El arte por el arte (un registro)

Oct 31 • destacamos, Ficciones, principales • 6169 Views • No hay comentarios en El arte por el arte (un registro)

POR LUIS CORTÉS BARGALLÓ

 

para Huberto Batis, por supuesto

El profesor Hubert —a causa de su método

y Darío— nos llevó frente a un tableau vivant,

para que la cosa no quedara en una clase

de literatura, una ficha para el siglo xix entrado

en xx. Entre el público procaz y pendenciero de

la carpa Olimpia —palco s. xx / ya tardío—, por

acuerdo tácito se hizo un silencio “respetuoso”

—a media cuadra del Tlaxcoaque sepulcral

apenas se escuchaban las patrullas, las cadenas

de las grúas ojerosas. El momento que sería

sublime, un arresto de belleza y claroscuro

a cuenta gotas, entre desnudista+ y desnudista-,

entre la cantante de boleros calvos y el ventrílocuo

mastuerzo, reteñido. Y se abrieron las cortinas

lentamente y frente a un ciclorama con

los dos volcanes emblemáticos, nevados —plus

ou moins déco—, un improbable príncipe

mexica —con penacho de plumas de avestruz—

tenía recostada entre sus brazos y las piernas,

sobre el pectoral de piel sintética, abalorios,

una voluptuosa morenaza “de divino muslo”,

una princesita en cueros. Con diadema sí,

collarín de jade falso y terciopelo, para adultos.

Y a pesar de que mostraba el pubis “integral” (i. e.,

naturalista) y entreabría el sexo de amapola

nadie se atrevió a soltar los canes amarrados

ni la lengua hambrienta. Los pechos abundantes

aunque inquietos, las costillas se expandían

y cedieron sobre la respiración incontenible.

El príncipe perdía ligeramente la figura

—la rodilla en tierra— y los muslos batallaban

en tensión y sudorosos. Al cabo de un minuto más

los dos se hallaron en el húmedo estremecimiento

que atormentaba la bisutería. Pero permanecieron

en una acuarela temblorosa de almanaque: el

vello, los pezones erizados como en el butoh,

las miradas y el mentón de mártires en la parrilla.

La cortina se cerró de golpe contra los aceites de una

luz que despeluca y el público guardó un silencio

“respetuoso”, un ligero aroma de jazmín con otros

talcos ruines, antes de aplaudir rabiosamente

al revivirse el esternón de pasarelas. Son a veces

raros los caminos del arte. En el programa

se juzgaron mármol y eran carne viva… Incluidos

taparrabos, la inmortal estampa de cervecería

que retuvo la hielera —a regular recaudo—

o el favor del esforzado respetable persiguiendo

la platónica chuleta, por supuesto. Rebasada

en sus señuelos resbalosos, escenarios naturales.

 

Del libro La lámpara hacia abajo, Ediciones Sin Nombre, México (de próxima aparición).

 

 

*FOTO: Huberto Batis en la casa de la cultura de San Luis Potosí, con las Tres Gracias/Archivo El Universal.

 

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