Sabemos por los estudios de Federico Campbell y de Guillermo Sheridan que los Contemporáneos formaban un grupo cultural que supieron combinar muy bien la marginalidad de sus afectos con su agenda intelectual; de la Maza era más joven, aunque aun así fue muy amigo de Salvador Novo y de Carlos Pellicer, pero en efecto: ser gay en esos años no era fácil, y era muy difícil que un académico universitario o un intelectual se abriera y que incluso lo convirtiera en objeto de estudio, por ejemplo Justino Fernández nunca lo admitió públicamente, en cambio de la Maza sí, y lo hizo de forma muy apasionada con sus relaciones personales, pero también lo marcó una tragedia personal: una de sus parejas murió de manera similar a Antinoo, en la flor de su juventud. Se trataba de Raúl Flores Guerrero, que era también su discípulo, un efebo muy hermoso, y esta tragedia detonó que Francisco se decidiera a escribir sobre su investigación.
Pensaba si la fascinación por Antinoo había comenzado con Raúl, o si Raúl más bien la potencializó…
El tema de Raúl lo llevó a comenzar su investigación, pero su descubrimiento del efebo comenzó desde muy temprano: Francisco fue a Europa y a Nueva York desde 1939, donde conoció las figuras de los Antinoos, y como él también tenía una segunda faceta como humanista grecolatino —de hecho hablaba griego y latín—, estaba muy familiarizado con la literatura de la Antigüedad, y cuando Marguerite publicó a principios de los años 50 Memorias de Adriano, piensa que este es otro proyecto en el que ella misma invita a recorrer las figuras del efebo, y la muerte de Raúl acabó detonando esto, pero desde siempre estuvo presente en sus apuntes la figura del efebo, de manera estética y cultural, y el libro quedó escrito entre 1958 y 1964, aunque lo publicó hasta 1966.
¿Y cómo fue recibido en su momento Antinoo?
Pues fue un hito, un éxito internacional. Cualquier homosexual que buscara su lugar en el mundo tenía que leer a Yourcenar para predicar esas relaciones de la Antigüedad; tenían que leer también a Thomas Mann, a Oscar Wilde, entonces Antinoo cayó en tierra muy fértil luego del éxito mundial de Yourcenar, y tuvo una repercusión internacional muy grande, tanto en Hispanoamérica, como en Estados Unidos y en Europa; de hecho recibió propuestas de traducción al inglés, pero la enfermedad no le permitió realizarlo. Por otra parte, el libro inmediatamente se agotó, fue muy reseñado en la prensa, atesorado entre los intelectuales, hasta que hace dos años se volvió a reeditar, y creo que su tesis estética no ha perdido vigencia: que no hay tal decadencia en la cultura romana, sino muy al contrario: hay un gran interés por la recuperación de la cultura griega y sobre todo su trabajo de limpiar el nombre de Antinoo y Adriano, que estaban de alguna manera manchados por el judeocristianismo, que veían aquella relación como una aberración del imperio.
¿En qué consistían los cultos a Antinoo? ¿De qué iban sus rituales?
Muy buena pregunta. Estos fenómenos de la relación de un hombre adulto con un muchacho en la flor de la edad, de unos 17 o 19 años, era una tradición griega que se daba tanto en la filosofía como en el ejército para que los mayores transmitieran el conocimiento de sus experiencias, y en el caso de una relación sensual, también se daba, aunque eran transitorias, ya que después solían casarse. En el caso del emperador Adriano, él ya no tenía ninguna relación con la emperatriz, y de hecho ya había tenido una pareja homosexual antes, pero descubre en Antinoo un ideal de belleza, y la relación dura cinco años. Después de eso, hay dos teorías sobre la muerte de Antinoo: una dice que cuando navegaban por el río Nilo se cayó de la embarcación, pero la otra, que es la más ritual, sostiene que el efebo, al llegar a los 19 o 20 años, siente que su papel de belleza ya se cumplió, y que en su vida adulta pierde la gracia y el don, y pudo ocurrir esto: que Antinoo haya decidido hundirse en el Nilo por dos razones: primero, para que el emperador lo recordara siempre hermoso, y dos, como un elemento propiciatorio, es decir: en aras del éxito del imperio de Adriano, como una ofrenda. A su muerte, el emperador lo vuelve un dios y funda la ciudad Antinoópolis, que fue una ciudad muy importante, y pide a sus escultores que hagan esculturas y pinturas de Antinoo, y así su imagen se expande por toda Europa del Este, Europa Central, Asia Menor, y sobre todo en Grecia, donde tuvo un gran éxito y serviría para que las mujeres en el parto tuvieran hijos hermosos, y era también un protector frente a las pestes. Pero es el último dios de la mitología porque un emperador, como una persona sacralizada, podía tomar la decisión de iniciar un culto, y claro, también tiene advocaciones, y toma la figura de Dionisos, Apolo, Mercurio, y de Osiris entre los egipcios. Claro, los Padres de la Iglesia ven esto con horror.
¿Y actualmente hay representaciones de Antinoo… o ya lo alcanzó la cultura de la cancelación?
¡No, cómo crees! Al contrario: Antinoo es una marca gay (risas). Incluso es una peregrinación turística: todo mundo va a Delfos. Y también Francisco fue. Hizo tres largos viajes en Europa, en donde descubrió que muchas de las grandes figuras estaban en las bodegas de los museos, justo por el estigma, pero también porque estéticamente se consideraban decadentes. Entonces Francisco de la Maza lo rescató, y ahora Antinoo ya se exhibe junto a los bustos de Adriano.
¿Cómo sobrevivió Antinoo a la estigmatización del judeocristianismo?
Pues mira, los Padres de la Iglesia sí se asustaron, pero no sólo con Antinoo, sino también con otras figuras, como Alcibíades, el problema es que Adriano era un excelente emperador, entonces, ¿cómo perdonarle esta debilidad? Los Padres de la Iglesia no sabían como lidiar con esto, y claro, en la tradición judeocristiana no tenían esta relación entre hombres mayores y efebos e incluso estaban condenadas las relaciones homosexuales en las Escrituras. Entonces Antinoo permaneció muerto hasta el siglo XVI, cuando el Renacimiento lo recuperó como modelo estético durante el siglo XVIII y XIX, y en ese momento las academias neoclásicas lo retoman porque era el modelo más perfecto de todos. Todavía se sigue dibujando hasta el siglo XX, incluso Diego Rivera lo dibuja en su etapa escolar.
Y sobre la correspondencia entre Yourcenar y de la Maza, ¿hay intención de publicarla en español?
Yo usé fragmentos de su correspondencia para la exposición, y sí, estaría bueno como un apéndice al libro, pero se necesita una muy buena traducción del francés.
FOTO: Francisco de la Maza acompañado por su discípulo Raúl Flores Guerrero, quien fue su pareja y el hombre que detonó la investgiación sobre Antinoo/ Emmanuel Carlos Aranda/ Archivo Fotográfico “Manuel Toussaint”- IIE-UNAM
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