El contagioso Mayo francés en Paz, Orfila, Fuentes y Pacheco

May 19 • Conexiones, destacamos, principales • 6774 Views • No hay comentarios en El contagioso Mayo francés en Paz, Orfila, Fuentes y Pacheco

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Las revueltas del movimiento estudiantil-obrero acaecidas en Francia durante 1968 fueron seguidas muy de cerca por Octavio Paz, entonces embajador en la India, según consta en su correspondencia con el editor Arnaldo Orfila. Desde Inglaterra, José Emilio Pacheco estuvo escribiendo al respecto para La Cultura en México, el suplemento dirigido por Fernando Benítez, y Carlos Fuentes viajó a París para ponerse el saco de reportero. Esta es una revisión de cómo fue percibido el movimiento francés por algunas de las inteligencias mexicanas más brillantes de su tiempo

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POR GERARDO LAMMERS

“Sigo con pasión los sucesos de Francia”, le escribió Octavio Paz al fundador de Siglo XXI Editores, el argentino Arnaldo Orfila Reynal, en una carta fechada en Nueva Delhi el 28 de mayo de 1968, incluida en Cartas cruzadas. Octavio Paz/Arnaldo Orfila (Siglo XXI Editores, 2005). El entonces embajador de México en la India se expresaba así sobre el movimiento estudiantil-obrero que paralizó durante semanas Francia, la más explosiva expresión de un movimiento global contra el sistema capitalista y el autoritarismo de aquellos días:

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“Creo que a todos nos ha sorprendido. Es admirable. Si los obreros continúan con su firme actitud —a pesar de la no oculta resistencia de los dirigentes comunistas y socialistas que quisieran detenerlos— asistiremos a la primera revolución socialista en un país desarrollado. Esto es, seremos testigos de la verdadera revolución socialista. (Para mí, y creo que también para usted, el auténtico socialismo es una consecuencia del desarrollo y no un método para desarrollarse.) Vivimos momentos extraordinarios. Estoy emocionado por la actitud de los estudiantes y por la decisión de los obreros y del pueblo…”

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Desde la Ciudad de México, Orfila le respondía al autor de El laberinto de la soledad y Piedra de Sol —ambos proyectaban la antología de poesía mexicana que, con la participación de Alí Chumacero, Homero Aridjis y José Emilio Pacheco terminaría llamándose Poesía en movimiento: México 1915-1966 (1966):

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“Nos produjo a Laurette y a mí una gran satisfacción el conocer opiniones tan lúcidas que usted, coincidiendo totalmente con Carlos, nos daba sobre los acontecimientos de Francia, particularmente porque aquí entre las personas que podrían estar más alerta sobre el proceso de las ideas y los acontecimientos políticos, dieron la elemental explicación que se acostumbra para simplificar los puntos: que todo eso se debía a la intervención de la CIA y a agentes provocadores”.

Octavio Paz, Marie-Jo Paz y Arnaldo Orfila Reynal, 1966. /Cortesía: Editorial Siglo XXI

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La Laurette a la que Orfila hace mención es la arqueóloga italiana —naturalizada mexicana— Laurette Séjourné, su esposa; y el Carlos, con el que, según Orfila, Paz “coincide totalmente” es Carlos Fuentes, que por aquel entonces acababa de publicar Zona Sagrada y Cambio de piel, radicaba en Londres, y que, entusiasmado por los acontecimientos, viajó a Francia para reportear los sucesos.

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Fuentes terminaría escribiendo una larga y romántica crónica —con dedicatoria para Laurette y Arnaldo— titulada “París. La revolución de mayo”, la cual saldría publicada en una edición especial —en un formato tipo revista con fotografías de Antonio Gálvez—, el 22 de julio de 1968 en Editorial Era; y tan sólo unos días después, el 31 de julio, en el número 337 de La Cultura en México, el suplemento cultural de la revista Siempre! que dirigía Fernando Benítez y que tenía a Carlos Monsiváis como jefe de redacción. La portada del suplemento anunciaba el texto de Fuentes con un cabezal que en buena medida resumía el espíritu de la época:

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MIENTRAS MÁS HAGO LA REVOLUCIÓN MÁS GANAS TENGO DE HACER EL AMOR: MIENTRAS MÁS HAGO EL AMOR MÁS GANAS TENGO DE HACER LA REVOLUCIÓN.

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“¿De dónde vienes camarada?”: es el primer saludo de los jóvenes que han salido a hacer la poesía y la política en las calles de una ciudad que no me atrevo a reconocer y que, sin embargo, ahora sólo es idéntica a sí misma. Un París de manos abiertas, donde llegar de significa unirse a. Unirse al diálogo, a la fraternidad y al amor de una revolución que, en primer lugar, ha tenido lugar en las conciencias y en los corazones’”, escribe el autor de La región más transparente.

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Como se puede apreciar, la revuelta estudiantil francesa, de inspiración marxista pero con ídolos provenientes del entonces llamado Tercer Mundo —como Ho Chi Minh, el Che Guevara y Fidel Castro— y en el contexto de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS, encabezada por el filósofo Herbert Marcuse —a la que se sumarían los obreros de todo el país y que detonaría duros enfrentamientos con las fuerzas del orden (con severas consecuencias tanto para el primer ministro George Pompidou como para el presidente Charles de Gaulle)—, resultaba cautivadora.

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En su crónica, una de las pocas que escribió, Fuentes dice que París se ha convertido en una “kermesse de la libertad” y en un “gran seminario público”:

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“Renació de una manera maravillosa el arte de reunirse con otros para escuchar y hablar y reivindicar la libertad de interrogar y de poner en duda”.

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Durante su recorrido por la Ciudad Luz, Fuentes se interna en un encuentro con estudiantes presidido por Jean Paul Sartre; cuenta que la escritora Marguerite Duras se ha sumado a las protestas como parte de un comando de choque; y se topa con los cineastas Louis Malle y Alain Resnais como animadores en un teatro, discutiendo cómo asegurar la libertad de creación cinematográfica. El escritor camina por el lugar donde comienza Rayuela, en el pasaje que conduce de la Rue de Seine al Quai de Conti, donde Oliveira buscaba a La Maga. Ahí encuentra un cartel con un texto de Cortázar:

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“Ustedes son las guerrillas contra la muerte climatizada que quieren vendernos con el nombre de porvenir”.

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“La revolución que se inicia pondrá en duda no sólo la sociedad capitalista sino la sociedad industrial. La sociedad de consumo debe morir una muerte violenta. La sociedad enajenada debe desaparecer de la historia. Estamos inventando un mundo nuevo y original. La imaginación ha tomado el poder”.

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Hacia el final de su crónica, escribe:

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“Nosotros los latinoamericanos, ligados a Francia por tantos motivos del corazón y de la cabeza, debemos felicitarnos de que hayan sido los estudiantes, intelectuales y obreros franceses los primeros actores de esta gran transformación. A través de Francia, podemos comprender y ser comprendidos”.

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Y remata:
“Esta revolución también es la nuestra”.

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Con semanas de retraso y a través de diarios como Le Nouvel Observateur, Le Monde, The Guardian, The Economist, Newsweek y The New York Times, el Mayo francés sería seguido con atención por otros escritores como José Emilio Pacheco, colaborador habitual de La Cultura en México, y que en aquel momento, al igual que Fuentes, residía en Inglaterra.

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“Se ha declarado la guerra contra toda forma de autoritarismo”, escribe Pacheco en su columna “Calendario” de dicho suplemento el 15 de mayo de 1968. “Las peticiones de reforma universitaria fueron la chispa que prendió el incendio. El verdadero objeto de la nueva batalla es nada menos que la revolución social”.

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El 5 de junio aparecería una nota sin firma en La Cultura en México titulado “Poder Estudiantil: Desconfía de todo aquel mayor de 30 años”.

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“¿Qué tienen en común aquellos [los estudiantes franceses] y los estudiantes latinoamericanos, norteamericanos e ingleses?”, se pregunta el autor del texto. “Cuando menos dos cosas: son jóvenes y rechazan la sociedad de sus mayores. ¿Qué quieren? Hacer que la universidad ya no sea el bastión del conservatismo sino el foco de un nuevo radicalismo revolucionario”.

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En la nota se mencionan los nombres de dos nombres ligados a las revueltas estudiantiles de la época en Europa: Rudi Dutscke y Daniel Cohn-Bendit, ambos de nacionalidad alemana. El berlinés Dutschke fue uno de los líderes de la Federación Socialista Alemana de Estudiantes (SDS por sus siglas en alemán) de la entonces República Federal de Alemania; mientras que Cohn-Bendit —un beatnik anarquista criado en Francia, país al que regresó siendo universitario— fue líder del movimiento “22 de marzo” y formó parte del grupo radical de estudiantes que ocasionó el cierre de la Universidad de Nanterre [al oeste de París] y que luego marchó hacia La Sorbona, en el centro de París, desencadenándose al poco los enfrentamientos con la policía, los cuales duraron varios días, con barricadas que rodeaban las instalaciones de la universidad, y que serían seguidos por protestas masivas y por una huelga obrera general que paralizó al país.

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A lo largo de varios números, La Cultura en México dedicó extensos espacios para hablar sobre lo que se consideró “el tema apasionante del momento (y de la época): la sociedad industrial y la revolución”, del que el Mayo francés fue, si no el origen —puesto que se considera que la primera gran revuelta estudiantil de la época ocurrió en 1964 en la Universidad de California en Berkeley (en pleno inicio de la guerra de Vietnam)—, sí, la revuelta más explosiva de todas.

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En el texto “Revolución contra sociedad industrial”, publicado en el número 330 de La Cultura en México (12 de junio de 1968), Pacheco, quien ya entonces firmaba sus textos con sus iniciales (JEP), escribe:

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“En Francia los acontecimientos se precipitaron y extendieron como en ninguna otra parte. El gigantismo de La Sorbona, la combinación gaullista de controles tecnocráticos tradicionales —como el sistema de exámenes— y el control directo de las opiniones políticas, desempeñaron su papel. Aquí también planes para reducir la entrada en la universidad y limitar el tiempo de estudios crearon profunda inseguridad. En una semana, la inquietud de Nanterre condujo a la desastrosa ocupación policiaca de La Sorbona, la explosión revolucionaria y el combate en las calles. Etapas que tardaron meses en evolucionar en Berlín pasaron como relámpagos en París”.

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Volviendo a la correspondencia entre Paz y Orfila, ésta fue intensa durante todo el 68, en parte por la antología y en parte por el seguimiento al Movimiento estudiantil. De hecho, Orfila le propuso a Paz participar en un libro sobre los sucesos de París con ensayos, crónicas, editoriales, manifiestos (el cual al final no se concretó).

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“Parece que en México está sucediendo algo semejante a lo de París”, le escribe Paz a Orfila el 8 de agosto desde Nueva Delhi. “Mi última información se refiere a una manifestación celebrada el jueves pasado, en la que participaron el rector y otras altas autoridades universitarias. Tengo la impresión de que el movimiento estudiantil mexicano, en esta etapa, difiere del movimiento de ‘contestación’ en Francia. Por ejemplo, no ha habido huelgas. Pero no haga mucho caso de lo que le digo: son impresiones superficiales”.

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Orfila le responde el 27 de agosto que el proceso mexicano seguramente tiene características distintas al francés, “pero creemos que puede tener hasta una mayor trascendencia”.

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Algunos días después, el 21 de septiembre, Paz escribe: “En el momento de firmar esta carta me entero que antenoche el Ejército ocupó la Universidad. Ya se imaginará usted mi tristeza… Ignoro cómo se han desarrollado los acontecimientos (…). De todos modos y cualquiera que sea el desenlace de este episodio, sigo pensando que hemos entrado a la fase final de la crisis: o hay reformas (y más sustanciales que las que piden los estudiantes) o la agitación se extenderá a otros grupos y clases con imprevisibles consecuencias”.

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Once días después, la tragedia se instalaría en Tlatelolco.

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foto: Imagen de un enfrentamiento entre estudiantes y autoridades en el Boulevard Saint-Michel del Barrio Latino de París, en mayo de 1968. / Philippe Gras /IFAL

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