El Cine Experimental y sus articulaciones

Mar 18 • destacamos, Miradas, Pantallas • 984 Views • No hay comentarios en El Cine Experimental y sus articulaciones

 

Michael Snow, uno de los creadores más sobresalientes de esta práctica, falleció a principios de 2023

 

POR ADRIANA BELLAMY
A lo largo de cualquier historia del cine, el surgimiento y desarrollo de esa extraña criatura llamada Cine Experimental (con mayúsculas) siempre ha sido problemático. Aunque podemos trazar sus orígenes cronológicos con el surgimiento de las vanguardias cinematográficas durante 1920, fue en la segunda mitad del siglo XX el momento de su segunda eclosión grandiosa con ejes creadores como la ciudad de Nueva York, San Francisco o Londres. Estos movimientos de artistas jóvenes durante los años 60 y 70 entre los que encontramos figuras como Stan Brakhage, Jonas Mekas, Ernie Gehr, Shirley Clarke, Kenneth Anger, Marie Menken, Michael Snow, Andy Warhol, Robert Beer y muchos más, se caracterizaron por rebasar la idea tradicional de lo cinematográfico y transformar tanto los modos de la práctica fílmica como sus estructuras de distribución y exhibición mediante el establecimiento de nuevos espacios, revistas, mecanismos institucionales alternativos y otros discursos críticos. Liberar al cine de ciertas tradiciones y convenciones tanto narrativas como formales, superar la dicotomía forma/fondo o ir más allá del contenido se volvieron estandartes de una lucha por tratar de consolidar propuestas fílmicas radicales, por brindar al cine experimental su afirmación y autonomía, un gesto drástico a contracorriente de un cine entendido como narración clásica, el gran cine de espectáculo hollywoodense, o incluso de un cine de “arte” internacional o de “autor”.

 

Quisiera, pues, ocuparme en ahondar sobre este tipo de cine mediante unas breves líneas dedicadas al cineasta canadiense Michael Snow (Toronto 1928-2023), uno de los creadores más sobresalientes de este campo fecundo, cuya pérdida reciente a inicios de este año dejó un vacío profundo en este horizonte. Músico, artista visual y cineasta, Snow es el representante perfecto del artista en campo expandido, pues trabajó en diversos medios, además del cinematográfico (fotografía, pintura, música, instalación, escultura) con la idea de emplear cualquier material para manipular el tiempo, la luz, el espacio y la sonoridad. Forma parte también del denominado cine estructural o material con el artista austriaco Peter Kubelka a la cabeza. Este tipo de cine bautizado con tal nombre por P. Adams Sitney en los años 70 en su ya conocido libro sobre este tipo de cine Visionary Film, se caracteriza por agotar un solo elemento o estructura en su totalidad, ya sea un movimiento de cámara, un recurso sonoro, un efecto como el parpadeo u otro mecanismo de tal modo que trabaja siempre con la percepción del espectador/a. La obra estructural emblemática de Snow es la ya conocida Wavelength (1967), realizada como varios de los grandes proyectos de otros cineastas experimentales durante un fin de semana (pensemos, por ejemplo, en algunos filmes de Anger o Deren) y regida por un solo movimiento de cámara: un zoom continuo durante 45 minutos.

 

Entre las características sobresalientes está la intención de Snow de subvertir las categorías y convenciones usuales para los movimientos de cámara. El zoom —que en realidad es un falso movimiento de cámara, pues funciona más bien como un travelling óptico, un tipo de trampantojo en la percepción fílmica como movimiento vertiginoso de la lente— será empleado por el cineasta de manera lenta e incesante como una forma de abarcar el espacio dentro de un estudio-habitación. Bajo este propósito, el desplazamiento hacia adelante tendrá como objetivo llegar hasta una fotografía colgada en el muro extremo de este lugar. Se trata entonces de una distancia como duración a la manera bergsoniana, transformada con cada pequeño acercamiento, además de los cambios de luz, de filtros y gelatinas de color en aras de alcanzar esa fotografía marítima en su dirección final. Una imagen detrás de otra imagen que contiene en sí misma toda la fuerza de aquel plano sintético originario de los Lumière en los inicios del cine. Se vuelve un espacio donde todo se articula y se activa en el interior de un campo visual estático y dinámico.
Con el cine de Snow la planeación cuasimétrica-sistemática nunca se reduce a lo puramente visual, ya que siempre se encuentra trabajada de manera paralela e incluso contrapuntística en la dimensión sonora. En este caso, se concentra en el artificio de una construcción serializada de un sonido (o más bien, ondas de sonido) que aumentan de frecuencia en forma progresiva hasta alcanzar niveles perturbadores para el oído humano. Ente la expresión mínima y la máxima, entre una presencia casi imperceptible y un ruido a pulsión no emotivo, se trabaja de igual manera que con el espacio visual en una expansión-contracción acústica radical que bascula entre dos polos de escucha. Es un procedimiento que retomará en otros momentos de su filmografía, sobre todo en otras de sus obras magistrales como La región central (1971).

 

Por eso el cine de Snow va en contra de la anhelada consecución, de las condicionantes cinematográficas y no da tregua a cualquier tipo de expectativa que tenga el espectador: narración sostenida, lógica causal, personajes, guion, clímax, resolución y un largo etcétera. Y aquí tenemos una de las claves posibles de este enigma-artesano-visionario del cine: en el hallazgo de los experimentos-película de Snow nos encontramos contemplando el proceso de percepción misma, desde cuestionar los mecanismos que dirigen nuestra atención o las inferencias sobre el tiempo, hasta llegar a preguntas primordiales sobre cómo conocemos el mundo y lo significamos.

 

Alguna vez Serge Daney definió el cine como “el país que faltaba en su geografía”; quizá Snow en ese placer por lo cinético, por la fuerza de surcos y relieves, modulaciones y movimientos lo haya redescubierto al ponernos en contacto con otros elementos. Un paisaje-circuito visual y sonoro de formas, trayectos y accidentes, de levedades imposibles que nos hace pensar en una especie de ecuación rítmica, acústica-visual, controlada y aleatoria al mismo tiempo.

 

FOTO:La obra estructural emblemática de Snow es la ya conocida Wavelength (1967). Crédito de foto: Art Canade Institute

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