El caos del mundo en versión coreográfica
POR JUAN HERNÁNDEZ
Víctor Ruiz y Claudia Lavista asumieron el riesgo de realizar una versión dancística de La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky, cuyo resultado es a todas luces una revelación, por su originalidad, en el campo de la creación coreográfica contemporánea.
El riesgo es doble para los creadores mexicanos si consideramos que se trata de una obra maestra de la música del siglo XX —marcada por el escándalo en su estreno en el Teatro de los Campos Elíseos, el 29 de mayo de 1913, entonces con la coreografía de Vaslav Nijinsky para los ballets de Serguei Diaguilev—, de la cual creadores geniales de la danza como Pina Bausch, Maurice Béjart y Marie Chouinard han realizado versiones coreográficas entrañables.
Ruiz y Lavista apuestan a un discurso con el cual dialogar con el mundo de hoy. La visión expresada en su coreografía es devastadora sobre la condición humana y deja sin aliento al espectador que se debate entre la belleza y la violencia como partes constitutivas e indivisibles del discurso artístico.
En esta pieza el cuerpo transgredido y violentado es el vehículo por el cual se expresa el desorden material y, sobre todo, espiritual de la humanidad en la contemporaneidad. Simbolización del caos que implica incertidumbre, violencia, desasosiego, angustia, desesperanza, soledad y miedo.
La escena misma está fracturada. Sin embargo, ese resquebrajamiento es, justamente, el sentido de identidad que los creadores designan al mundo que habitamos hoy los seres humanos.
Para expresar su visión del mundo, los coreógrafos buscan en los bailarines un tipo de movimiento original y que responda a las necesidades expresivas específicas de la puesta en escena, evitando movimientos cliché propios de los estilos y las técnicas de moda en la danza contemporánea.
Objetos de la vida cotidiana, como bancos, sofá, canastillas de huevo, botellas y mesas, entre otros, forman parte de la simbolización de un cosmos devastado por la acción humana. Los bailarines, por su parte, realizan acciones en las cuales encontramos una paradoja esencial: en el intento desesperado por conseguir un orden el ser humano produce un caos mayor, y finalmente, el hombre es sorprendido en su faceta destructora.
La obra de Víctor Ruiz y Claudia Lavista se convertirá con seguridad en un referente de la danza contemporánea, sobre todo porque se distancia de las versiones realizadas por otros artistas y construye un lenguaje que es resultado de la necesidad expresiva de un colectivo que sabe lo que quiere decir y cómo decirlo.
Otra característica gozosa de esta puesta en escena es que deja ver las costuras de la coreografía. Es decir, en la escenificación misma se permite al espectador ver la manera en que ha sido construida la obra, lo cual es parte sustancial de la propuesta estética.
Delfos Danza Contemporánea es una compañía de excepción porque ha tenido la posibilidad de realizar algunas de sus coreografías con la participación de músicos en vivo. En La consagración de la primavera, por ejemplo, contó con la interpretación de la Filarmónica de la Ciudad de México, bajo la dirección de José Areán, en su presentación en el Palacio de Bellas Artes, el 15 y 16 de junio, y del ensamble de percusiones Tambuco en la función que ofreció del 6 al 8 de septiembre en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, en la ciudad de México.
En las propuestas mencionadas, la música es parte del hecho dancístico. En el caso de la función de La consagración de la primavera, en la Sala Miguel Covarrubias, la coreografía incluyó como parte de la propuesta escénica la presencia de los músicos del ensamble de percusiones Tambuco, lo que transformó en definitiva la concepción estética de la danza.
De esta manera la música y la danza se manifiestan en toda su potencia y provocan en el espectador un estado de percepción excepcional, epifánico, revelación de lo sagrado en dos artes que se vuelven una sola expresión en escena.
*Fotografía: La versión dancística de “La consagración de la primavera” de Víctor Ruiz y Claudia Lavista se presentó en el Palacio de Bellas Artes y en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario; actualmente se presenta en varios escenarios del país/JORGE RÍOS/EL UNIVERSAL.