El Barón Bagge, de Lernet-Holenia: El espanto del hielo y las tinieblas
HÉCTOR ORESTES AGUILAR
La leyenda del escritor austriaco Alexander Lernet-Holenia (1897-1976) y el interés por su obra no ha decrecido en el siglo XXI. Durante el último decenio, y sólo para hablar del ámbito cultural hispánico, por lo menos cuatro de sus libros volvieron a circular en muy diversas editoriales, desde Espasa-Calpe, que reeditó la novela Las dos Sicilias en 2003; Minúscula, que publicó en 2006 El joven Moncada y en 2011 una nueva traducción de Marte en Aries; hasta el sello Los libros del Asteroide, que en noviembre del año pasado puso a circular de nuevo en librerías la traducción de Annie Lifczis (acreditada como Annie Renney Glücksmann) de El estandarte, misma pieza que republicó en italiano la prestigiada casa Adelphi en el primer trimestre de este 2014.
Para los lectores en alemán, Styria Verlag presentó hace apenas un mes Strahlenheim, relato sumamente singular, pues tiene como escenario el Wolfgangsee, el lago del idílico pueblo de San Wolfgang, en el Salzkammergut, donde un oficial austriaco vacaciona, digamos, en medio de la Gran Guerra. No quiero dejar de recordar en estas líneas que gracias al empeño del diplomático cultural, editor y gestor cultural internacional mexicano Juan García de Oteyza, recientemente fallecido, el nombre Lernet-Holenia arribó al mercado del libro estadounidense, en especial al de Nueva York, a través de Eridanos Press, que tradujo al inglés La resurrección de Maltravers, El Conde Luna y El Barón Bagge hace ya más de veinte años. Sin ir más lejos, la Sociedad Internacional Alexander Lernet-Holenia, con sede en Viena, es presidida ahora, así sea con funciones simbólicas, por Roberto Calasso, uno de los escritores y editores italianos más importantes de nuestros días, quien ha contribuido, como pocos, a formar el canon cultural y el gusto literario contemporáneo en Europa.
Lernet-Holenia dista, por tanto, de ser un nombre olvidado o de haberse convertido en un escritor para escritores. Mucho menos ahora, que al conmemorar críticamente el centenario del principio de la Gran Guerra se ha reavivado el interés por releer aquellas obras que plasmaron con mayor profundidad el fin de la Belle Époque y la brutal irrupción de la peor hecatombe conocida hasta entonces. En las obras del vienés, sobre todo en un puñado de relatos perfectos y en sus novelas más afortunadas, se traza con inusual maestría el hundimiento de la monarquía austrohúngara, la civilización que más padeció la conflagración bélica y más perdió al concluir ésta.
Dentro del muy vasto repertorio de Lernet-Holenia, que alcanzó miles de páginas y del que se ha reunido una bibliografía aproximada de 110 títulos propios —más unos pocos en colaboración, como la obra teatral La oportunidad hace al amor, que firmó con Stefan Zweig—, incluidos libros de poemas, cuadros escénicos, obras de teatro, cuentos, relatos, novelas de todas dimensiones, ensayos, semblanzas biográficas (una excelente, sobre Greta Garbo), traducciones y una cantidad innumerable de escritos periodísticos, El Barón Bagge (publicado en su ocasión más reciente por la UNAM en 2007, en la colección “Relato Licenciado Vidriera”) ocupa un lugar muy destacado.
Se trata de una obra de temprana madurez, aparecida por primera ocasión bajo la forma de novela por entregas en el semanario ilustrado alemán Berliner Illustrierte Zeitung, uno de los más populares de la República de Weimar y durante el nacionalsocialismo, pionero en la utilización de las fotografías para contar una historia y que alcanzó un tiraje de 1.9 millones de ejemplares por número. En aquel entonces el relato se titulaba “El puente de oro”, y apareció en tres partes, entre el 1 y el 16 de abril de 1936. A mediados de ese mismo año, la editorial berlinesa S. Fischer tenía lista la versión en libro con su nombre definitivo. En sus páginas se concentran los mejores recursos del arte de su autor: un conocimiento detallado, absoluto, del contexto donde desarrolla sus tramas; una capacidad descriptiva refinadamente poética; un aliento épico calculador y certero, y una imaginación vívida, poderosa, electrizante en ocasiones. Por breve, además, es la composición en prosa más difundida de todo el corpus de Lernet-Holenia e incluso durante mucho tiempo, de los años cincuenta hasta bien entrados los setenta, fue lectura de referencia para los estudiantes de bachillerato y universidad en el ámbito de lengua alemana.
Los biógrafos de Lernet-Holenia han comentado mucho los orígenes militares y aristocráticos de su familia. Por una parte, el cronista Milan Duvrobic relató en su libro Historias malversadas. Los salones y cafés literarios de Viena (1985), que tras conversar con la familia de Lernet, e incluso a partir de sus propias tradiciones orales, podía afirmarse con precisión que el verdadero padre del escritor había sido el Archiduque Karl Stephan de Habsburgo, hermano del Archiduque Eugenio. Por otra, se ha documentado que la baronesa Sidionie Boyneburgk, apellidada de soltera Holenia; viuda, de 41 años, con un hijo de once y un embarazo muy avanzado, contrajo nupcias el 10 de septiembre de 1897 en la iglesia evangélica de la Schwarzspanierstrasse con Alexander Lernet, subteniente de acorazado Segunda Clase, estacionado en Trieste y diez años menor que ella. Un mes y once días después de aquel matrimonio vio la luz Alexander Maria Norbert Lernet-Holenia.
Predispuesto de cierto modo a la educación y vida militares, tras abandonar los estudios de ciencias jurídicas en la Universidad de Viena, en septiembre de 1915, Lernet-Holenia se ofreció a los 18 años como voluntario para cumplir su servicio militar en el noveno regimiento de dragones. Diez meses más tarde entró en acción y sirvió en Polonia, Eslovaquia, Rusia, Ucrania y Hungría hasta 1918. Vale decir: como le sucedió también a tantos otros escritores y artistas centroeuropeos, la realidad de la guerra catapultó su existencia de forma demencial, pues pasó de la edulcorada vida vienesa a combatir entre “el espanto del hielo y las tinieblas”. Algo muy parecido a lo vivido por Georg Trakl y Scipio Slataper.
Por ello, y para dotar de un trasfondo histórico a El Barón Bagge, Lernet-Holenia escogió un capítulo clave de la Primera Guerra Mundial que conoció muy de cerca: las así llamadas Batallas de los Cárpatos celebradas durante los primeros meses de 1915 y a lo largo de los Beskides orientales, cadena de montañas y bosques carpáticos que separa a la gran llanura húngara del territorio antiguamente ocupado por la Galizia oriental y la Bucovina. Esas acciones de la ofensiva contra Rusia son consideradas por los historiadores militares como la batalla invernal más larga, sangrienta e inútil de los tiempos modernos. Con verosimilitud total, en la narración en primera persona que ocupa la parte fundamental del relato el Barón Bagge recuerda que su escuadrón fue movilizado desde la ciudad de Tokai hacia el norte el 26 de febrero de 1915. Los registros oficiales de guerra dan cuenta de que el ataque del segundo y del tercer ejércitos austrohúngaros contra las fuerzas del Gran Duque Nikolai comenzó precisamente un día después y se mantuvo hasta el 15 de marzo. Aquellas tropas multinacionales alcanzaron una potencia de fuego poco mayor a un millón de fusiles y enfrentaron en total a un millón quinientos cuarenta mil rifles rusos. Las bajas austriacas en los Cárpatos —causadas sobre todo por el uso de equipos anticuados e impropios para un terreno colmado por la nieve a temperaturas inferiores a menos 20 grados— alcanzaron una cifra de casi 800 mil hombres para fines de abril de ese año.
El Barón Bagge tiene estrictas referencias documentales e insondables alusiones a la historia de vida de su autor. Todas las relaciones geográficas de la marcha del escuadrón son puntuales y bien podría trazarse un mapa de sus acciones, que tienen lugar en el perímetro formado por las ciudades de Nyíregyháza, Munkács, Kassa y Ungvár. En la actualidad las tres últimas han cambiado de nombre y de ser enclaves húngaros de cierta importancia pasaron a pertenecer a Eslovaquia. Todas, incluso Kassa (lugar natal del celebrado Sándor Márai), son sitios relegados de los pasajes centrales en los manuales de historia y geografía de sus respectivos países, como si se tratara de inasibles pueblos fantasma para el imaginario de austriacos, húngaros y eslovacos. Esto acentúa el valor histórico del libro de Lernet-Holenia, pues son muy pocos los grandes narradores que regresaron a esos confines para extraer una obra perdurable hasta nuestros días.
Como bien ha explicado Graydon A. Tunstall, experto en historia militar y autor de los libros Blood on the Snow: The Carpathian Winter War of 1915 y The Austro-Hungarian Army in World War I, la guerra de montaña inhibe cualquier acción militar de importancia, pues a menos que las tropas estén equipadas y entrenadas especialmente, acostumbradas a combatir en grandes altitudes, terrenos abruptos y climas muy hostiles, cualquier desplazamiento, maniobra u operación estratégica es muy problemática. Sobre todo en la época, la logística de artillería era complicadísima, pues resultaba casi imposible transportar baterías de alto impacto concebidas para la planicie a superficies irregulares con temperaturas mucho más bajas. Toda vez que el comando de los Habsburgo para las Batallas de los Cárpatos, en manos del General Franz Conrad von Hötzendorf, había planeado una guerra corta, una campaña de montaña en el invierno fue un riesgo y un error desastrosos.
No obstante la verosimilitud con que traza este episodio militar, la crítica literaria occidental ha hecho énfasis en apreciar a El Barón Bagge como un pilar del realismo fantástico austriaco, tendencia a la que innegablemente puede adscribirse buena parte del legado de nuestro autor. Amigo y pupilo del escritor praguense Leo Perutz, a quien incluso le atribuía la autoría de su novela Jo y el señor a Caballo, Lernet-Holenia aprendió con aquel a manejar ciertos procedimientos narrativos para desarrollar tramas realistas bajo las cuales se disfraza un delicado mecanismo que dispara el curso de los acontecimientos hacia regiones del subconsciente de los personajes, hacia los intersticios entre la ensoñación y la cotidianidad, entre la existencia diurna y una zona innombrada donde se permanece después de la muerte.
*Por su traducción al español de El Barón Bagge, publicada en 2007 por la UNAM, Héctor Orestes Aguilar recibió el Premio Nacional de Traducción del entonces Ministerio para la Educación, el Arte y la Cultura de la República de Austria.
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