El cabaret nuestro de cada día
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Paloma QuéHerida retoma rasgos de la comedia del arte italiana, la picaresca del Siglo de Oro español y la carpa mexicana para satirizar la herencia de nuestra educación sentimental
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POR JUAN HERNÁNDEZ
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El cabaret mexicano es un género vivo y tiene en Nora Huerta a una de sus creadoras más activas y eficaces. En el espectáculo Paloma QuéHerida, la actriz se regodea en sus talentos: canta, y bien. Se deja guiar por la dramaturgia, sin embargo deja un margen amplio para la improvisación y la interacción con el público, dueña del espacio y del tiempo antoja una experiencia escénica dinámica, divertida y, por su puesto, crítica.
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Huerta es una de las integrantes de la Compañía Las Reinas Chulas, una de las más representativas del cabaret político contemporáneo de México. Pero esta vez, la actriz realiza un espectáculo unipersonal, acompañada al piano por Tarek Ortiz, un músico experimentado en el arte del cabaret, tarea nada fácil pues debe seguir y adaptarse al carácter imprevisible del género.
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Paloma QuéHerida es una sátira acerca de la educación sentimental de los mexicanos. Nora Huerta se vale de recursos de la cultura popular, del cine de la llamada “época de oro”, a través de la canción vernácula y también se sirve con la cuchara grande para hacer un sketch con base en las letras archiconocidas de Juan Gabriel.
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Nora Huerta, como la mayoría de los cabareteros contemporáneos de México, goza de una educación formal en el arte teatral y se ha dedicado con pasión a seguir los pasos de artistas como Astrid Hadad, referente inevitable e indiscutible en el espectáculo Paloma QuéHerida, pero también de Tito Vasconcelos, Jesusa Rodríguez, Darío T. Pie y Regina Orozco, entre otros.
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El espectáculo, presentado en el Foro A Poco No, del Sistema de Teatros de la Ciudad de México, en la calle de Cuba del Centro Histórico de la capital mexicana, va al encuentro de un público ávido de una expresión escénica inteligente, vital, ecléctica, política y crítica. Y todo eso es el cabaret mexicano contemporáneo que realizan algunos actores, quienes han establecido una ruta distinta al cabaret comercial del stand up, dedicado a explotar los chistes misóginos y homofóbicos.
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Nora Huerta es en Paloma QuéHerida, por decirlo de un modo rápido, barroca —para explicarla a partir de un término de nuestra tradición—, o también podríamos recurrir al término “estética camp”, concepto estudiado ampliamente por Susan Sontag en sus ensayos contenidos en el libro Against Interpretation, publicado en 1966, para explicar, en parte el espectáculo de la actriz mexicana.
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Sin embargo, hacer un recorrido por las influencias y tradiciones que subyacen al espectáculo de Huerta nos tomaría un gran espacio, pues son variadas, desarrolladas en distintas regiones geográficas y culturales. Esto nos haría recorrer desde la comedia del arte italiana, nacida en el siglo XVI, la picaresca de la literatura española del siglo XVI y XVII, hasta pasar por el cabaret alemán, la carpa mexicana, en auge entre 1930 y 1950 —hasta que sucumbió por la censura del “regente de hierro”, Ernesto P. Uruchurtu, en los años de esa última década—, para luego tomar nuevo aire a mediados de los 70 y convertirse en una de las expresiones más vitales de la escena contemporánea hasta nuestros días.
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Paloma QuéHerida es, en ese sentido, un espectáculo ecléctico, de sátira divertida que, a través de la risa y la catarsis, permite al espectador tomar distancia de sus propias tragedias para verse reflejado en ese estado perenne de sufrimiento al que el mexicano es proclive, producto de la cultura y la tradición judeo-cristiana.
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Nora Huerta como “Paloma”, una pájara de feria que llega a leer la suerte, tomando con el pico un papel en donde viene escrita la fortuna —aunque casi siempre el infortunio— de un asistente ansioso por conocer su destino, utiliza un telón con imágenes de jaulas con aves en su interior, además de colocar sobre la escena huacales de mercado.
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Sobresaliente es la creación del personaje con el uso de la máscara, conseguida por medio de un maquillaje y el gesto exagerados, así como un vestuario que superpone imágenes: el de una virgen dolorosa, una soldadera, una mujer de la aristocracia porfiriana o un sagrado corazón —que en este caso viene cargado políticamente con el número 43, en referencia a los estudiantes normalistas “desaparecidos” en Iguala, en el 2014—.
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Paloma QuéHerida es un espectáculo actual, de gran vitalidad, que permite el enfrentamiento con la idiosincrasia del mexicano, al cual desnuda en escena para permitir una visión crítica en relación con la educación sentimental, subyacente a una realidad contemporánea no grata. En este acto de cabaret, la actriz traslada al espectador la responsabilidad que le corresponde en lo que ocurre a diario en su entorno social, político y, desde luego, en su más profunda intimidad emocional. Imperdible.
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FOTO: Paloma QuéHerida, espectáculo de cabaret escrito, dirigido y actuado por Nora Huerta, becaria del Programa Creadores Escénicos con Trayectoria 2015-2018 del Fonca, con la dirección musical de Juan Pablo Villa, escenografía, iluminación y vestuario de Óscar Altamirano y maquillaje de Amanda Schmelz, se presenta en el Foro A Poco No (Cuba 49, Centro Histórico), los jueves a las 20:30 horas, hasta el 22 de junio.